“Ponelo, ponelo, sacá el fierro y ponelo”. Eso fue lo que escuchó gritar la viuda del Bebe, un ex convicto asesinado a comienzo de 2011 en zona oeste, momentos antes de que su marido reciba dos disparos letales. El crimen ocurrió durante una calurosa madrugada de enero que Luis Esquivel, de 29, mitigaba junto a dos amigos y varias cervezas en uno de los pasillos de la Vía Honda. Cerca de las cuatro, un trío que llegó a bordo de una moto le disparó sin vacilar. Según los testimonios que se desprenden de un fallo judicial donde dos de los tres sospechosos recibieron duras condenas, la bronca era con uno de ellos, concuñado de la víctima, quien saldó con balas de plomo un enojo porque meses atrás Luis no lo había defendido en una pelea que lo dejó en el hospital. Se trata de Mauro Sebastián F., de 27 años, quien deberá purgar una década de cárcel luego de que este mes la Cámara Penal dejara firme la sentencia de primera instancia.
Los jueces de Cámara Alfredo Ivaldi Artacho, Carina Lurati y Adolfo Prunotto confirmaron la pena a diez años de prisión para “el Mauro”, un changarín de 27 años, por el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego que el 16 de enero de 2011 terminó con la vida de Luis Esquivel en un pasillo de Felipe Moré y Lejarza, en el extremo oeste. De esa forma quedó firme el fallo de Sentencia 5 que en septiembre pasado también dictó una pena de 13 años de prisión contra Ricardo R., alias Leoncho (detenido luego de ingresar con nombre falso al Heca tras un tiroteo con la Policía el 8 de marzo de ese año), que le quedó unificada con una condena a siete años anterior por robo. En la misma resolución, el juez de primera instancia Gustavo Salvador absolvió a Alcides M., apodado Goi, el tercer sospechoso procesado por el crimen de Luis Esquivel y quien fue detenido en su casa a fines de junio de ese año.
“Cuando me estoy acercando empiezan a disparar”, declaró Gisela, viuda de Bebe, al recordar la madrugada que vio caer muerto a su marido. Según su relato, alrededor de las cuatro salió a buscarlo a la vuelta de su casa, donde bebía cervezas con amigos, y vio a Mauro, Leoncho y Goi parados al lado de una moto, abrir fuego contra el padre de sus hijos: “El que primero dispara es el Goi, hace dos disparos y uno le pega en la boca a mi marido. Yo quedé escondida en un costado del pasillo atrás de una chapa porque iba con mi hijo. Leoncho hace como tres o cuatro disparos y sólo le pega uno a Luis y otro roza a Lisandro (uno de los amigos de la víctima) porque todos salieron corriendo. Mi marido se cae en una zanja, porque quería entrar en algún lado, y ahí le dan otro disparo en la espalda. El tercero que también estaba abajo de la moto y era el que le gritaba a Leoncho «ponelo, ponelo, sacá el fierro y ponelo» era Mauro, que sólo gritaba pero no disparó”.
La violenta escena habría sido una venganza montada por Mauro, quien dos meses antes había sido brutalmente golpeado en un cumpleaños de 15 momentos después de ir en busca de socorro a lo del Bebe, que se lo negó: “Mauro había ido a mi casa a pedirle ayuda a mi marido para ver si lo podía ayudar a defenderse porque estaba en un cumpleaños y lo estaban corriendo y le querían pegar y Luis lo sacó de vuelo y no lo ayudó. Se ve que a raíz de eso, Mauro se enojó y mandó a decirle a Luis que esto no iba a quedar así”, dijo Gisela.
Cristian, un sobrino de la víctima, testificó lo mismo: “Mauro tenía bronca con mi tío porque en un cumpleaños de 15 se peleó con gente, lo vino a buscar a mi tío para que lo ayude a pelear y él no lo ayudó. Después de eso le pegaron tanto a Mauro que lo mandaron al hospital. Es por eso que le tenía bronca a mi tío”.
