Diego no puede moverse. Le cuesta dar órdenes y motivar a sus jugadores, apenas respira. Pero su figura enamora, obliga a Talleres a hacer un homenaje aunque sea el técnico del rival.
Todos lo aplauden, nadie quiere dejar de tener su foto. Su presencia es cautivante, incluso la señal TNT trasmite en vivo por youtube una cámara que sólo enfoca los gestos del Diez, como si el resto no importara.
Con su sola presencia, con ese influjo del vestuario, Gimnasia tiene diez minutos donde arrincona a Talleres, pero carece de profundidad. Y llega el gol de los cordobeses, un pase largo que agarra mal parado a Licht, y Menéndez que la empuja a la red. Diego se lamenta, sabe que su misión es compleja, con un equipo que por momentos da pena.
Pero hay reacción. Una pelota parada y el gol de cabeza de Guanini. Festeja Diego, apenas si se puede parar de una silla que lo contiene fuera del banco.
El partido sigue, hay penal para Talleres. No parece. Maradona sufre. Gol de Dayro Moreno. Y Talleres queda como escolta de Boca, mientras Gimnasia se hunde aún más. Ni Diego puede salvarla.