El cadete llegó en moto a la coqueta casona de zona norte con un pedido de comida mexicana y dos pesos en efectivo, ya que le habían adelantado un pago con 70 pesos. Fue atendido por dos amigas de 14 y 15 años que salieron con un billete de cien y debieron volver a buscar cambio. Pero antes de que las muchachas regresaran se toparon en la entrada con cinco hombres vestidos como policías que ya habían reducido al cadete, a quien obligaron a ingresar a la vivienda. El confuso episodio quedó clarificado en minutos, cuando las adolescentes y el motociclista fueron encerrados en el baño, en un nuevo golpe de la decena que se le atribuye a “la banda de los uniformados”, aunque esta vez con un magro botín que incluyó un chanchito-alcancía.
El hecho se registró anteanoche en una casa de Álvarez Tomas al 3400, ubicada a pocos metros de la costanera, adonde vive un matrimonio con sus dos hijas adolescentes. Poco antes de las 23, la menor de las chicas estaba acompañada por una amiga de 15 años, ya que su familia había salido. Las muchachas pidieron en un delivery comida mexicana con intenciones de pasar una divertida velada pero terminaron por llevarse el susto de sus vidas, según contó una de ellas a El Ciudadano.
Alrededor de las 22.45 las muchachas atendieron al cadete y, como no tenían cambio, volvieron a ingresar. Cuando salieron había cinco hombres armados en el receso, tres de ellos vestidos con uniformes de policías, que habían reducido al cadete y lo obligaron a meterse en la casa. Una vez en el interior, las dos amigas fueron llevadas a los empujones al baño de la planta baja, junto al muchacho, a quien apuntaron con un arma de fuego en la cabeza. Los uniformados se tomaron 15 minutos para revolver toda la casa, de la que se llevaron un magro botín y objetos electrónicos.
“Se llevaron una caja con monedas que sumaban unos 20 pesos, dos barritas de chocolate, una alcancía con forma de chanchito que no lograron romper pese a golpear varias veces contra el piso, una notebook, un televisor plasma y tres teléfonos celulares”, enumeró una de las víctimas.
Los desconocidos revolvieron toda la casa y en uno de los pasajes hicieron salir del baño a la dueña de casa para preguntarle cuál era el dormitorio de su padre y si tenía caja fuerte. Fue en esas circunstancias que la adolescente observó cómo los uniformados intentaban romper el “chanchito” de su hermana golpeándolo contra el suelo, tarea que, como ninguno de los cinco asaltantes pudo lograr, debieron resolver llevándose la alcancía con forma de puerco.
Antes de irse, los uniformados destruyeron los cinco teléfonos de la casa, aunque se les escapó uno que no reconocieron como tal, por tener “forma de boca”. Fue desde allí donde las adolescentes avisaron de lo ocurrido a sus padres, que a su vez llamaron a la Policía.
Los supuestos policías se llevaron también los documentos de la moto del cadete, un bolso de cuero blanco de la chica visitante y las llaves de la casa, que dejaron cerrada. Ayer, todavía conmocionada por lo ocurrido, una de las hermanas recordó con tristeza que horas antes del violento episodio se había jactado frente a sus amigas: “Nunca me robaron”.
Varios golpes y pocas pistas
El hecho fue denunciado en la seccional 10ª, que tiene jurisdicción en la zona, y la investigación recayó en el Juzgado de Instrucción 14ª, a cargo de María Laura Sabatier.
Fuentes allegadas a la investigación indicaron que cuentan con algunas pistas, relacionadas con vehículos y personas, las que serán cotejadas con otras ocho causas que se siguen por hechos similares. El común denominador de todos los casos es un grupo de entre dos y cinco hombres, cuyas edades oscilan entre los 30 y los 40 años, que visten uniformes policiales y que hablan con la misma jerga de los integrantes de la fuerza. Golpean en diferentes zonas de la ciudad y en algunos casos usan chalecos antibalas, según la investigación de la Oficina NN de los Tribunales junto con la División Judiciales de la UR II, ante la posibilidad de que haya policías involucrados en la banda.
El antecedente más inmediato tuvo lugar en el barrio Bella Vista el pasado 17 de octubre, en una distribuidora avícola, adonde se presentaron como policías seis hombres, tres de ellos vestidos con uniformes, y tras darle una feroz paliza al hijo del dueño del comercio se llevaron un escaso botín: tres celulares, algunas billeteras y poco dinero en efectivo. Horas después, la esposa del comerciante fue asaltada cuando intentaba depositar en un banco 11.000 pesos que los asaltantes no habían descubierto.
Cuatro días antes, el 13 de octubre, cuatro uniformados irrumpieron en un domicilio de la zona sur, con una falsa orden de allanamiento, y tras golpear con violencia al hijo de la dueña de casa, un médico, y encerrar en el baño a su madre y su pareja, revolvieron toda la casa y se llevaron dinero en efectivo. Otros seis casos con características similares son investigados por la Justicia.