La Justicia provincial confirmó la condena de dos años de prisión condicional a un peón de campo que chocó y mató a una joven con un vehículo fumigador mientras ella corría por un circuito deportivo en la vecina localidad de Bigand, a casi 80 kilómetros de Rosario. El hecho se registró en 2012. La querella había pedido rever la sentencia porque entendieron que debía ser de cumplimiento efectivo y más alta a partir de que el hombre habría manipulado el cuerpo después del impacto para ocultar su participación en el siniestro. Los jueces Carina Lurati, Alfredo Ivaldi Artacho y Georgina Depetris se opusieron y mantuvieron la condena inicial de homicidio culposo, que incluyó 6 años de inhabilitación para manejar. El caso generó marchas de amigos y familiares en la comuna y el desplazamiento del comisario Javier Baratini meses más tarde. El policía había declarado que estaba “casi seguro” que se trató de una muerte súbita cuando la pericia del Instituto Médico Legal de Rosario informó que había sido por desnucamiento. Los familiares denunciaron que la investigación fue deficiente.
Infierno grande
Cerca de las 19.30 del 13 de febrero de 2012 Joana Martincevich salió a correr por un circuito deportivo que está en la parte sur de Bigand, cerca del cementerio. Tenía18 años y llevaba un teléfono celular con el que escuchaba música cuando otro de los cinco mil vecinos de la comuna la atropelló desde atrás. Ángel P, de 39 años, que trabajaba como peón de campo en la zona, manejaba un fumigador, también conocido como mosquito. Según se pudo reconstruir durante el juicio, chocó a la joven. Según atestiguó no la vio, pero al sentir el impacto logró frenar a los 20 metros, llamó a su jefe y pidió la atención médica del Samco, que llegó minutos más tarde para constatar que Joana había muerto. Al día siguiente el comisario Baratini, declaró que estaba casi ciento por ciento seguro que se había tratado de una muerte súbita. La versión resonó en la familia y comunidad amiga de la joven. Por eso, hicieron al menos dos marchas durante los meses siguientes para denunciar connivencia entre la Policía y el peón para encubrir la causa de muerte, algo que luego de la pericia médica se confirmó. Baratini fue separado del cargo. El juicio avanzó y la condena no dejó satisfechos a los familiares, que se habían constituido como querellantes. Pidieron a los jueces de Rosario aumentar la condena –dos años de prisión condicional, esto es, sin tiempo de cárcel, más 6 años de inhabilitación para manejar– entendiendo que el hombre había alterado la escena del siniestro.
La defensa del peón sostuvo que el hombre iba a baja velocidad, con las luces y balizas prendidas y no “pudo evitar el accidente”, y que no existen pruebas de que hizo una maniobra imprudente. Y más, que desde entonces no volvió a manejar y está bajo tratamiento psicológico.
“El imputado fue visto por los testigos en el lugar del hecho, preocupado, consternado y sin acciones que tuvieran que ver con manipulación del cuerpo de la víctima, sino más bien con aquellas propias de quien se encuentra presa de un momento de angustia gravísimo”, señala el fallo que desestimó el pedido de la familia.
Los magistrados consideraron que a esta altura un encarcelamiento no tendría efecto resocializador. Entonces mantuvieron la condena por homicidio culposo agravado por la conducción imprudente de un automotor. Un detalle no menor de la sentencia es que uno de los jueces de segunda instancia señaló que confirmaba la sentencia pero a la vez le llamó la atención al magistrado de primera instancia para “que motive con mayores fundamentos los extremos de sus sentencias”.