“¿Tenés la cámara?”; “Me voy a poner los lentes porque si no, no lo veo”; “Vamos que veo movimientos de walkie talkie”. Como groupies esperando ver a un rock star, una larga fila de personas se alínea en el Parque a la Bandera para esperar la llegada del presidente. Con el teléfono celular en una mano y la cámara lista para disparar, alzan la mirada, susurran, y deambulan tratando de advertir algún movimiento que les dé un indicio de su llegada.
“Dicen que baja del helicóptero y entra al escenario por acá”, dijo Mariel, quien junto a su amiga Griselda lo esperan con un abanico y una bandera. Son cerca de las 19 del jueves 27 de febrero, un día laborable, y el comienzo del acto por el 208° aniversario del primer izamiento de la Bandera se hace esperar. Las personas se agolpan frente y alrededor del escenario dispuesto detrás del mástil. A diferencia de los últimos actos patrios celebrados en el Monumento, las vallas y la custodia policial dejaron de ser las protagonistas centrales, en una tarde donde las banderas y las trompetas volvieron a ganar la calle.
Minutos antes de las 19, más de una hora después de lo previsto, el auto presidencial ingresó al predio. “Pensé que venía caminando”, dijo con voz decepcionada alguien que, al igual que muchos, había alzado su cámara celular para captar alguna imagen de la primera visita de Alberto F. como presidente a la ciudad.
Fernández caminó hasta el escenario acompañado por los padres de Carlos Orellano, el joven de 23 años desaparecido tras haber sido sacado del boliche Ming en la madrugada del lunes, y hallado muerto este miércoles en el río Paraná. “Ellos me necesitan más que ustedes”, explicó Alberto F. después de pedir disculpas al público por la demora en el inicio del acto.
Los amigos y familiares de Carlos eran cerca de 300 y se concentraron para pedir justicia frente al boliche de La Fluvial, y en el acto ante el propio presidente de la Nación. “Vinimos a apoyar a la familia. Esperamos los resultados de la autopsia y las cámaras de seguridad. No se llevaron a cualquiera. Hoy somos más que las organizaciones que están acá”, dijo Nicolás, amigo de Carlos.
Banderas en tu corazón
Con una convocatoria menor a la esperada, cientos de personas, organizaciones sociales, gremiales y políticas fueron hasta el Monumento para rendirle homenaje a la Bandera y recibir al jefe del Estado.
Entre ellas está Mabel, que se sentó a un costado de la torre de sonido. Con una lona en la cabeza se cubre de los últimos rayos del sol que ofrece la tarde. Mientras su nieta le acerca una torta asada, cuenta que acudió con toda su familia a vivir el festejo. “Siempre venimos a los actos patrios. Éste es un acto alegre. Empezamos a venir a las fechas patrias contentas”, dice Marta, la hija de Mabel.
Mariel y Griselda tienen cada una una bandera celeste y blanca que les cuelga del cuello como una capa. “Traje todas las que pude: la mapuche, el pañuelo verde y la argentina, por supuesto. Nos representan y quería estar acá”, cuenta Mariel. Con un abanico en una mano y un teléfono celular en la otra, esperan a un lado del Parque a la Bandera la llegada del presidente. “Estamos revalorizando algunas cosas y recuperando las fechas patrias. El año que vino Macri fue terrible. Estamos contentas de recuperar estos espacios”, agrega Griselda.
David tiene 20 años y dice ser el Anticristo. Cuenta que advirtió la venida del apocalipsis y fue hasta el Monumento para entregarle una carta al presidente, con la fórmula de la salvación. “La vida es un juego. Yo pacté con Dios para salvar al mundo. Tengo un plan de alimentación con fondos del Vaticano que quiero contarle a Alberto”, dice. Y dispara: “Cuando sumás mi número de documento, 42.204.321, ves que da 666”. Al menos eso es cierto.
“Vinimos por el acto, por el presidente y por Belgrano”, dice Haydeé, quien está junto a su nieta de 15 años. “Veníamos todos los 20 de junio, pero después de 2016, cuando había venido Macri, dejamos de hacerlo. Ese día nos tuvimos que ir porque no podíamos pasar y la Policía nos echaba”, recordó.
Silvia tiene 58 años y está sola parada en medio del tumulto. “Lo voté a Alberto. Siempre milité y quiero ver qué tiene para decirme”, cuenta, y recuerda la primera visita del entonces presidente Mauricio Macri a la ciudad, en 2016. “Hoy cuando cruzaba calle Buenos Aires recordaba cuando fui a verlo a Macri a la Facultad de Derecho. Había un vallado lamentable. Por suerte ahora cambió”, valora.