La llama se apagó en el pebetero, pero el fuego de estos IV Juegos Suramericanos de Playa seguirá vivo para siempre en la memoria de atletas, voluntarios, delegaciones, organizadores visitantes y cada uno de los que fueron parte de esta experiencia única e irrepetible.
A diferencia de la apertura, que tuvo lugar ante un colmado Monumento a la Bandera, la ceremonia de clausura se mudó al estadio rojo: el lugar donde pasó de todo, el centro de acción del Balneario La Florida que fue la casa del oro de las Kamikazes, las medallas de plata para el beach voley (incluido el rosarino Nicolás Capogrosso) y el fútbol de playa.
La ciudad del deporte estuvo a la altura de sí misma y del evento no sólo a nivel organización y participación del público. A nivel competitivo, el máximo medallista de la delegación argentina con tres platas y un bronce, fue el rosarino Tobías Giorgis. Con sólo 16 años, el joven que más que una promesa es una potencia del esquí náutico, se ganó ser el abanderado nacional en la ceremonia.
Ante un estadio rojo nuevamente repleto, la ceremonia comenzó con la entonación del himno nacional argentino en la voz de Manuel Ansaldi y Aldana Moriconi, los encargados de cantar la canción oficial de los Juegos. Luego, ingresaron al estadio los abanderados de cada país portando su insignia. Algunos fueron elegidos tras una destacada actuación en los Juegos, y otros por su vasta trayectoria en competencias suramericanas. Tras ellos, sus delegaciones ocuparon el campo recibiendo interminables aplausos del público.
Una vez que todos los atletas se encontraban sobre la arena, armaron un túnel para recibir de una manera muy tradicionalmente deportiva a los principales homenajeados de la noche: los cientos de voluntarias y voluntarias. En una cola interminable, chicos y chicas entraron al estadio donde los deportistas los recibieron como a sus pares, celebrando su presencia, agradeciendo el arduo trabajo y reconociendo su entrega. Después de un rato de celebración colectiva, la multitud se acomodó en la tribuna B, especialmente reservada para todos ellos.
La celebración, al igual que la apertura, contó con la presencia de la intendenta Mónica Fein, el gobernador Miguel Lifschitz, el presidente de Odesur (Organización Deportiva Suramericana), Camilo Pérez López, autoridades municipales, referentes deportivos locales y nacionales, y representantes de los Comités Olímpicos de los países participantes.
En el tramo más formal de la noche, las autoridades supervisaron la bajada de la bandera de Odesur, que luego la intendenta Mónica Fein y el gobernador Miguel Lifschitz devolvieron oficialmente al presidente de la Organización Deportiva Suramericana, Camilo Pérez López.
«Quiero agradecer a todos y cada uno y cada una de las personas que hicieron posible realizar estos juegos maravillosos. A todos los que durante estos años planificaron, pensaron y soñaron con esto, y que durante estos diez días dejaron el alma para cada deportista, cada visitante y cada espectador haya podido disfrutar de los Juegos», expresó la intendenta durante la ceremonia.
«Realmente es un orgullo sentirse parte de estos Juegos tan bien organizados y tan exitosos. Nos sentimos parte de un proyecto de futuro, como dijo la intendenta, que está destinado a seguir creciendo, a seguir generando eventos de calidad y nivel internacional en la ciudad de Rosario y la provincia de Santa Fe. Nos hemos ido superando año tras año y vamos por más. Nos vamos con el corazón contento por haber estrechado los vínculos y lazos entre los pueblos de América del Sur, porque el deporte el deporte, además de esfuerzo y disciplina, es fundamental amistad y unión», afirmó por su parte el gobernador Miguel Lifschitz.
Los juegos terminaron con alegría y baile. Aldana Moriconi y Manu Ansaldi volvieron al estadio para entonar nuevamente la canción oficial de los Juegos, acompañados por la performances del ballet de Pecky Land. Atletas y voluntarios volvieron a la arena para bailar todos juntos, armar trencitos, y obviamente documentar todo con sus teléfono.
La participación que sin dudas era infaltable era la de una de las estrellas de los Juegos: Guazú. La mascota se despidió de todos después de diez días de animar a los miles de visitantes, atletas y voluntarios con su simpatía. Como si no se hubiera sacado miles de selfies a lo largo de los Juegos, Guazú volvió a retratarse decenas de veces, pero esta vez con la ceremonia de fondo. Todo el grupo cerró los Juegos festejando sobre la arena.
La ciudad despidió así a los casi 1.500 atletas provenientes de 14 países que compitieron en 13 deportes y 23 modalidades deportivas, con la satisfacción de haber albergado una verdadera fiesta deportiva multidisciplinaria.
«No tengo dudas que se llevan lo mejor de esta ciudad que es el calor de su gente, sepan que en cada medalla y diploma, con ustedes se va un pedacito de nosotros para que siempre guarden en el recuerdo estos maravillosos juegos que hemos compartido», dijo al respecto la intendenta.
“Hoy terminan diez días de gloriosos Juegos. Los Juegos Suramericanos de Playa más grandes que haya organizado ODESUR y los más exitosos. Gracias a todos los que hicieron esto posible. Gracias a los rosarinos: nos hemos sentido en nuestra casa. Con muchísima satisfacción y orgullo volveremos en el 2021 para los Juegos de la Juventud», aseguró Camilo Pérez López.
«La ciudad no va a parar, porque nunca lo hace, y no tengo dudas que, como lo dije desde el primer día, este es solo el punto de partida para seguir pensando en grande. Para nosotros no hay descanso, y sepan que desde mañana mismo comenzamos a trabajar muy duro para los Juegos Suramericanos de la Juventud», concluyó Fein.
Rosario volvió a demostrar que es una ciudad preparada para grandes eventos, en este caso deportivos. Tras esta prueba superada, la ciudad empieza a prepararse para -tal como lo adelantó la intendenta- los Juegos Suramericanos de la Juventud 2021.