El derechista primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dará hoy –invitado por los conservadores republicanos– un discurso nada menos que en el Congreso estadounidense en contra de las negociaciones que el gobierno del presidente Barack Hussein Obama lleva adelante con Irán por su programa nuclear, en una polémica visita que además le servirá de campaña política al jefe de Tel Aviv, dos semanas antes de las elecciones en Israel, en un marco de una baja en los sondeos previos.
El premier israelí llegó ayer a Washington e inició su controvertida visita en la que tiene previsto pronunciar hoy unas palabras en el Capitolio en contra de un eventual acuerdo con Irán, alocución que –aseguró– será «trascendental e incluso histórica» y que puede determinar su reelección como primer ministro en las legislativas del próximo día 17 de marzo.
Netanyahu fue invitado a hablar ante ambas cámaras del Congreso por el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, en una decisión tomada a espaldas de la Casa Blanca y que irritó a Obama, quien no recibirá al premier mientras permanezca en territorio estadounidense.
Netanyahu insistió en que no aceptó dar el discurso para ofender a Obama –con quien no ha tenido buenas relaciones desde que ambos llegaron al poder, en 2009–, aunque reafirmó que un acuerdo nuclear como el que busca el mandatario estadounidense amenaza la existencia de Israel.
«Tengo una obligación moral de hablar ante estos peligros mientras todavía haya tiempo para evitarlos», dijo Netanyahu ante el Comité de Relaciones Públicas Americano-Isralíes (Aipac), el mayor grupo de presión judío de Estados Unidos.
Mientras Netanyahu hablaba, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, iniciaba una nueva ronda de negociaciones con Irán con la meta de alcanzar un acuerdo marco antes de la fecha límite de fin de marzo.
Irán está negociando con el Reino Unido, China, Francia, Rusia, Estados Unidos y Alemania un acuerdo para congelar el enriquecimiento de uranio y otros ámbitos de su programa nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones económicas impuestas a Teherán.
Los republicanos, que controlan ambas cámaras del Congreso, son partidarios de endurecer las sanciones impuestas a Irán, pero Obama los llamó a mostrar contención mientras continúen las negociaciones.
El objetivo es lograr un acuerdo marco a finales de marzo y un acuerdo definitivo a mediados de año que ponga fin al prolongado litigio sobre el programa atómico iraní y su eventual uso para fines militares.
Obama considera un acuerdo con Teherán como un componente central de su política exterior, y dice que el que se está negociando despejará los temores sobre la capacidad de Irán de desarrollar armas nucleares.
En busca de matizar la tensión desatada por su visita, Netanyahu aseguró no obstante ante el Aipac que las relaciones de Tel Aviv y Washington son «más fuertes que nunca» y que «las noticias sobre la muerte de las relaciones entre Estados Unidos e Israel no sólo son prematuras, sino erróneas».
Sin embargo, el propio premier israelí insinuó que el mandatario demócrata no comprendía –o no podía hacerlo– el alcance de las preocupaciones de Israel –que se estima tiene unas 200 bombas atómicas– ante un Irán con armas nucleares.
En Irán, en tanto, el canciller de la República Islámica, Mohamed Yawad Zarif, acusó el fin de semana a Netanyahu de buscar con su discurso «sabotear» las conversaciones nucleares y de sembrar «pánico» y difundir «mentiras».
“Injerencia inapropiada” en medio de puja electoral hebrea
Los críticos ya tildaron el proyectado discurso del premier israelí Benjamín Netanyahu como una injerencia en la política de Estados Unidos y alegan que la fecha de su intervención es inapropiada, debido a que el líder de derecha se encuentra inmerso en una campaña por su reelección en los comicios programados para el 17 de marzo.
Los colaboradores de Netanyahu, sin embargo, aseguran que el discurso no puede ser cancelado en vista del calendario de las negociaciones sobre el programa nuclear de Irán.
La controvertida visita, sobre cuya influencia electoral no existe un panorama claro, aunque parece haber consenso en que embarrará las relaciones con Barack Obama y el Partido Demócrata, se produce en momentos en que los sondeos no son favorables a Netanyahu, líder del partido nacionalista de derecha Likud.
En el mapa político israelí, el Likud sólo contaría con 23 de los 120 escaños, frente a los 24 de la coalición Unión Sionista, encabezada por el laborista Isaac Herzog y la centrista Tzipi Livni.
La Casa Blanca no le dio ninguna bienvenida
La administración del presidente Ba-rack Obama ya evidenció que Benjamin Netanyahu no es bienvenido esta vez. Su consejera de Seguridad, Susan Rice, aseguró la semana pasada que la invitación cursada a Netanyahu y su aceptación por parte del premier israelí era “destructiva” para los vínculos entre Estados Unidos e Israel. Ayer, ante el foro de Aipac, la embajadora de Washington ante las Naciones Unidas, Samantha Power, intentó restar importancia a las “tensiones” y aseguró que “no se debe politizar la alianza” con Israel. “Esta alianza nunca debería politizarse y no puede ser dañada o quebrada… Nunca se pondrá el sol en el compromiso estadounidense por la seguridad de Israel”, aseguró Power, quien fue recibida con tímidos aplausos hasta que pronunció esa frase. Power es una de las dos únicas representantes del gobierno de Obama que intervinieron en la conferencia del Aipac, que suele contar con la presencia del presidente, el vicepresidente o importantes miembros del Gabinete, y que, esta vez, brillaron por su ausencia.