La botella de alcohol flotaba en el agua, el desagüe de la ducha se tapó con la piel y el pelo de Alicia. Su ex pareja la encerró con llave y la dejó prendida fuego. Alicia se salvó gracias a una vecina que logró entrar a la casa y apagar el fuego que la envolvía. Las marcas quedaron tatuadas en su cuerpo. Parte de su rostro, cuello, pecho y brazos muestran la heridas que le dejó el ataque de un hombre que no aceptó el fin de la relación. El forense detalló que Alicia sufrió quemaduras tipo AyB y B en el 20 por ciento de su cuerpo que pusieron en riesgo su vida. Estuvo 40 días en coma inducido y otro mes internada en una sala del hospital hasta que pudieron hacerle injertos. Este jueves, el agresor fue condenado a 8 años de prisión. Alicia esperó nerviosa la sentencia, porque la sola posibilidad de que recuperara la libertad la aterraba. “Sentí una tranquilidad enorme, porque quedó condenado por las lesiones que tengo. Vamos a apelar para pedir más años porque 8 nos parece poco. Estoy contenta porque está condenado y hoy no sale a la calle”, sostuvo Alicia tras la lectura del fallo.
Sobre el acusado pesaba otra causa por violencia de una pareja posterior a Alicia, a quien maltrataba y le impedía salir de la casa. La Fiscalía solicitó 21 años por ambos hechos, mientras que la querella de Alicia pidió 15 años por la tentativa de homicidio calificada por el vínculo y el contexto de violencia de género. El acusado es asesorado por la defensora oficial Adriana Lucero. Pero la otra causa no avanzó ya que la víctima es la actual pareja del acusado y no ratificó la denuncia.
Alicia presenció todo el juicio, sentada entre el público, en silencio se secaba las lágrimas mientras escuchaba al forense describir las heridas que le dejó el fuego. Contó que estuvo en pareja con Néstor Rubén Gauna por casi 8 años. Tuvieron dos hijos. El nacimiento de la primera hija fue el punto de inflexión, a partir de allí comenzó a desatarse la violencia. “Tengo un nene de soltera y siempre fue la discordia, siempre fue el bastardo”, dijo.
La relación comenzó a cambiar totalmente, a tornarse violenta, primero en forma verbal. Luego la agresión empezó a ser física e incrementarse cada día. “Me separé tres veces y siempre tenía que volver porque me hostigaba. En la cuarta ya no. Me puse firme, no iba a volver y él no entendía por qué. Creía que estaba con el papá de mi primer nene”, dijo la mujer.
Alicia vive en la zona de Rodríguez al 4200. La tarde del 22 de febrero de 2014 el barrio estaba convulsionado. Se habían producido algunos homicidios y uno de los pibes que estuvo involucrado en el crimen de otro vivía al lado. En el barrio decían que iban a ir a prender fuego su casa y, como son dúplex, los techos estaban unidos. Si incendiaban la vivienda de su vecino el foco se iba a extender a la suya, contó.
“Iba a ayudarme a apagar el fuego”, dijo Alicia, con una mueca en el rostro. Empezaron a discutir como siempre y le pedí que se retire, explicó. Lo vio tomar sus llaves y le dijo a su hija, entonces de 7 años, que se iba a bañar. “Cuando me alcanzo a sacar el pantalón y la remera, siento que abren la puerta del baño, pensé que era W., mi nene de dos años. Cuando abrí la cortina, lo veo parado enfrente. Y de golpe el fuego”, señaló.
Gauna la empujó y la tiró al piso. La mujer quedó en el baño prendida fuego, a la vista de su hija. El hombre se fue y las encerró. Una vecina logró entrar, la metió bajo el agua y llamó a la ambulancia. Alicia ya no recordó nada más. En su retina le quedó grabada la botella de alcohol que rodaba en el baño mientras su vecina intentaba ayudarla. “Se tapó todo el desagüe de piel y de pelo, iba y venía la botella de alcohol”, aseguró.
La llevaron al Heca, donde estuvo 40 días en coma inducido. “Al asustarme se me quemaron todas la vías respiratorias”, contó. Después estuvo entre 20 y 30 días en sala hasta que pudieron hacerle injertos de piel. De allí la mandaron a su casa con una internación domiciliaria. No podía caminar bien, ni hablar, le costó mucho volver a la vivienda donde la atacaron.
Con ayuda psicológica, Alicia fue saliendo de a poco. “No fue fácil pero por mis hijos salí adelante”, dijo. Actualmente vive de una pensión, tiene comprometida la movilidad del 80 por ciento de uno de sus brazos y se ayuda con la venta de pan casero.
Recién a fin de abril de 2014 Gauna fue detenido, pero logró beneficios. Primero consiguió salidas laborales. “Dijo que necesitaba trabajar porque teníamos hijos en común y debía mantenerlos, cosa que nunca cumplió”, contó Alicia.
Después le otorgaron una libertad restringida. A mediados de ese año se lo cruzó en la calle con su nueva pareja: “Se reían y me dijo: no te moriste, hija de p…, vas a tener una bala en la cabeza”. Alicia activó su botón de pánico y lo detuvieron, pero a la semana estaba otra vez en la calle, contó.
Un mes antes que Gauna la prendiera fuego, el hombre se presentó en su casa, empezó a empujarla y provocarla, le decía que iba a llevarse los hijos. Ella agarró un fierro y le pegó. Él la denunció.
Después de obtener el alta médica la citaron de Tribunales, la imputaron y finalmente la condenaron por lesiones. “Tengo una condena de 6 meses en suspenso porque me defendí”, aseguró con un dejo de nostalgia. “Siempre salgo perdiendo”, agregó.