1º premio: Leonardo Berneri, Oficio
1ª mención: José Luis Jaimes, Últimas imágenes de la noche
2ª mención: Paula Siam, Piel de mandarina
3ª mención: Juan Blanco, Un señor llamado Andrés
Entre los fundamentos de la decisión, el jurado señala que en “Oficio”, el cuento ganador, se destaca la sobria pero elocuente construcción de un personaje y de un ambiente fácilmente reconocibles. Bajo la premisa que postula el título, se orienta a los lectores hacia diversas interpretaciones posibles que, con el correr del relato, permitirán componer otra lectura de los sucesos narrados, de la tensión del personaje y de sus proyectos
futuros. Todo esto, a través de un narrador austero y preciso, con un lenguaje sencillo que fluye sin ripios ni veleidades, con lograda pericia y sutileza en la escritura.
En relación con la primera mención, “Últimas imágenes de la noche”, el jurado destaca el difuso ambiente histórico que el narrador construye ubicándonos en un tiempo ambiguo, reconocible, pero a la vez, impreciso con un lenguaje y un tono elaborados, que se mantienen a largo del cuento para desplegar la historia de una postergada venganza que se va prefigurando en los pliegues de la trama. Se trata de un cuento de lograda construcción formal y con interesantes acercamientos a los conflictos internos y tensiones de los personajes.
En cuanto a la segunda mención, “Piel de mandarina”, la distopía es narrada con austeridad a través de un lenguaje preciso que contribuye al
particular clima del cuento y a la sensación de estar ante una amenaza naturalizada. El final presenta sin embargo una potencial fisura en ese
mundo hostil, sin precisiones ni alegorías evidentes, y sugiere siempre desde la economía narrativa.
En “Un señor llamado Andrés”, el autor propone un viaje tenso entre un hombre y dos niños. La construcción del personaje de ese señor que maneja (no sabremos nunca hacia dónde) pone en tensión al lector, siendo imposible mantenerse ajeno a la situación. La utilización de la canción de María Elena Walsh como excusa para esconder su nombre le da un halo de mayor peligro. El final abierto deja una sensación de angustia que sólo engrandece el relato, concluye el jurado.