Cuatro hombres y una mujer fueron condenados este martes por la ejecución de Nicolás «Fino» Ocampo, un ladero del capo narco Esteban Alvarado, y por la tentativa de homicidio de un empresario que había encargada por su ex socio, ambos cometidos con días de diferencia en abril de 2021. El tribunal, integrado por los magistrados Rodrigo Santana, María Isabel Más Varela y Mariano Aliau, dictó para Fabio Giménez, su ex pareja Joana Bernal junto a sus laderos Brian «Narigón» González y Uriel Reynoso la prisión perpetua por el homicidio y la tentativa por promesa remuneratoria mientras que para Germán Ponce resolvió 14 años de prisión. Respecto a Giménez se conoció por la investigación que en el último tramo de su condena se convirtió de gatillero en una especie de gerenciador de tiratiros y que por el crimen del Fino había cobrado 270 mil pesos. Aún no trascendieron quién o quiénes fueron los que pidieron ese homicidio.
El fiscal Luis Schiappa Pietra de la Agencia de Criminalidad Organizada y reconstruyó el caso en base de los indicios recolectados a lo largo de las audiencias del debate oral que comenzaron el 18 de marzo pasado en el Centro de Justicia Penal.
A juicio por crimen del ladero de Esteban Alvarado Fino Ocampo e intento de homicidio de empresario
Fino Ocampo tenía 38 años y había firmado un juicio abreviado por integrar la banda de Esteban Alvarado, quien terminó condenado a perpetua por la misma causa. Fino había recuperado la libertad en agosto de 2020 con libertad condicional y en esos primeros días fue blanco de un atentado armado contra su vivienda.
Pasó poco más de un año y el 16 de abril de 2021 lo mataron a sangre fría en la puerta de esa casa de Ocampo al 6600. Eran alrededor de las 15 cuando estacionó su camioneta. Estaba con su pareja y su pequeño hijo, de entonces 2 años. El nene había quedado con Fino arriba de la Toyota Hilux cuando el acompañante de un motociclista bajó y lo acribilló. Murió casi en el acto y el pequeño sufrió lesiones menores por el estallido del parabrisas.
Schiappa Pietra describió en las jornadas que la pesquisa del crimen del Fino se agilizaron luego de que una fiscal federal advirtiera a sus colegas de la Justicia ordinaria que tenía escuchas de la línea que Giménez utilizaba desde la cárcel, que había sido intervenida en una causa por drogas.
El jefe de la División Antidrogas de la Policía Federal local, Raúl Hirsch estaba a cargo de esa investigación y declaró en este juicio. Esa intervención al celular que usaba Giménez desde la Unidad Penal 3 donde transitaba sus últimos tramos de una condena anterior daban cuenta que había gran intercambio de llamadas y mensajes entre éste, su entonces pareja Bernal y los dos presuntos ejecutores del crimen de Ocampo, que para los fiscales demostraron sus participaciones y roles.
Esos mensajes dieron cuenta que Giménez ordenó a dos personas que vigilaran días previos los movimientos de Fino en la puerta de su casa. Después contrató por 5 mil pesos a dos personas para que siguieran a la víctima en auto y pagó 100 mil pesos al Narigón González por la ejecución, mientras que le dio 60 mil a Reynoso, a quien en las escuchas denominan “el piloto”.
Doscientos setenta mil pesos para matar a Nicolás «Fino» Ocampo
Según la pesquisa, el pago por el crimen fue concretada a las 21.35 en una estación de servicios ubicada en el cruce de las avenidas Provincias Unidas y Juan Domingo Perón y la secuencia quedó captada por las cámaras de seguridad. Para la Fiscalía, la encargada de entregar ese dinero fue Bernal, bajo las órdenes de su entonces pareja Giménez.
Mientras que la acusación estimó que el matrimonio se quedó con 100 mil pesos por organizar el crimen del Fino, aunque aún falta identificar quién o quiénes encargaron y pagaron el homicidio.
