Nadie es imprescindible en la televisión como en muchos otros ámbitos y está demostrado que las y los espectadores, en el fondo, no extrañan a nadie. La vuelta de Marcelo Tinelli del último lunes, en medio de las polémicas generadas por un estudio lleno de gente que no cuidó las medidas sanitarias, dejó en claro que ni él, como tampoco Susana Giménez o Mirtha Legrand, otrora popes intocables de la pantalla chica argentina, son imprescindibles. Al mismo tiempo, el año de pandemia instaló y para quedarse otros hábitos de consumo consolidando al streaming como el más elegido por millones de televidentes que de este modo acceden a contenidos on-demand, que ya no son la televisión del futuro sino la del presente.
Más allá de esta variable, podría pensarse también en un final de era del formato ShowMatch tal como se lo conoce en el presente y después de un recorrido de tres décadas que, tras los buenos números de la «novedad» que implicó el programa del lunes, después de un año de ausencia de Tinelli de la pantalla, con algún pico de 20 puntos e intentando dar batalla a su contrincante Telefé, líder absoluto en los últimos 40 meses, la medición cayó a la mitad e incluso algo menos en las últimas jornadas.
“La Academia”, el nuevo concurso de famosos y supuestas celebridades (habría que discutir de una vez por todas ese concepto) que da cuerpo de lunes a jueves a ShowMatch (los viernes estarán dedicados al humor desde la semana próxima) no es otra cosa que una lavada de cara al viejo “Bailando por un sueño” y el rating no acompaña. De hecho, la telenovela enlatada Doctor Milagro y su tándem del prime time con MasterChef Celebrity arrasaron el jueves por la noche en materia de rating desde la pantalla de Telefé.
A las 21.30, ShowMatch (eltrece) marcaba 10.4 puntos y en Telefé, Doctor Milagro se acercaba a los 15, una batalla que una hora más tarde ponía apenas un punto más arriba al reality de baile y humor y la telenovela turca alcanzaba los 18 puntos, para cerrar, a las 23, con Marcelo Tinelli en un bajísimo piso de 7.6 y MasterChef Celebrity superando los 20 puntos, consolidado como el gran éxito (el único) de la tevé abierta del presente.
La pregunta que aparece es porqué lo que ofrece Tinelli ya no interesa a una franja ancha de público que lo acompañó a lo largo de treinta años. Y las respuestas son varias. En principio, mucho de lo que se dirimía en el piso del programa en materia de reality show, que en la mayoría de los casos no fue de la mano del talento de los participantes, hoy ocupa un lugar preponderante en las redes sociales que han democratizado, para bien y para mal, las opiniones.
También la ponderación, en su gran mayoría, de cuerpos hegemónicos, con un ballet de chicas que acompaña cada uno de los momentos del programa resulta extemporáneo. Pero además, ya no hay “sueños”; nadie concursa allí más que para saciar su propio ego, cuando antes, las parejas participantes apoyaban a entidades de bien público que llevaban adelante obras de caridad y que imponía otro color por fuera de los escándalos.
Y el malestar del conductor tampoco ayuda. Las respuestas de un Tinelli algo esquivo y enojado frente a la merma de audiencia son la prueba de la preocupación que hay puertas adentro de LaFlia (su productora) y la señal del Grupo Clarín, que claramente esperaban más del mentado regreso que poco tiene para hacer frente al inamovible primer puesto de Telefé.
Tanto es así que la incomodidad de Tinelli lo llevó a defenderse de algunas de las críticas que recibió frente a los “descuidos” sanitarios con información errónea, como la respuesta que el conductor ofreció al aire al ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Daniel Gollán, quien luego del programa debut, que fue carne de cañón de casi todos los demás programas de la tevé criolla exceptuando los de eltrece, dijo que el envío había ofrecido “una mala imagen”, algo incontrastable: no hubo barbijos, un centenar de personas se agolparon en el estudio, se abrazaron y saltaron como si el fantasma del coronavirus no existiera y la muerte no acechara.
Tinelli, que por el programa del lunes tuvo incluso algunas denuncias en la Justicia, respondió, mal asesorado y malhumorado, que peor imagen había dado un ministro, en referencia a Gollán, procesado por el denominado Plan Qunitas, una causa que se desmoronó, como tantas otras que armó en medio del macrismo el ya fallecido juez Claudio Bonadio.
Los datos indican el fin de una era y el falso romance del productor y conductor con el Grupo Clarín, enemigos íntimos de históricos fuegos cruzados, estaría cerca del final. Y con números que no lo acompañan, la televisión argentina ya puede prescindir, al menos por el momento, de la presencia de Marcelo Tinelli.