A horas de alcanzar la aprobación de la ley Bases y el Paquete Fiscal, el gobierno del presidente Javier Milei ensanchó su espalda política con el anuncio de lanzamiento de la segunda etapa de su plan económico. El ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, fueron los encargados de la presentación, en la que no hubo un catálogo de medidas concretas sino la ratificación de la dirección de “déficit cero” y “emisión cero”, no levantamiento del cepo cambiario –“Será cuando las condiciones lo permitan”– y la confirmación, sin profundizar, de que se ingresa en una nueva etapa de negociaciones, tanto con el Fondo Monetario Internacional como con los bancos que operan en la Argentina, con los que se iniciará una ronda de reuniones este mismo lunes. Mientras tanto se ratificó que no habrá devaluación brusca –“genera mayor inflación, mayor pobreza y mayor incertidumbre”– y que se continuará pateando un aumento de tarifas para evitar un impacto inflacionario y por “sintonía fiscal con el bolsillo de la gente”.
Sin anuncios concretos a excepción de “emisión cero” como política monetaria, la conferencia de prensa pareció una puesta en escena para emitir señales y buscar respaldo político y social para las negociaciones que encarará tras la aprobación de la primera ley de gestión para Milei por parte del Congreso. Y una ley que le confiere poderes casi plenos para hacer una parte sustancial de lo que sostiene que se debe hacer. Por ello el ministro puso énfasis en destacar la “robustez del programa económico”.
Caputo dedicó el inicio de la conferencia de prensa a describir las variables con las que se inició el nuevo gobierno en diciembre, responsabilizando por la situacióni a la gestión que lo precedió: “Hemos heredado la peor herencia de la historia”, se mimetizó con Milei. E insistió: “Lo peor de las últimas tres crisis, el Rodrigazo, las hiperinflaciones del 89-90 y de la salida de la Convertibilidad”, destacando que en cada una de ellas “se terminó en crisis”, pero esta vez “se pudo evitar”.
El autobombo transitó en forma mucho más acotada que en las habituales referencias del presidente, pero no dejó de ser elocuente: “Recibimos un paciente en terapia intensiva y hoy estamos en una situación ya claramente de recuperación”, proclamó Caputo.
Así repasó un déficit consolidado de 15 puntos del PBI, 5 del Tesoro y 10 del BCRA, reservas negativas por 11.200 millones de dólares: “No es que el Banco Central no tenía dólares propios sino que se habían vendido los dólares de la gente”, en un país “en default con el Fondo y con el mercado”, ya que se debían afrontar vencimientos en diciembre y en enero. Deuda con los importadores de 60 mil millones de dólares con la cadena de suministros rota. “El 85% de la gente esperaba una hiperinflación”, sostuvo y ratificó la cifra de Milei, hasta subiendo una supuesta inflación anualizada de 17.600%. Y definió que a todo eso se llegó con los precios de la economía “pisados”, en los que metió dólar, combustibles, tarifas, alimentos, y el equivalente al triple de la base monetaria en pasivos remunerados, que son títulos públicos: “Esa fue la situación que se heredó y que claramente requería un programa de shock. Y eso fue lo que hicimos”, sostuvo. Y
“El déficit fiscal era el corazón del problema”, insistió Caputo, en línea mileísta, un trazado en el que problemas como el tipo de cambio con el dólar (y la falta de dólares), la inflación y la deuda como “consecuencias” del déficit fiscal, no como problemas en sí mismos y con múltiples causales.
También sostuvo Caputo que el mandato del jefe del Estado de llevar adelante el shock tenía incorporado “cuidar a los más vulnerables” como premisa: “Cosa que hemos cumplido”.
“Lo hemos hecho también sin ninguna consecuencias arbitraria negativa contra la sociedad”, insistió, con referencia al plan Bónex, entre otros, que captaron depósitos de ahorristas y entregaron títulos a cambio.
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