Dos hombres fueron condenados a 25 años de prisión por un doble crimen que generó conmoción y dolor en el barrio Molino Blanco, en septiembre de 2022. El ataque terminó con la vida de Jonatan Schneider mientras circulaba en bicicleta, y las balas alcanzaron, como consecuencia, a Graciela Carrizo, una mujer de 58 años que hacía 30 vivía en el barrio y esa tarde estaba tomando mates en la plaza, cuando tuvo que tirarse encima de sus nietas para protegerlas, al oír las detonaciones. Hoy, el barrio por el que hacía trabajo social tiene una calle con su nombre.
Pedirán 28 años de prisión efectiva para dos hombres por feroz ataque que dejó dos víctimas fatales
Luego del juicio oral que comenzó días atrás, el tribunal integrado por Gonzalo Fernández Bussy, Ismael Manfrín y Mariano Aliau sentenció a Miguel López, de 35 años, y Diego Aguirre, de 27, luego de que durante el juicio el fiscal Lisandro Artacho les atribuyera el hecho cometido aquel domingo 4 de septiembre, a las 15.30, en Juan Pablo II entre Bermúdez y Pasaje 544.
La descripción del hecho indica que Jonatan se trasladaba en una bicicleta, junto a otro muchacho cuando los acusados dejaron pasar los rodados y «dispararon en al menos quince oportunidades a Schneider», de 31 años. En tanto, «metros más atrás se encontraba en los bancos de una plazoleta Graciela, junto a sus nietos, quien fue alcanzada por los disparos realizados por los acusados».
Artacho sostuvo ayer que se trató de un caso «terrible», e indicó que durante el debate hubo discusiones «en cuanto a que el homicidio de Schneider fue el objetivo principal y si se quiere consecuencia de ese ataque, Graciela se encontraba detrás y recibió un impacto. La defensa apuntó a era una consecuencia culposa, pero ello fue descartado. Era una zona muy concurrida y en ese horario había chicos jugando», sostuvo.
Por el hecho, Fiscalía había solicitado 28 años de prisión para ambos acusados, por lo que si bien Artacho sostuvo que se les dieron «penas altas», analizarán los pasos a seguir «una vez que estén los fundamentos».
A Graciela la conocía todo el vecindario. Tras el hecho, recordaron que ella trabajó para que el lugar donde ocurrió el hecho se mantuviera limpio y para que pusieran árboles, mesas y bancos de material donde se pudiera pasar el rato en familia. Por esos días también se supo que la mujer estaba tramitando la posibilidad de que la Municipalidad colocara allí juegos para las infancias del barrio.
Ayer, en la previa del veredicto, la hermana de Graciela recordó que la mujer tenía ocho nietos. «Esta semana (del juicio) revivimos todo. Ella era una persona querida por todo el barrio, incluso una calle en el barrio tiene su nombre. Se la extraña todos los días», dijo en Canal 3. Y aseguró: «Ella era la mamá, la hermana, era todo para nosotros».