De la tal vez mayor pandemia de la historia de la humanidad se ha escrito (casi) todo, pero seguramente algo mas habrá, en el futuro cercano, para agregar, para bien o para mal.
Lo que es claro es que nos cambio de raíz el contexto de vida a escala mundial; puso al mundo entero de cabeza, aquello que era, hoy ya no es. Así de brutal.
En este nuevo contexto irrumpe una pregunta, retórica por cierto, porque no hay respuestas. Sólo algunas aproximaciones provisorias: ¿Cómo será periodismo pospandemia? ¿Cuál el rol de los jóvenes?, todo en relación directa con el impacto de las tecnologías de la comunicación y la información.
En efecto, la mutación hacia lo digital es ya una realidad indetenible en el hacer periodístico.
Pero, ¿es el soporte el que condiciona o define la práctica periodística? Es obvio y por demás de claro que el formato implica, necesariamente, incorporar conceptos (y prácticas) vinculadas a lo multimedial y lo hipertextual.
Sin embargo, los gremios de prensa rescatan y valoran El Estatuto del Periodista (ley nacional 12.908) que no es otra cosa que una ley laboral, que establece los parámetros de la actividad independientemente del soporte; no se menciona allí qué se usa (la legendaria Olivetti) sino qué se hace.
Porque, ¿lo digital cambiaria esa ecuación? Qué nos hace pensar, preguntar, indagar, conocer, emocionar son ahora parámetros arcaicos y hay que dejarlos de lado.
El periodismo está en crisis terminal, se dice con rapidez e ignorancia supina. Tal vez lo que está en crisis es un modelo de producción que profundiza la concentración (de medios) y, claro está, las desigualdades. Donde la verdad relativa del que mira no es lo más importante.
Así, lo verosímil ocupó el lugar de lo fáctico y después lo incierto, manipulación mediante, construyó discursos de verdad. No importa nada. A la mentira lanzada sin tapujos le corresponden, al menos, una desmentida: doble impacto “periodístico”. Doble clic.
Las noticias son construcciones de sentido que están vinculadas con lo real y de algún modo impactan sobre la vida de las y los ciudadanos de una comunidad. ¿Cuáles serían las razones para modificar esta lógica?
Ayer los grandes diarios, la radio y la televisión; hoy Google, Amazon, Facebook y Apple acaparan fenomenales ganancias con poder real inmenso, incluso por encima de algunos estados. ¿Importa si lo que trafica es cierto?
Informar es lo único importante
¿Y si volvemos a las fuentes? Permítanme afirmar que informar es lo único importante, y en este contexto, casi un acto revolucionario. Cada uno tendrá su paradigma. Su fetiche.
Elijo a mis compañeras y compañeros de trabajo que se pelan el traste todos los días para construir información confiable sobre la vida que los rodea. Como hace 23 años.
Nada nos cambió. Ni tampoco nos cambiará. No somos jueces, ni artistas. Somos trabajadores de prensa. Ni más ni menos. Con nuestras miserias (simbólicas y materiales), con nuestra mirada propia y sin ideas prestadas. Tejiendo puentes generacionales con los jóvenes que hoy están y con los que aún están por llegar. Porqué no es cierto que todo tiempo pasado fue mejor; muy por el contrario: lo mejor está por venir.
En fin, preguntas lanzadas al aire para pensar los caminos posibles ante la temible presencia de un cuasi infinito números de atajos, que, como tales, son absolutamente inconducentes para modificar un estado cosas que hoy nos oprime, nos agobia.