Cuando Lorena llegó al hospital con el 80 por ciento del cuerpo quemado dijo que había sufrido un accidente mientras preparaba mates en su casa de zona sudoeste. Explicó que la cocina tenía un desperfecto, que al levantar la pava se le incendió la remera y como no pudo apagar las llamas corrió a la habitación en busca de su pareja, quien la tapó con una frazada y la llevó al hospital. El incidente ocurrió el 27 de enero de 2011.
Treinta y tres días después falleció. Durante su internación, la joven de 20 años repitió el relato a policías, médicos, enfermeros e incluso a su propia familia. La versión era idéntica a la de su novio. Sin embargo, la causa dio un giro de 180 grados cuando los padres de la chica manifestaron sus dudas sobre la conducta del concubino al juez Javier Beltramone, quien realizó una compleja investigación, ya que era tarde para realizar una autopsia, y lo procesó por homicidio.
La semana pasada y a cuatro años del hecho, el juez de Sentencia Gustavo Salvador, condenó al muchacho de 24 años a 17 años de prisión. Su conducta no fue encuadrada como femicidio, que tiene una pena más gravosa, porque el hecho ocurrió antes de que esa figura legal se incluya en la modificación del Código Penal, a fines de 2012, y su aplicación no puede ser retroactiva.
Franco Sebastián A., de 24 años, fue encontrado responsable por el juez Salvadord el homicidio de su pareja, Lorena Vanesa Giménez. Según la acusación de la fiscalía y la querella, la tarde del 27 de enero de 2011, el joven roció con un combustible líquido a su novia y la prendió fuego dentro de su domicilio de Pasaje Villegas al 6000, en la zona sudoeste, para luego apagarla y trasladarla al Hospital Roque Saenz Peña. La joven falleció el 3 de marzo siguiente en el sanatorio Rosendo García a causa de un “distress respiratorio” producido por quemaduras en el tórax, brazos, piernas y rostro.
Las sospechas
Según los testimonios, la pérdida de un embarazo de un mes antes de sufrir las quemaduras había dejado a la joven muy angustiada. No obstante, los allegados a Lorena aseguran que la relación con su novio era tortuosa, que se había aislado de sus afectos y que solían verla con moretones, aunque nunca acusaba a su pareja de golpeador. Por el contrario, desde el círculo íntimo del muchacho las referencias eran opuestas. Hablaron de una relación cariñosa en la que el joven nunca la maltrataba.
“Tengo sospechas de que mi hija haya sido quemada por su concubino Franco. A este chico prácticamente ni lo conocemos porque hace aproximadamente seis meses que estaban juntos. Antes de que ocurriera esto, lo habremos visto tres veces. En esas oportunidades pude apreciar que él la miraba de una manera muy mala y cuando hablaba tenía mala forma de decir las cosas. Siempre que venía mi hija a visitarnos se la notaba nerviosa, como que tenía miedo. En más de una oportunidad la hemos visto con marcas de golpes y al preguntarle, siempre nos decía que se cayó, nunca que él le pegaba”, dijo Jorge, el padre de Lorena. Su mamá, Adelina, agregó que cuando su hija estaba internada y le preguntaba qué había ocurrido, a la joven le agarraban ataques y empezaba a temblar y llorar. También dijo que su novio la iba a visitar a diario y cuando se iba, su hija le decía “que quería volver a vivir con nosotros, que tenía miedo”.
Maltratos
En relación a los tratos violentos que sufría la joven declararon sus hermanos, una prima y una amiga que coincidieron en que solían verle moretones que ella justificaba con caídas o golpes accidentales. Amigos y familiares de Franco lo describieron como “un chico amiguero, familiero y alegre” y a su relación con Lorena “con buena comunicación, fluida y de mucha confianza”. Y aseguraron nunca haberle visto marcas a la joven, que siempre estaba de musculosa y pantalón corto.
Ante esta disyuntiva sobre si la relación de pareja era “violenta y cerrada” o “cordial y amena”, el fallo condenatorio dictado por Salvador refiere se inclina por un vínculo cargado de violencia física y psíquica: “Tales datos resultan reveladores de un estado de pánico y de sumisión en la víctima, que sabedora del verdadero origen de sus dolencias, termina aceptándolas y en la creencia de su culpa por las mismas, manifiesta un encono hacia quienes pudieran llegar a denunciar a su pareja por ser el causante de su padecer”, sostuvo el magistrado.
Untada en alcohol
Pero la declaración más significativa fue la del imputado, quien primero reafirmó el relato del accidente, tal cual lo había declarado en vida su mujer, y diez meses después, con los avances de la investigación del juez de instrucción Beltramone –quien realizó pericias en la cocina de la casa y hasta una reconstrucción con un maniquí, ya que llevó adelanta la causa sin la posibilidad de realizar una autopsia–, amplió su testimonio para decir que Lorena se roció sola con alcohol y se encendió.
En esa segunda versión y ya imputado de homicidio, Franco dijo que esa tarde había tenido una “pequeña discusión” con su novia, y que momentos después “ella viene toda untada en alcohol y me dice que si yo la dejaba, ella se mataba, y ahí agarró un encendedor y se prendió fuego. La discusión en ese momento fue porque ella siempre decía que yo la iba a dejar y ahí empezó a decirme que yo la iba a dejar porque ella había perdido el bebé”.
Luego, dijo que la llevó al hospital, donde Lorena le hizo jurar que no diría nada a sus padres porque no quería que ellos se enteren cómo se había quemado. El joven dijo que cada vez que la iba a visitar ella le hacía jurar que no diría nada. “Pero ahora lo digo porque no aguanto más todo esto que estoy viviendo. Ustedes están buscando la verdad, por eso yo ahora vengo a contarles todo para que sepan cómo fue verdaderamente”.
Amor
Franco dijo que conoció a Lorena a los 14 años en una escuela católica y a los 20, al final de la secundaria, comenzaron a noviar. Pocos meses después un embarazo los llevó a vivir juntos y tras la pérdida del bebé, dijo que su mujer entró en un cuadro depresivo con miedo a que la abandone.
Pero el juez Salvador, a cargo de la sentencia, concluyó que la nueva declaración aconteció luego del informe de la Agrupación Bomberos Zapadores sobre el buen funcionamiento de la cocina.
Y en ese sentido, los tres magistrados concluyeron que al ver derrumbada su premisa defensiva esgrimió una nueva hipótesis de suicidio ante la angustia y la depresión por la pérdida del embarazo que “no resulta creíble”, por lo que resolvieron la condena.