Con colores y mucho ruido, los habitantes de la “Kasa Pirata” hicieron ayer dos presentaciones en los Tribunales provinciales. Una de ellas, una denuncia penal contra la comisaría 6ª, imputándole cuatro delitos: apremios ilegales, hurto, violación de deberes de funcionario público y falsificación de documento público. La otra, una presentación para que se revoque la resolución del juez correccional Héctor Núñez Cartele para restituir la casa al dueño o apoderado. De esta manera el inminente desalojo, previsto para el 4 de septiembre, caería. Para esa fecha, sin embargo, la gente que vive en la casa de Ovidio Lagos 1237 prevé una nueva jornada de actividades, en la que abrirán las puertas del “centro cultural” para que siga conociéndose el trabajo allí realizado, además de invitar a la ciudad a formar parte de los talleres y el espacio en general.
En vista de las presentaciones que hicieron ayer, los artistas callejeros que ocupan el inmueble en cuestión habían llevado adelante una convocatoria para “aguantar” en la puerta de los Tribunales de calle Balcarce. No fue una movilización clásica, sino que, con música circense de fondo, hubo facturas y mate, acrobacias, mucha gente que pasaba y miraba extrañada, y muchos otros que se sumaban a mover los pies. Como suele suceder, la protesta fue “con arte” y el contraste entre tanto traje y papeleo fue evidente.
“Hicimos dos presentaciones. Una es una denuncia penal por cuatro delitos: apremios ilegales, hurto, violación de los deberes de funcionario público y falsificación de documentación pública, todos efectuados por el personal que actuó el 17 de julio cuando el juez correccional de la 9ª nominación les pide que vayan, contacten e identifiquen a los ocupantes”, explicó el abogado de la Kasa Pirata, Norberto Olivares. “En esa diligencia detuvieron a seis varones y una mujer, embarazada. A los chicos los agredieron verbalmente, con insultos racistas y xenofóbicos, además de desnudarlos por unos 45 minutos en una habitación con la ventana abierta”. Y denunciaron también, que al regresar a la casa tras ocho horas demorados, encontraron que faltaban, entre otras cosas, una notebook, dos cámaras fotográficas, medias, la lata donde guardaban las monedas de la producción callejera (había unos 30 pesos en monedas) y 300 pesos.
El abogado pidió también que se revocara la resolución de restituir la casa al dueño o apoderado, alegando que fue dictada sin que se haya acreditado titularidad ni posesión. Según Olivares, la resolución del desalojo se tomó sin que se hayan tomado declaraciones: “No citaron a los chicos para que se defiendan”, explicó el letrado.
Tampoco fue notificado el fiscal ni se exigió contracautela, que es una “garantía” de la parte que reclama una medida –en este caso el desalojo–, para cubrir las costas y daños y perjuicios que pudiere ocasionar en caso de haberla pedido sin derecho.
El ahora Centro Cultural Kasa Pirata es una casa muy grande, antigua, que durante varios años estuvo abandonada y sirvió, según vecinos del lugar, como “aguantadero” y terreno baldío. Hace poco más de un año, el lugar fue ocupado por un grupo de jóvenes que lo recuperaron. Ahora allí se dictan talleres gratuitos y la casa está abierta para todo el mundo.
Pero el fervor cultural no se habría contagiado a los propietarios. Según trascendió, la dueña del inmueble tiene 97 años, se llama Celia Bourdillón y vive en Roma. Recibió el bien por herencia de su hermana en el año 1997, pero no habría un informe del Registro de la Propiedad que la acredite como propietaria. Sí existiría un poder para vender la casa, a nombre de Roberto Orlawsky. Tiene fecha de emisión posterior al ingreso de los chicos.