El hallazgo ocurrió la semana pasada y trascendió ayer. Fue a unos 3.000 metros de altura, en la localidad de Los Molles, departamento de Malargue, en Mendoza. Un poblador avisó a las autoridades. La postal era ominosa: 34 cóndores semicalcinados en fila, un puma y otras especies. Todos muertos. Para los investigadores y expertos, detrás de la matanza está el poderoso pesticida carbofurano (conocido con el nombre comercial de Furadan), un agrotóxico que ya fue apuntado como el causante de la muerte, este mes, de un niño en la vecina localidad de Alvear, además de innumerables envenenamientos de perros y hasta de una niña en Corrientes. En la Argentina, el veneno se puede comprar sin restricciones.
La relación entre carbofurano y muerte no es nueva. En mayo de 2017, 19 cóndores aparecieron muertos en Jujuy. Las aves halladas en la localidad de Rinconada «fallecieron por envenenamiento al comer una vicuña intencionalmente colocada por los lugareños para controlar especies predadoras», dijo en la ocasión Vanesa Astore, directora del programa de conservación Cóndor Andino. En Mendoza, tres de los cinco cóndores hallados muertos el año pasado fueron analizados: tenían carbofurano en el sistema digestivo o en el buche, dijeron organizaciones que se dedican al seguimiento del Vultur gryphus.
Ahora los especialistas en el ave carroñera apuntan al mismo modus operandi: rociar un animal muerto con la sustancia tóxica –en este caso carbofurano– para envenenar a los depredadores. Sólo que, a veces, los cóndores llegan primero al festín mortal.
Jennifer Ibarra es directora de la Fundación Collunche, una organización que viene alertando sobre el uso indiscriminado de carbofurano y su relación con la muerte de cóndores. Activa de 1991, Collunche se define como una organización de la sociedad civil que promueve la conservación de la flora y de la fauna, el equilibrio de los ecosistemas y el bienestar animal en la provincia de Mendoza. En diálogo con El Ciudadano, Ibarra, quien es veterinaria, atribuyó al carbofurano la causa de muerte de los 34 cóndores, un puma, cabras, ovejas y pajaritos. “Lamentablemente es de uso rutinario”, dijo.
Ibarra apuntó contra la venta desregulada del pesticida y pidió la trazabilidad, esto es saber cuáles son los eslabones de la cadena, desde que se fabrica hasta que se distribuye. “Y que un agrónomo lo prescriba. Hay que justificar para qué usarlo. No vamos a parar hasta que no consigamos eso”, agregó.
“La gente lo compra para preparar la tierra para los cultivos de papa y de ajo, pero la realidad es que se lo usa para preparar cebos tóxicos y combatir depredadores como el zorro y el puma. Lo compran en cualquier corralón, ferretería o veterinaria. Se vende en polvo y no tiene olor ni sabor”.
La investigación judicial apunta a lugareños de la zona que alquilan las tierras a capitales de Malasia, como el grupo Walbrook, que adquirió en la década del 90 unas 250.000 hectáreas en Malargüe, entre los que se encuentra el complejo turístico de esquí Las Leñas, según indicó el diario La Nación.
La muerte los cóndores se da en el mismo mes en que se conoció el caso de un niño que murió en Alvear, cerca de Rosario, hecho que fue informado por El Ciudadano.
Luego de la muerte de la criatura de tres años se supo que en la casa había un bidón con la inscripción Furadan, agroquímico hecho a base de carbofuran.
En septiembre del año pasado, una nena de 12 años comió una mandarina que encontró camino a su clase de catequesis y murió. Fue en Mburucuyá, Corrientes. La fruta tenía Furadan. La pequeña se llamaba Rocío. La intoxicación fue tan fuerte, que falleció poco después, camino al hospital.