También el Bebe había golpeado tiempo atrás a Franco, uno de los hermanos de Mauro, que estaba de novio con una de sus hermanas, a quien golpeaba con frecuencia.
“Luis le pegó al hermano, Franco, porque es el novio de su hermana Roxana y le pegaba a ella. Creo que es por eso que Mauro lo entregó a Luis y lo mataron”, dijo otro testigo tras referir que luego del homicidio, el mismo Mauro “le mandó a decir a la hermana de Luis que no lo quisieron matar, sino pegarle un tiro en la pierna”.
Otro testimonio convalidado en el fallo es de uno de los amigos que la madrugada del crimen acompañaba a Luis, y declaró que Mauro, antes de llegar acompañado de Leoncho y Goi, pasó por donde tomaban cerveza a preguntar si no habían visto a su hermano Franco. Pero que al rato volvió acompañado y a los tiros. “Ahí Leoncho y Goi se bajan de la moto de Mauro y sin decir más empiezan a tirar. Cuando abren fuego veo que Luis cae en una zanja boca abajo y Leoncho lo remata desde arriba”, declaró un muchacho apodado Juanito.
La defensa de Mauro apeló la condena basándose en lo endeble de las declaraciones, pero no tuvo suerte. Los jueces de alzada no hicieron lugar a la apelación planteada, que hizo referencia “a testimonios tardíos y contradictorios”. Los jueces confirmaron el veredicto tras expresar que las dudas planteadas por la defensa «en modo alguno logran torcer el grado de convicción al que se ha arribado luego de ponderar bajo las reglas de la lógica y la experiencia los elementos de prueba reunidos en la causa».
Una familia con varios entierros
Podría decirse que el destino de la familia Esquivel está marcado por la desgracia. O se podría pensar más bien que la vida de cualquier vecino, en lo más hondo de la Vía Honda, está marcada por la desgracia. Y trasciende esos márgenes sólo cuando la interrumpe la muerte violenta. Antes de que le llegue la hora al Bebe, asesinado una madrugada de enero de 2011 a sus 29 años, él y dos de sus hermanos habían purgado una pena por la muerte de un hombre de 50, apuñalado durante una riña que siguió a un partido de fútbol en mayo de 2005. Entonces Luis era solo un muchacho de 21 años, Arcadio 25 y Mariano 29. Todos pagaron con encierro la pena dictada por la Justicia.
En 2014, tres años después de la muerte del Bebe, fue asesinado Juan Carlos Esquivel, de 35 años, en una plazoleta de zona oeste. También fue en enero y frente a uno de sus siete hijos. Su familia dijo que los tres pibes que bajaron de un taxi y le dispararon cerraron un entredicho entre la víctima y el dueño de un polémico búnker, que funcionaba detrás de la plazoleta de Uruguay y Felipe Moré ante las narices de todo el barrio que debía resignar que los niños ocupen ese espacio verde. Y porque en ese mismo lugar había sido asesinado un militante barrial, César Oviedo, en junio de 2012.
Esquivel, que cuando no conseguía trabajo de albañil vivía del cirujeo, había empezado a cuidar el kiosco de drogas y reclamaba su pago.
Tres meses después del crimen de Juan Carlos, asesinaron a su hermano Héctor Mariano, en el mismo lugar, e hirieron a su hermana Carina. Los sindicados autores de esos plomos están hoy prófugos de la Justicia por un resonante crimen de Patricia Obregón, de 25 años, quien quedó en medio de un tiroteo cuyo blanco era su cuñado, quien insólitamente quedó preso por pedido del fiscal Ademar Bianchini y decisión del juez Juan Carlos Vienna. Se trata de un joven conocido como Willy que junto a su hermana había sido imputado de dar muerte a Juan Carlos y, ella, de herir a su hermana Carina.