Los magistrados de la Cámara de Apelaciones de Rosario confirmaron la condena a 21 años y seis meses de prisión para el joven acusado por el femicidio de Chiara Páez. En mayo de 2015, la adolescente tenía 14 años, cursaba la octava semana de embarazo, y su pareja, entonces de 17, la mató y la enterró en el patio de su casa en la localidad de Rufino. El femicidio de Chiara conmovió a todo el país. Así, el 3 de junio de ese año nació el movimiento Ni una Menos con la primera marcha en ochenta ciudades de la Argentina.
“No estamos conformes porque nunca lo vamos a estar. Sí estamos un poco más tranquilos”, dijo en diálogo con El Ciudadano Fabio Páez, papá de Chiara. La tranquilidad a la que hizo referencia se basó a que antes de que se conociera la sentencia de la Cámara sobrevolaba el temor de una reducción de la pena.
El caso
El jueves 7 de mayo de 2015 Chiara cumplió 14 años. El sábado siguiente por la noche la adolescente se reunió con sus amigas y cerca de la medianoche les contó que se iba a encontrar con su novio: Manuel Ignacio “Morzi” Mancilla, de entonces 17 años. Chiara les dijo que a la 1.30 volvía. Las horas pasaron y Chiara no apareció. A las amigas les pareció extraño y por eso le mandaron mensajes a su celular. Las contestaciones que recibieron de Chiara no tenían relación con la forma en la que se comunicaba ella. Por eso llamaron al novio, quien les dijo que ya no estaba con ella. Las amigas se asustaron y le avisaron a la mamá de Chiara. Fue así que esa madrugada del domingo 10 de mayo de 2015 todos los habitantes de Rufino empezaron a buscar de manera frenética a la adolescente. Con el correr de las horas, se usaron perros especialmente adiestrados para rastrear restos humanos. El rastro los guió a la casa de Morzi en bulevar San Martín al 800. Los perros siguieron el olor de la adolescente hasta el patio del novio de la chica y señalaron una porción de tierra que había sido removida hacía poco. Allí estaba Chiara, y enterrada sin vida.
Según el fallo, esa noche el agresor primero la tomó del cuello con una mano y con la otra comenzó a golpearla contra el suelo y contra una mesa de trabajo que había en el galpón. Ahí el abuelo de Mansilla hacía trabajos de herrería. Los golpes se centraron en la cara y el resto del cráneo de Chiara, quien murió como consecuencia de un traumatismo cerebral. La autopsia determinó que cursaba ocho semanas de embarazo. Morzi arrastró el cuerpo hasta el patio de la casa y lo enterró.
La investigación determinó que Chiara fue asesinada entre las 2 y las 4 de ese domingo otoñal. En junio de 2016, el juez de instrucción penal de Venado Tuerto declaró la responsabilidad de Mansilla por el femicidio, lo que fue confirmado por la Cámara Penal en abril de 2017.
Dos años y tres meses después del femicidio, el juez de Menores de Venado Tuerto, Javier Prado, penó a Morzi con 21 años y 6 meses de prisión por haber sido encontrado autor material de homicidio calificado por femicidio. Fue el 24 de agosto pasado donde también se conoció un informe que estableció que el condenado estaba detenido en una comisaría y cursaba estudios secundarios, por lo que salía del lugar de detención algunas veces por semana. Del fallo surgió que estaba en tratamiento psicológico.
Como los jueces de Venado Tuerto habían participado de la causa cuando las partes apelaron, el análisis pasó a los camaristas de Rosario.
El fallo de la Cámara
La lectura de la confirmación de la pena se hizo en los Tribunales de Rosario y tuvo un acuerdo unánime del tribunal de apelaciones compuesto por la magistrada Carolina Hernández (en la presidencia) y sus pares José Luis Mascali y Alfredo Ivaldi Artacho.
En la apelación, el fiscal de Cámaras, Fernando Palmolelli ,pidió la pena de 23 años y seis meses de prisión mientras que la Asesoría de Menores expuso que correspondía sólo la aplicación del mínimo legal, o sea de 10 años, al atenerse con las obligaciones internacionales en materia de protección especial de los niños.
En un pormenorizado análisis, la jueza Hernández no sólo tuvo en cuenta las convenciones internacionales sino también coincidió con el juez de Menores en que se trató del femicidio de una menor de edad.
En el fallo se detallan dos puntos de las argumentaciones: “No puede pasar desapercibido que el atentado perpetrado es respecto de una mujer/menor embarazada, circunstancia que era conocida por el imputado como lo puso de resalto la parte acusadora, máxime si se tiene en cuenta que conforme la Convención de Belem do Pará constituye un especial caso de violencia contra la mujer y su minoridad también lo es”, describió la magistrada.
A su vez, el otro punto que puso en consideración, el que calificó de altamente reprochable, fue que “el imputado luego de perpetrar el hecho manipuló el celular de la víctima enviando mensajes haciéndose pasar por ella para despistar su búsqueda, generando y profundizando el estado de incertidumbre y zozobra entre sus padres, familiares y amigos por la desaparición de la joven sin rastro alguno”, describe el escrito que se leyó ayer al mediodía en los Tribunales provinciales de Rosario y que contó con la presencia de los familiares de Chiara.
La familia del condenado
En una causa paralela, Carolina G., de 36 años y mamá del condenado Manuel “Morzi” Mansilla; su padrastro Carlos C., de 45, y sus abuelos están siendo investigados por la Fiscalía de Rufino como participes o por el encubrimiento del femicidio. “Esperamos que en el transcurso de estos días se den a conocer los resultados de las pericias a los celulares de los familiares. Los mayores siguen libres y nosotros vamos a seguir luchando para que esta causa siga y se determine la responsabilidad”, remarcó Fabio Páez, el papá de la adolescente.
Al conocerse el fallo de agosto pasado, el fiscal de Rufino, Mauricio Clavero, contó que “la investigación se centraba en si el joven fue ayudado por sus familiares para llevar a cabo el femicidio de Chiara”.
El caso dio lugar al movimiento #NiUnaMenos
Ni Una Menos es un movimiento de protesta contra la violencia hacia las mujeres y su consecuencia más grave y visible: los femicidios.
La primera marcha se hizo el 3 de la junio de 2015 en ochenta ciudades de Argentina, luego de que el caso de Chiara Páez conmoviera al país.
La convocatoria surgió en las redes sociales bajo el hashtag #niunamenos, lanzado por un grupo de periodistas.
Las manifestaciones se repitieron todos los 3 de junio y tuvo la incoporación del lema #vivasnosqueremos. Por su parte, el 19 de octubre de 2016 se planteó el primer paro y movilización de mujeres en luto por las muertes en el marco de violencia de género.
Fue una respuesta a la escalada en las estadísticas de femicidios que se registran en la Argentina, con una mujer asesinada cada 30 horas en 2016 y una cada 29 horas en 2017. Estas cifras surgieron de los relevamientos que hicieron las organizaciones del movimiento de mujeres en base a las noticias publicadas y difundidos en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se conmemoró el 25 de noviembre del año pasado.
El movimiento también se ha extendido a otros países de la región como Chile, Uruguay y Perú.
A su vez, el hashtag fue traducido a otros idiomas para convocatorias del mismo tipo. Un ejemplo fue el “non una di meno” que se viralizó en Italia.