Central casi nunca estuvo cómodo en el partido. Pero con la línea de cinco en el fondo, ocupó mejor los espacios defensivos. Hubo un trabajo de alta concentración, con dientes apretados. Hubo sensación de que el equipo defendió mejor, aunque algunas veces lo hizo demasiado cerca de Ledesma. Algo poco recomendable cuando el rival cuenta con hombres de ataque de jerarquía.
Entre los centrales, Caruzzo fue líder y Barbieri ganó mucho más de lo que perdió en los mano a mano. Almada, algo nervioso, fue el que más tardó en hacer pie. ¿Y los laterales? Molina, que pasó poco al ataque, tuvo problemas cuando se proyectó Mas. Pero generalmente resolvió correctamente. Por la otra banda, Parot visitó más el campo contrario, y el veloz Villa aprovechó el espacio libre algunas veces.
Como contrapartida, con la defensa de cinco, en muchas oportunidades el equipo de Cocca jugó demasiado retrasado en el terreno, peligrosamente cerca de Ledesma.
Además, cuando dispuso del balón y con Boca presionando alto, le costó salir jugando desde el fondo. Por ejemplo, desde el arranque del juego, Central tardó casi veinte minutos en salir de un asedio permanente que ejerció el Xeneize.
En el segundo tiempo, principalmente en los últimos quince minutos la defensa tambaleó varias veces. A Ledesma lo salvaron el travesaño y los dos palos. Boca le hizo daño al Canalla, pero no lo suficiente para vulnerarlo.
