El Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de San Martín condenó por unanimidad a Julio Alberto Sánchez, comandante principal de la Gendarmería Nacional al momento de los hechos, a un año y ocho meses de prisión en suspenso al considerarlo autor del delito de abuso sexual simple cometido contra una integrante de esa fuerza, inferior jerárquica suya, en el predio ubicado en Campo de Mayo. La decisión del tribunal coincidió con el pedido formulado por el fiscal general Marcelo García Berro, quien durante los alegatos había destacado la solidez del cuadro probatorio, especialmente en lo que respecta al testimonio de la víctima, así como la asimetría de poder existente entre el acusado y la denunciante.
La Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (Ufem) colaboró con la Fiscalía, en tanto la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (Dovic) del Ministerio Público Fiscal acompañó a la víctima durante todo el proceso, a través del asesoramiento brindado por Denise Feldman.
Los hechos
El hecho bajo análisis tuvo lugar el 11 de marzo de 2011. A las 10 de esa jornada, la víctima –quien para ese entonces era numeraria de la División de Policía Científica de la Gendarmería Nacional, con jerarquía de gendarme– se dirigió por orden de su superior a la oficina de Julio Alberto Sánchez, quien en esa época se desempeñaba como comandante principal de Gendarmería Nacional, con prestación de servicio en la División de Logística de la Agrupación Metropolitana, dependiente de la zona norte del Operativo Centinela, con asiento en el predio de Campo de Mayo, en el partido bonaerense de San Miguel. El motivo de la concurrencia al despacho del acusado era solicitarle la disponibilidad del polígono de tiros para desarrollar un peritaje.
Al momento de su llegada a la oficina, Sánchez se encontraba acompañado por otros dos comandantes principales. “Pasá, hermosa”, fue lo primero que le dijo, acto seguido invitó a las personas que lo acompañaban a retirarse, tras lo cual cerró la puerta y comenzó a proferir frases como “sos lo que me recetó el médico, decile a tu jefe que ahora estás secuestrada, sos hermosa, estás re buena, de acá no salís más”. A continuación, siempre delante de la puerta de acceso e impidiendo la salida de la víctima, la sujetó de los brazos e intentó besarla en la boca contra su voluntad, en medio de un forcejeo. Solamente le permitió retirarse una vez que se hizo presente en el lugar otro gendarme que, circunstancialmente, apareció en el lugar.
Al retornar a su puesto de trabajo y en medio de una crisis de angustia, le transmitió lo sucedido a una compañera, quien la acompañó hasta el área de Sanidad, donde fue atendida por un médico. Inmediatamente, la víctima comunicó a su jefe el hecho –le recomendó realizar un informe, que elaboró pocas horas después– y efectuó la correspondiente denuncia en la Comisaría de la Mujer, donde volvió a ser revisada por un médico legista.