Por Emmanuel Dalbessio – Télam
«Fue el principal encubridor». «Había una vocación por rehuir todo lo que involucrara a Nicolás Pachelo». «La causa estaba unidireccionada». Así, mediante durísimos cuestionamientos, testigos -civiles y policías- se refirieron a la actuación del fiscal de primera instancia Diego Molina Pico al momento de investigar la responsabilidad del ex vecino del country Carmel en el crimen de María Marta García Belsunce, que a casi 20 años sigue impune.
Las objeciones a la pesquisa llevada a cabo por el representante del Ministerio Público de Pilar -quien recién a más de un mes del crimen ordenó la autopsia en la que se estableció que la socióloga tenía seis balazos en la cabeza- fueron una constante en los testimonios brindados a lo largo de la segunda semana del tercer debate que se lleva adelante por el mismo hecho en los tribunales de San Isidro.
Quizá quien se refirió en más duros términos fue Alejandro Arauz Castex, quien vivió en Carmel entre 1991 y el 2003 y conformó la Comisión de Seguridad del barrio cuando ocurrió el crimen de María Marta el 27 de octubre del 2002.
Para ese testigo, Molina Pico tuvo «premeditación» para evitar investigar a Pachelo: «No tiene perdón de Dios. Fue una investigación inconducente, guiada por una persona dispuesta a entorpecerla y encubrirla. Y lo logró, pasaron veinte años y lo logró», sentenció.
Arauz Castex consideró que el ahora juzgado por el homicidio de María Marta «fue la persona que estuvo más cerca del lugar del asesinato y del momento del hecho», al tiempo que destacó que durante esa época en el barrio existieron «robos, amenazas y extorsión» que apuntaban a Pachelo.
A ese testimonio crítico hacia la actuación fiscal de primera instancia, se sumaron los de dos ex jefes policiales que tuvieron a su cargo las primeras diligencias del caso.
Tanto el comisario general retirado Ángel Beserra como el comisario mayor retirado Alejandro Elorz, quienes estaban a cargo de la Sub Delegación Departamental de Investigaciones (SubDDI) de Pilar al momento del hecho, coincidieron en que la hipótesis que llevaba a Pachelo era «altamente positiva», aunque Molina Pico realizó «una investigación unidireccionada» hacia a la familia de la víctima.
«Para mí fue Pachelo», sostuvo Beserra al apuntar a la autoría del crimen, mientras que Elorz coincidió con las críticas al fiscal y dijo que la policía fue «solapadamente corrida» de la pesquisa.
«Teníamos elementos para ahondar en la investigación sobre Pachelo. Había hablado con Molina Pico, pero fue una investigación unidireccionada. Nosotros no participamos de la investigación, fue de la Procuración», dijo.
En tanto, otros testigos que declararon en las últimas tres jornadas del debate a cargo del Tribunal Oral Criminal (TOC) 4 de San Isidro, se refirieron a los robos previos cometidos en el Carmel y atribuidos a Pachelo, quien para los fiscales del juicio empleaba siempre un mismo modus operandi: entraba a las casas cuando no había nadie, en general los domingos entre las 18 y las 19, cuando se producía el cambio de guardia de vigiladores.
Aníbal Pigoni, vecino del Carmel, recordó que «unos 15 días antes» del crimen, justamente un domingo entre las 18.30 y 19.30, le robaron algunas pertenencias, entre ellas varios palos de golf, que fueron hallados luego en una tienda a nombre de Nicolás Ryan, apellido de la madre de Pachelo.
Por su parte, el matrimonio de vecinos compuesto por Nicolás González del Cerro y María José Díaz Herrera coincidió en que el acusado Pachelo «era capaz de cualquier cosa».
En tanto, Fernando Sansute, ex presidente de Carmel, quien sufrió el robo de palos de golf 15 días antes de la muerte de García Belsunce, recordó que dentro del country se corría el rumor de que «Pachelo tenía algo que ver» con el crimen de la socióloga.
Los testimonios de esta semana avalaron la hipótesis de los fiscales del juicio Patricio Ferrari, Andrés Quintana y Federico González, quienes intentan demostrar que Pachelo mató a María Marta cuando lo sorprendió robando en su casa.
En ese marco, los acusadores apuntan a que Pachelo contó para ello con la colaboración de dos ex vigiladores de Carmel, Norberto Glennon (57) y José Ortíz (45), quienes también están acusados en este juicio pero que hasta el momento no fueron mencionados.