El consejo directivo de la central obrera definió la medida de fuerza para después del 1º de mayo, Día de los Trabajadores, que acompañará con la convocatoria a una movilización. El gobierno intentó frenar la huelga y se reunió con la cúpula cegetista, pero la presión de las bases superó
La cúpula de la CGT, que está reunida este jueves desde las 14.30 en la histórica sede de Independencia y Azopardo, dejó trascender el llamado a un paro general para el próximo 9 de mayo. La huelga será la continuación de una movilización el Día de los Trabajadores, el 1º de mayo, que se anuncia multitudinaria, a Plaza de Mayo. Todo forma parte de un plan de lucha contra las medidas económicas y sociales del gobierno del presidente Javier Milei, que no sólo no se atenúan sino que se endurecen con la insistencia oficial en una nueva versión de la fallida ley ómnibus, la anunciada restitución del Impuesto a las Ganancias para un vasto sector de asalariados, la resistencia oficial a habilitar la discusión de los haberes jubilatorios, los tarifazos en curso, y la desinversión general en Salud, Educación, Transporte, Vivienda y Asistencia Social.
La situación de miles de despidos en el Estado, con cierres de oficinas clave para la atención al público; los centenares de suspensiones, vacaciones forzosas y paradas técnicas en el sector privado industrial, el derrumbe de ventas en comercios de todos los rubros que pone en riesgo millares de puestos de trabajo, los aumentos de tarifas reguladas como electricidad, gas, aguas y combustibles, con eliminación de controles y normativas que ponían límites a las subas en productos esenciales, entre otras muchas medidas que se caracterizan por beneficiar a pocos y poderoso y perjudicar a la mayoría de la población, generaron una presión al interior de la central obrera que terminó forzando la convocatoria a una nueva medida de fuerza.
El ala cegetista más combativa pidió que el paro general sea cuanto antes. “Eso ayudaría a descomprimir la tensión hacia la movilización”, pero primó la modalidad de los dirigentes dialoguistas, que motorizaban una medida más contundente que urgente. Pero ninguno obturó el avance hacia el segundo paro general en sólo cuatro meses de gobierno de La Libertad Avanza.
Este miércoles el ministro del Interior, Guillermo Francos, había recibido a la mesa directiva de la CGT en un intento de abrir un canal permanente para evitar un nuevo paro general. Pero no tenía casi margen de maniobra, más cuando el gobierno no homologó paritarias acordadas entre partes por sus porcentajes de aumento presuntamente mayores a la inflación, con lo que ratifica que la consolidación de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios es una decisión política oficial.
El primer funcionario de gobierno que reaccionó públicamente ante la confirmación de la huelga fue el subsecretario de Prensa de la Nación, Javier Lanari, y eligiró el choque directo con la central obrera, a la que acusó de “hibernar 4 años”, por el gobierno de Alberto Fernández, señaló que los dirigentes sindicales tienen “síndrome de abstinencia” y consideró al paro general como “un honor” para el gobierno que integra, directrices que se convirtieron automáticamente en publicaciones en la red social X desde la red de trolls y militantes digitales del oficialismo.
La CGT está decidida a que Milei sea el Presidente con mayor cantidad de paros generales. Sindicalistas con síndrome de abstinencia. Hibernaron 4 años en el periodo de mayor empobrecimiento de los trabajadores. Es un gran honor!
— Javier Lanari (@javierlanari) April 11, 2024
Noticia en desarrollo.