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Concierto Urgente para mi Tierra, una comunión de arte y compromiso de la mano de un maestro rural

León Gieco, Lito Vitale, Mavi Díaz y muchos otros músicos participaron de una convocatoria inédita en San Marcos Sud para repasar el trabajo de Ramiro Lezcano y sus alumnos de escuelas cordobesas y santafesinas. La preocupación socio ambiental transformada en canciones para generar conciencia

El alumno nuevo no era del pueblo, había llegado de Chaco. Al maestro le inquietó ese rostro sin sonrisas. Y es que las había dejado en su lugar del mundo, del que tuvo que emigrar con la familia porque el monte donde vivían desapareció bajo las topadoras. Ahí nació Luna Triste, acunada por el folclore, los Beatles y ritmos de la India y África. El tema forma parte de Canciones Urgentes para mi Tierra. Y el maestro es Ramiro Lezcano, docente de música en escuelas rurales de Córdoba que gestó ese proyecto.

De a poco y a pulmón, empezó hace seis años bajo el convencimiento de que todos deberían sentirse parte de la degradación socio ambiental que expulsa poblaciones, arrasa los paisajes naturales y con ello la diversidad de la vida. Y que hay mucho que se puede hacer desde el lugar y el momento que a cada uno le toca. En su caso: generar conciencia a partir de la música, con canciones paridas por las experiencias propias y ajenas, construidas entre todos en las aulas.

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La propuesta, ya materializada en dos discos de los que participaron artistas nacionales y latinoamericanos, marcó el pasado 12 de noviembre un hito que no es punto final sino un trampolín de despegue para mayores desafíos. Desde el mediodía y hasta entrada la noche, el Concierto Urgente para mi Tierra sacudió ese domingo a la comuna cordobesa de San Marcos Sud.

Allí estuvieron los chicos, su maestro, León Gieco, Lito Vitale, Mavi Díaz y otros muchos músicos de todo el país, bajo un sol implacable en el parque al costado de las vías y la vieja estación de ferrocarril de San Marcos Sud.

A ese “Woodstock ambiental” se acercaron colectivos ambientales, vecinos. También, investigadores de varias disciplinas que apoyan con argumentos científicos la necesidad de retomar la convivencia con la naturaleza que asegure la vida de todos, en lugar de la explotación que enriquece a unos pocos.

 

Integrantes de la Multisectorial Humedales de Rosario, de Pueblos Fumigados, abogados ambientalistas como el rosarino Lucas Micheloud, el docente de la Universidad Nacional de Rosario Damián Verzeñassi, entre muchos más, participaron de un hecho artístico sin precedentes. No salió bien, salió mejor. El pronóstico de lluvia para la jornada no se cumplió y hasta se pudo sumar material fílmico para un próximo documental sobre el trabajo de Ramiro y sus alumnos.

Canciones urgentes para mi tierra es un proyecto artístico-pedagógico que continúa creciendo en escuelas rurales y de pueblos chicos del sudeste de la provincia de Córdoba y sudoeste de Santa Fe.

 

Ética y estética, arte y compromiso

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Las problemáticas ambientales que abordan las canciones surgen de lo que intercambian en el aula Ramiro y sus alumnos. Todos opinan, y a la par hay investigaciones, búsquedas de más testimonios, diálogo con las familias. Eso alimenta las letras y las músicas. No hay fronteras de género: chacarera, punk, blues, carnavalito, zamba, copla, hard-rock y sigue la lista.

Bichito de luz, del tercer disco pronto a salir, salió de la pregunta de un abuelo: ¿Por qué no había casi luciérnagas en al campo, como él las recordaba? De ahí, averiguar, buscar colectivamente las causas. Y surgieron, otra vez, los agrotóxicos, y las pérdidas de los hábitat por el avance de la frontera agrícola.

“No estamos contra el campo, si nosotros, las escuelas rurales, somos el campo”

La diversidad es uno de los pilares del proyecto. Y la ética ambiental. Es ambicioso: “Sólo a través de una acción comprometida podremos cambiar las conductas sobre el entorno y reconstruir un nuevo pensamiento. Los seres humanos y la naturaleza tienen un interés común que es el mantenimiento de la vida sobre el planeta. En nuestra relación con la Tierra debemos adoptar una ética holística, sentirnos parte del entorno. Se debe abandonar la visión antropocéntrica para comenzar a comprender la humanidad en relación con todo lo existente. Debe darse una ética de la simbiosis en lugar de la dominación”, planta bandera la página de Canciones Urgentes.

“No quiero el confort/de este mundo nuevo/si talamos los montes/y envenenamos el suelo”. La deforestación, los agrotóxicos, el avance a cualquier costo y tecnología de la frontera agrícola sobre los ambientes naturales, la pérdida de biodiversidad, el desarraigo de las poblaciones rurales son el centro de las canciones. Pero Ramiro aclara, se ataja de malos entendidos: “No estamos contra el campo, si nosotros, las escuelas rurales, somos el campo”. Y la prédica rinde frutos. “Muchos padres que trabajan en la producción agrícola hoy militan el proyecto”, se entusiasmó en una entrevista.

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La “urgencia” de las canciones es aun mayor en tiempos que parecían imposibles, con discursos violentos, negaciones del cambio climático, anunciado desarme de políticas públicas ambientales, glorificación del mercado como ordenador social, desregulaciones. Un retorno al siglo XIX al que habrá que ponerle el pecho, resistir convenciendo y nombrando lo que se esconde, como proponen las Canciones Urgentes.

