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Concia, único árbitro argentino en el Mundial femenino Sub 18

“Más allá de impartir justicia como árbitro intentamos educar, utilizando el silbato, las reglas y tantos años de experiencia que tenemos”, expresó el mendocino de 50 años.

El Mundial Sub 18 femenino trajo a Rosario el mejor vóley del planeta y además de las jugadoras y cuerpos técnicos, a la ciudad llegaron los mejores jueces elegidos por la FIVB. Este es el caso de Fabián Concia, árbitro internacional argentino.

Nacido en Mendoza, el juez de casi 50 años está ubicado en la élite del arbitraje mundial. Su carrera comenzó en el año 1986 dirigiendo la liga mendocina y ya hace 10 años que participa en torneos mundiales del máximo vóley.

Uno de sus primeros torneos fue en Rosario y recuerda con gran emoción que sus comienzos hayan sido en la cancha de Newell’s. “Para mí esto es muy fuerte. Yo empecé mi carrera arbitral en el año 86 y en el año 93 fui juez de línea en este estadio”, relató mientras miraba la cancha de reojo.

Añadió sobre esa experiencia: “Participé como juez de línea en el Mundial juvenil masculino. Hoy volví como árbitro internacional, es una alegría enorme”. El juez internacional llegó a la ciudad en el 93 y se llevó muchos amigos, ahora en 2017 se reencontró con muchos de ellos y así lo siente: “Comparto con mi familia del vóley (de Rosario) este momento. Para mí me llena de alegría”.

Rápidamente Concia hizo una recapitulación de su carrera. “Tengo mucha suerte con mi carrera”, respondió con mucha humildad, para luego agregar: “Tuve mucha competencia, esta es mi 5ª designación del año”. Y sumó: “En el 95 si bien tuve la posibilidad de estar en el Argentina campeón del Panamericano, eso fue muy fuerte. Pero esta cancha es especial, acá empieza toda mi competencia internacional”.

En cuanto a su designación remarcó que es el primer Mundial que dirige aunque aclara que tuvo la suerte de dirigir seis Grand Prix (torneo anual femenino con las mejores selecciones mayores a nivel mundial) y destaca que esta cita de Rosario fue distinta ya que lo encuentra con una vasta experiencia. “Ahora soy padre; estas niñas las veo como mi hija si fuera en el futuro”. No obstante se puso firme para aclarar: “Uno más allá de impartir justicia como árbitro intenta educar, utilizando el silbato, las reglas y tantos años de experiencia que uno tiene”.

Además, indicó las diferencias del nivel juvenil y el mayor en cuanto al referato. “Acá es más fácil porque el juego es más lento. A nivel alto, donde hay otros intereses, por ahí el dinero juega siempre otras cartas. También hay otros elementos que nos pueden ayudar a resolver alguna injusticia” y nombraba al Challenge como un punto positivo del nivel mayor.

Con una larga carrera sobre sus espaldas, Concia, además de árbitro, es Secretario Nacional de arbitraje en la parte técnica (área que se encarga de la actualización del reglamento) y se ilusiona con algún día poder transmitir todo lo que aprendió. “Mi sueño es ser instructor, más allá del país”, pero admite que eso lo excede: “Esas ya son decisiones que se toman en otros escalones, juega un poco más la política”.

En el contacto que mantuvo el referí con Departamento de Prensa del Mundial, se tomó unos minutos para hacer memoria acerca de su paso por la ciudad: “Rosario siempre me gustó como ciudad, su gente siempre me gustó”. Y mientras observaba el campo de juego, con mucha emoción sentenció: “Me parece como si ayer estuviera acá, nada más que ahora con otro uniforme, lo disfruto”.

Y luego, sin dejar de lado las sensaciones de volver, destacó a Rosario como “cuna del buen vóley”, a la gente que siempre se hizo presente y la importancia de este evento porque “uno no sabe cuándo puede volver al país”.

“La gente que manejó el Mundial es profesional, no son ningunos improvisados”, completó el experimentado árbitro.

Por último, relató un momento muy peculiar vivido en el Claudio Newell: “Fue en este gimnasio. Juez de línea en la línea 4. Partido Checoslovaquia vs. Argentina en el Mundial del 93. Iba el balón a caer afuera, y todo el mundo estaba mirando. ‘Este es mi momento de hacer una buena señal’ pensé y al parecer el banderín venía de los partidos anteriores y probablemente estaba húmedo por las manos de mis compañeros. Al momento de agarrarlo, marqué con tanta energía al balón afuera que el banderín voló para arriba unos 10 metros”.

El juez, entre risas, terminó la narración: “Mis compañeros del frente, en el box 1, se morían de la risa. Yo todo serio, me puse muy rojo, y miré al primer árbitro, le dije que había sido fuera con una sola mano y el 1er. árbitro, que no aguantaba la risa, se apoyó la frente en el poste, justo habían pedido tiempo muerto. Fue genial”.

Fabián Concia no fue jugador profesional de vóley pero sin dudas es palabra autorizada para hablar de este deporte. Más de 30 años en el referato, y con una década en el nivel máximo, el mendocino se hizo un lugar en el vóley argentino y bien merecido lo tiene.

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