Viviana Mariño
Tiempo Argentino
El calendario electoral abre este sábado una etapa decisiva con el inicio formal de las campañas hacia los comicios presidenciales del 27 de octubre, al vencer el plazo para el registro de las listas proclamados en las Paso. Durante 50 días los candidatos intentarán modelar a su favor la conversación con la ciudadanía en un escenario inédito: el resultado de las primarias tuvo un efecto de primera vuelta y abrió una secuencia de emergencia económica que puso en primer plano al proceso de transición.
La aplastante victoria del opositor Frente de Todos complicó el plan reeleccionista de Mauricio Macri y las chances de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, el decisivo primer distrito electoral del país. En la ciudad de Buenos Aires Horacio Rodríguez Larreta intentará evitar el escenario de balotaje al que la oposición aspira a llegar con el impulso de la fórmula nacional Fernández-Fernández.
Las primarias del 11 de agosto pasado dejaron en carrera a seis candidatos presidenciales. Sin embargo, la diferencia de casi 17 puntos que Alberto Fernández logró desmarcar del presidente y la licuación de la denominada tercera posición –Roberto Lavagna, José Luis Espert, Juan José Gómez Centurión– dejó a la coalición peronista-kirchnerista y al oficialista Juntos por el Cambio en el centro de la escena.
La dinámica político-económica de las últimas tres semanas delimitó el territorio para el arranque de las campañas que, en esta instancia, sumarán el experimento de un doble debate: el 10 de octubre en Santa Fe y apenas una semana antes de la elección en Buenos Aires, los postulantes se medirán en ese escenario de efecto inasible.
La corrida cambiaria de las 48 horas posteriores a la elección y la reacción pendular del gobierno –Macri primero culpó a los votantes, luego retrocedió y armó un paquete paliativo de emergencia social– prefiguró un nuevo contexto al que luego se sumaron –vía cambio de Gabinete– el “reperfilamiento” de la deuda y el anuncio de medidas de restricción cambiaria. El impacto de la crisis en los índices inflacionarios –consultores privados ya calcularon una suba del 4 por ciento para agosto– y su traslado a precios señala un escenario de debilidad: los pronósticos coinciden en un salto mayor para septiembre.
A ese cuadro se sumó la creciente demanda de las organizaciones sociales –esta semana protagonizaron dos multitudinarias marchas y un acampe en la avenida 9 de Julio– para que el Ejecutivo declare la emergencia alimentaria y asista a los sectores más vulnerables frente a la escalada inflacionaria.
“La campaña arranca claramente marcada por la coyuntura: ¿qué pasa con el cepo?, ¿cómo reaccionarán los sectores medios ante una eventual profundización de la crisis o medidas más antipáticas?, ¿cómo calibrará el gobierno la demanda social? Es una agenda no deseada por Macri, pero también controversial para Fernández”, razona el sociólogo Carlos De Angelis.
En ese proceso, De Angelis advierte que el presidente decidió apostar a mantener el apoyo de su núcleo duro –las últimas encuestas señalan que conservaría el 30 por ciento de intención de voto–, mientras que Fernández comenzó a perfilar una posible performance histórica, por encima del 50 por ciento.
Recalculando
Macri llega al inicio del segundo y decisivo tramo de la campaña después de un zigzagueo derivado del fuerte impacto que generó la derrota en la primera línea del oficialismo. Tras ese vaivén, el presidente señaló en las últimas horas el horizonte inmediato: “La elección no sucedió”, dijo. La negación de la amonestación ciudadana a la marcha de la gestión aparece como uno de los ejes del mensaje de Juntos por el Cambio.
Sin embargo, en la Casa Rosada admiten que la “incómoda” decisión de fijar un cepo cambiario –un paso que contradice el discurso fundacional del macrismo– es una apuesta a la estabilidad (económica, pero también institucional) para llegar a octubre. Macri aceptó –al menos en lo inmediato– que su mejor diatriba de campaña era frenar la escalada del dólar.
El presidente enfrenta también los dilemas de un frente interno golpeado. María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta diagraman campañas a distancia de Macri e intentan cercar sus territorios: la gobernadora enfrenta el mayor desafío, ya que sin balotaje en la provincia, el indicio de las Paso –Axel Kicillof superó el 50 por ciento de los votos– se perfila como casi imposible de revertir.
Economía, propuestas y futuro
El Frente de Todos comienza el nuevo tramo con el impulso de las Paso y, al mismo tiempo, el desafío de articular una agenda propositiva.
Fernández esquivó ubicarse en el rol de candidato co-gobernante al que en varias oportunidades lo tentó el gobierno. Sin embargo, su posición de favorito lo obligó a pronunciarse sobre potenciales futuros rumbos y medidas. De algún modo, su tiempo de gracia ya comenzó a correr y la coyuntura lo obligará, más temprano que tarde, a precisar las líneas de eventuales futuras políticas públicas.
La economía volverá a ser eje de la agenda electoral del Frente de Todos. Será el hilo conductor entre el discurso de Fernández-Kicillof –el candidato a gobernador bonaerense ya arrancó con su marcha territorial (partido por partido, barrio por barrio)– y Matías Lammens en la ciudad.
La provincia de Córdoba y la Capital Federal estarán en el foco: son los únicos dos distritos donde Macri hizo pie en las Paso.
Tras su aparición del último sábado en La Plata, la ex presidenta Cristina Fernández dio indicios de que repetirá la fórmula de su intervención: la presentación de su libro “Sinceramente”, en especial en distritos fuertes del Frente de Todos, volverá a ser la excusa de su aparición en los próximos dos meses.