 

500 músicos de todo el mundo

La lista de los convocados por Ramiro para los discos Verde y Naranja del proyecto es interminable.

Con las inmerecidas omisiones en una lista de cerca de 500 artistas, incluye a León Gieco, el cubano Pablo Milanés, ya fallecido, Jairo, Víctor Heredia, el tecladista oriundo de Venado Tuerto Leo Genovese, íconos del rock nacional como Billy Bond, Claudio Gabis, Ciro Fogliatta, Machi Rufino, Héctor Starc y Willy Quiroga, Claudia Puyó, Richard Coleman, Daniel Melingo, el español Dyango, Piero, María Rosa Yorio, César Banana Pueyrredón, La Mona Jiménez, la coplista Mariana Carrizo, el recordado Palo Pandolfo, Peteco Carabajal, Hilda Lizarazu, Suna Rocha, Antonio Birabent, Miguel Cantilo, Gustavo Cordera, los rosarinos Litto Nebbia, Juan Carlos Baglietto y Silvina Garré, Raly Barrionuevo, Antonio Tarragó Ros, Teresa Parodi, el Dúo Coplanacu, Jorge Rojas, Roxana Carabajal, el Duende Garnica, Piñón Fijo, Javier Calamaro, Chacho Echenique (Dúo Salteño), Marián Farías Gómez, Marcelo Moura, Leo García, Benito Cerati, Francisco Bochatón, Ulises Butrón, el armonicista Franco Luciani… Voces en castellano, inglés, quechua, guaraní… una murga uruguaya… varios coros de niños.

En la grabación de los temas participaron más de 50 estudios de grabación de la Argentina, España, Estados Unidos, Italia, Colombia, Chile. El primer ingeniero de sonido que se sumó fue Jorge «Portugués» Da Silva, el histórico profesional que produjo la serie Encuentro en el Estudio con Lalo Mir en los estudios ION.

Y hay próximo disco: será Mensajes de tierra adentro, en preparación. A él se suman el panameño Rubén Blades, el uruguayo Rubén Rada, Pedro Aznar y Gustavo “Chizzo” Nápoli, entre otros.

 

La primera canción y la primera colaboración

La idea era hacer una Marcha de la bronca, el clásico de Pedro y Pablo que compuso Miguel Cantilo, para traducir el malestar por lo que se conocía ya de los estudios de salud y estadísticos realizados en localidades cercanas como Monte Maíz y Canals, que exponían una conexión directa entre varias enfermedades y las fumigaciones con agrotóxicos. Así surgió Juguemos en el Campo. En la letra está Monsanto, la multinacional luego comprada casi como una ironía por el emporio farmacéutico Bayer. Fue antes, incluso, de que la Corte Suprema de Estados Unidos ratificara un fallo en su contra por los daños causados por el herbicida Round Up, a base de glifosato.

Ya compuesta, uno de los alumnos le sugirió a Ramiro que invitaran a cantarla a un artista que hacía poco les había propuesto escuchar, junto a Silvio Rodríguez: Pablo Milanés. El maestro respondió que era casi imposible, pero igual lo intentó. Fue a partir de contactos no oficiales del cubano, sin expectativas. Para su sorpresa, Milanés respondió a los 15 días, mientras cumplía con una gira en México. Dijo que le gustaba el tema, lo grabó y lo envió por correo electrónico.

 

Todos los cantos, todos, en San Marcos Sud

Las buenas sorpresas se sucedieron en el parque de San Marcos Sud, a 150 kilómetros de Rosario. Una de las primeras fue el grupo folclórico Los Cautivos, de Salta, que recorrieron miles de kilómetros para dar el presente. Otra, la orquesta académica del Teatro Libertador. Y el soprendente grupo de adolescentes de Playing for Change de Diamante, Entre Ríos. Aquí un dato: los dirigió un rosarino: Martín Chemes, armonicista, gestor cultural y docente de música, además de productor y director del “Festival Internacional de Armónica de Rosario” desde 2016.

Otra maravilla fue el Coro Gospel Córdoba Misty Soul Choir. Y así hasta el gran final.

Cerca de las 20, los chicos de las escuelas rurales, que habían llegado antes al predio, comenzaron a subir al escenario con sus guardapolvos junto a varios de los músicos que ya habían tocado, como Fabricio Rodríguez. De a poco se sumaron León Gieco, Lito Vitale, Mavi Díaz, el Coro Canciones Urgentes y la Orquesta Sinfónica de Córdoba. Escenografías, pantallas gigantes, luces, vientos, guitarras, teclados, bronces y voces recrearon algunas de las canciones urgentes.

Así llegó la impactante y potente Caranchos de Metal, que estará en el tercer disco. Precedido por el sonido de aviones, los chicos con máscaras antigás, imágenes fuertes de la contaminación por las fumigaciones y la destrucción de los ambientes en las pantallas le pusieron marco al mensaje. Con la voz de Gieco, los coros y las orquestas.

León le puso el broche final. A días de que, en Nueva York, inauguraran el “corner” en homenaje a Charly García por los 40 años del álbum Clics Modernos, en Walker St. y Cortland Alley, al sur del Soho, el nacido en Cañada Rosquín interpretó El fantasma de Canterville en la versión original, dijo, que Charly compuso para él. El final, casi obvio, fue con Sólo le pido a Dios, un himno que resonó al final de un domingo histórico que congregó a cerca de 10 mil personas.

 

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