Una investigación científica concluyó en que la emisión de humo proveniente de los incendios forestales que llegan a la atmósfera incrementa su toxicidad, a causa de un cambio en su composición química, se informó hoy.
El informe fue realizado por Rawad Saleh, investigador y docente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Georgia y fue publicado por la revista Atmospheric Environment, informó la agencia DPA.
Según el científico, «los mecanismos de toxicidad son diferentes si se está expuesto al humo directamente de un incendio, en comparación con después de que pasa un tiempo en la atmósfera».
Para el estudio, Saleh y su equipo quemaron biomasa (follaje de roble, agujas de pino y ramas de nogal) en una cámara ambiental y luego usaron radiación UV para iniciar el envejecimiento fotoquímico de las emisiones.
En un entorno de laboratorio, expusieron células epiteliales de pulmón humano al aerosol resultante y los resultados del equipo indican que el tipo de exposición (humo fresco versus humo envejecido, por ejemplo) afecta a las células de diferentes maneras.
El humo fresco es peor para causar daño a las mitocondrias, que procesan los alimentos y producen energía a nivel celular, mientras que el humo envejecido provoca más estrés oxidativo, lo que puede conducir a la muerte celular.
«Puede haber varias personas expuestas a las emisiones de un incendio forestal que desarrollen enfermedad pulmonar obstructiva crónica», señaló Saleh en un comunicado y agregó que «alguien expuesto a humo fresco, como un bombero, podría necesitar un tratamiento diferente para la EPOC que alguien expuesto a humo envejecido a 50 millas del fuego».
Para este estudio, los incendios forestales aumentan su proporción de contaminación a medida que el cambio climático crea condiciones más cálidas y secas, precisó DPA.
«Dentro de 10 a 20 años, la mayoría de las cosas que respiramos que sean dañinas probablemente provendrán de un incendio forestal en algún lugar del mundo», afirmó Saleh.