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“Con las cosas que dicen hasta la Policía ya duda de nosotros”

Gustavo A. y su padre Miguel, alias Caracú, negaron vínculos con homicidios y afirmaron: “No vendemos droga”. “En cualquier momento me meten una mochila con droga o me secuestran a un hijo por plata que no tengo”, dijeron.

Miguel Ángel A., conocido como Caracú en la zona noroeste, y su hijo Gustavo hablaron esta semana con El Ciudadano: aseguraron que no poseen relación con el narcotráfico, se desligaron del crimen de Kevin Aguirre, asesinado en Ludueña en febrero pasado, y explicaron la relación que tienen con otros tres hombres mencionados en diferentes crónicas policiales: Miguel Alberto A. conocido como Diente, Jeremías A. y Alan L. –éste imputado como autor del crimen de Kevin–. Además, contaron que presentaron dos habeas corpus, tanto en el fuero federal y provincial, para saber si tenían algún requerimiento de alguna de las fuerzas de seguridad y les contestaron que no había pedido alguno.

“Cada cosa que pasa, aparece el nombre de Caracú. Lo único que quiero es que no aparezca mi nombre –dijo Gustavo– como si yo fuera el Diente; él es mi medio hermano y no tenemos nada que ver con la venta de drogas. Él (por Diente) vivía antes era un búnker y lo había vendido. Fue el lugar donde mataron a un pibe –por el homicidio de Rolando Mansilla, de 12 años, en 2015–, vendió la casa y no era más el dueño cuando lo mataron, se fue del barrio”, explicó Gustavo, quien remarcó que Jeremías A. –un joven apresado días atrás con droga en su poder en Larrea y Gorriti– no es su hijo, como indicaron los pesquisas a este diario, sino que es un chico que su hermano reconoció y que no tiene parentesco con él. “El Diente, que es Miguel Alberto, lo reconoció legalmente, pero en realidad no es hijo de él”, explicó Caracú.

A su vez, los hombres negaron cualquier relación con el narcotráfico y sostuvieron que tanto los investigadores como la prensa meten a todos en la misma bolsa. “No saben dividir. El Diente es el Diente y Jeremías es Jeremías y nosotros somos nosotros; para los demás somos todos iguales”, remarcó Gustavo A.

Por su parte, en relación con la detención de Jeremías por parte de uniformados de la Delegación Rosario de la Policía Federal Argentina, nota que salió publicada el domingo pasado en este diario, los hombres indicaron que no pueden asegurar “ni una cosa ni la otra”, sobre la relación del joven con la venta de estupefacientes.

Gustavo contó que la tarde del jueves 20 pasado, cuando se realizó el operativo de la fuerza federal que terminó con la detención de Jeremías A., pasó por el lugar y estacionó porque tenía conocimiento de que la pareja del muchacho estaba embarazada y pensó que había protagonizado un accidente de tránsito. “Ahí me dicen Policía Federal y me preguntaron el nombre. El policía dijo: «Éste es el Diente», le dije que no y mostré el documento. Y me dijo: «Si lo ves a tu hermano decile que le llevé el hijo en cana y avisale a Caracú que le llevo el nietito en cana. Todos van a terminar así. No sé por qué me habló así”, recordó Gustavo A.

Los hombres también se desligaron de cualquier relación con el homicidio de Kevin Aguirre, el chico de 16 años asesinado de un disparo por la espalda el jueves 9 de febrero último, cuando pasaba en moto junto con su primo Micha por Humberto Primo y Felipe Moré. El lunes siguiente a Gustavo le allanaron su casa y le encontraron una pistola calibre 9 milímetros, la cual fue peritada para saber si tenía relación con el homicidio de Kevin. Luego el imputado firmó un abreviado de un año de prisión por tenencia de arma de fuego. “Prendieron fuego la casa de mi suegra –en referencia a la vivienda que los allegados y vecinos de Kevin quemaron luego de que se enteraran de que el acusado, Alan L., había buscado refugio allí– diciendo que eran narcos, luego de que mataron a ese chico. No es nada mío (Alan L.); era yerno de mi señora y está separado”, explicó el hombre.

Tras la detención de Gustavo, Alan L. se entregó a la Justicia y quedó imputado como autor del homicidio. Por su parte, su padre Caracú aclaró que algunas personas indicaron que “lo había entregado a Alan”. Sin embargo, explicó que no lo conoce al imputado, como tampoco sabía quién era el chico asesinado.

Causa y habeas corpus

Con respecto a la causa en el Juzgado federal sobre la investigación Otoño Blanco –también conocido como caso Leonardo Popea– donde el cabecilla de la banda y ocho personas fueron condenadas a principios de este mes acusados de acopio, venta y distribución de estupefacientes en la zona oeste y noroeste, Miguel Ángel indicó que al igual que su hijo primero recibieron la falta de mérito y después la absolución. Su hijo Gustavo dijo que presentaron un habeas corpus por “todo lo que estaba pasando” en los fueros federal y provincial. “Los recursos se presentaron para que desde la Justicia nos notificaran si tanto Miguel como su hijo tenían algún requerimiento por parte de las fuerzas, tanto federales como provinciales; en los dos fueros la contestación fue que no eran requeridos por ninguna fuerza”, indicó un letrado que los asistió para presentar el requerimiento.

“Unas seis veces me fueron a allanar. Nunca encontraron nada. La provincia nos allana siempre. Con las cosas que dicen en el diario hasta la Policía ya duda de nosotros. Piensan: estos están nombrados por todos lados y nosotros no hacemos nada”, reflexionó Gustavo sobre los datos publicados a raíz de la información brindada por fuentes federales y provinciales en este diario. “En cualquier momento me meten una mochila con droga o me secuestran a un hijo por plata que no tengo. No vendemos drogas, ni yo ni mi padre. Los invito a que vengan a mi casa, vean como vivo y vean que somos gente humilde. Estoy preocupado por todo esto”, concluyó Gustavo.

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