El asesor técnico del ministerio, Gaspar Borra, explicó que las lagunas «no tienen aportes de ríos o arroyos» y con la sequía «se van secando o mantienen un caudal de agua tan bajo que cuando las altas temperaturas las calientan pierden oxígeno».
«Se produce el fenómeno de hipoxia o anoxia, que en definitiva es la ausencia o disminución considerable del oxígeno disuelto en el agua”, detalló Borra.
Personal técnico de la cartera estuvo el martes en la Laguna Del Plata, situada 180 kilómetros al norte de la capital provincial, y en su informe preliminar confirmó que la mortandad de miles de peces respondió a «la disminución considerable en los niveles de oxígeno disuelto en el agua», algo que «no se ha manifestado en el cauce principal de los ríos de la provincia».
“El objetivo fue analizar la situación, evaluar el escenario y tomar muestras tanto de los peces muertos, como del agua», comentó Danilo Demonte, biólogo de la Dirección de Manejo Sustentable de los Recursos Pesqueros.
Además, el técnico aclaró que necesitan «ver el volumen de los pescados y tomar muestras que nos permitan contar con un mayor caudal de información para saber las razones de la mortandad».
Borra explicó que “la evaluación que debe hacerse antes de proceder al retiro de los peces muertos es si no estamos afectando las márgenes de las lagunas si se utilizan equipos pesados. Además se estaría sacando del medio natural a estos peces, que forman parte de un sistema donde habitaron y murieron”.
“Cuando se los retira, se priva también de alimento a toda la cadena alimentaria, desde las bacterias hasta las aves carroñeras, incluyendo a otros peces e insectos. En estos sitios naturales, lo que debemos hacer es tratar de intervenir lo menos posible para evitar que un fenómeno natural termine afectando el ambiente”, añadió.
Finalmente, el funcionario aconsejó a la población «no consumir ejemplares muertos o moribundos, ya que los peces se descomponen rápidamente y podrían representar un grave riesgo para la salud”.