También se supo que tras el crimen, Giménez siguió dando órdenes a Bernal para procurar su impunidad: “Hola amor. Ahí los pibes que recién trabajaron la changuita esa de la pared que tenían que levantar. Dale 5 mil pesos para que se corten el pelo, ahí en un rato me pasan la plata”, decía uno de los mensajes en los que también hablaban de que les consiguiera remises para los llevara a los inmuebles donde se esconderían y ocultaran la moto.
El fiscal consideró que estas pruebas llevaron a que el rol de la mujer fuera de partícipe necesaria debido a que previo al crimen entregó un celular para que Narigón González se comunicara con Giménez; además gestionó los remises para los tiradores, les entregó 5 mil pesos para que cambiaran su fisonomía y le dio lugar para que escondieran la motocicleta.
Otro encargo de matar que no fue
Las cinco personas fueron condenadas por tener distintas participaciones en otro delito: la tentativa de homicidio del empresario Mauricio L. del Laboratorio Nutrilab, ubicado en avenida del Rosario al 2700.
Esas mismas intervenciones telefónicas permitieron conectar a Giménez con este ataque y frustrarlo. De esas escuchas surgió que el plan para asesinar había sido encargado por otro empresario y ex socio de la víctima, identificado como Lucas Farruggia, quien pagó medio millón de pesos y por el que la banda había recibió 100 mil como adelanto. Farruggia fue condenado en un juicio abreviado a 11 años de prisión como instigador.
La intervención telefónica arrojó que Farruggia contactó a Germán Ponce para matar a su ex socio y éste llamó a Giménez, quien desde la cárcel llamó a Reynoso. Hubo dos intentos, uno fue a cinco días del crimen del Fino, el 21 de abril de 2021 cuando un joven, que luego sería identificado como Reynoso, llegó en moto a la empresa, preguntó por Mauricio y al tenerlo enfrente le disparó sin lograr herirlo.
Luego, planificaron un nuevo atentado para el 12 de mayo de ese año pero los pesquisas se anticiparon y resguardaron a la víctima. Reynoso fue detenido en una moto cerca de ese lugar.
Schiappa Pietra destacó en su alegato de cierre de este juicio del viernes pasado “la prueba común para ambas investigaciones, concentrada en la intervención del comisario inspector Hirsch».
Para el 14 de mayo de ese año, las cinco personas habían sido identificadas y quedaron imputadas por los dos delitos por el que ahora terminaron condenados Giménez, su ex pareja Bernal, González y Reynoso a la máxima pena mientras que Ponce recibió 14 años por gestionar la tentativa de homicidio del empresario.
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Cuando se cometieron estos dos delitos, Giménez, de 34 años, estaba en la cárcel de Zeballos y Riccheri, terminando una condena anterior, luego lo trasladaron a la Unidad Penal 1 de Coronda. Pasó un año y las crónicas policiales volvieron a hacerse eco de su identidad cuando en mayo de 2022 apresaron a su actual pareja Samanta Vilches en la entrada de esta prisión.
A los días terminaron imputados por el fiscal Pablo Socca por llevar a cabo una mecánica idéntica a los otros hechos pero con el objetivo de extorsionar a comerciantes de Villa Gobernador Gálvez y la zona sur de Rosario que databan de enero y febrero de ese año. A algunos les exigían unos 3 millones de pesos a cambio de no hacerles daño o balearles su negocios.
El 21 de diciembre de ese 2022, Giménez y Vilches sumaron otra acusación a cargo del fiscal Adrián Spelta como organizadores del homicidio de Verónica Almada, de 38 años, cometido la noche del 18 de febrero de ese año en Urquiza al 6000, en barrio Ludueña.
El ataque lo cometieron al menos cuatro personas en un auto desde donde gatillaron unas 20 veces. Además de asesinar a Verónica, hirieron a una joven y a un niño. La investigación arrojó que el blanco era el hermano de la víctima, a quien relacionaban con Los Monos. No trascendió hasta el momento información sobre quién encargó a Giménez ese asesinato.
Estas dos nuevas causas aún no llegaron a juicio oral.
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