Después de dos días de agonía murió hoy un joven tambero de la localidad entrerriana de Seguí que había sido atacado a golpes por dos encapuchados el último sábado. El caso conmueve a los vecinos de ese pueblo: Julio Trossero, de 27 años, se dedicó desde chico a las tareas de campo y desde el año pasado, muerto su padre, era el único sostén de su mamá. Los ladrones ataron a la mujer y la metieron debajo de una cama, desde donde escuchó cómo golpeaban a su hijo.
Julio vivía y trabajaba con su mamá Maruca en la zona rural de la localidad de Seguí, sobre la ruta provincial 32 y a 55 kilómetros de Santa Fe. Pero era conocido en la localidad por la abnegación con que había enfrentado la temprana muerte de su padre: desde entonces su rutina empezaba antes del amanecer y a veces llegaba hasta la noche.
El domingo cuando aún estaba internado en el hospital San Martín de Paraná, los vecinos de Seguí realizaron una marcha reclamando justicia por el caso.
“Es una comunidad chica y humana, estamos todos dolidos. Hay que confiar en la justicia, ser pacientes y firmes para que la muerte de Julio no quede en vano”, dijo en declaraciones a El Once TV el párroco Ariel Gaitán.
El sábado pasado, cerca de las 21, Julio y su mamá estaban terminando su jornada laboral cuando dos hombres a cara tapada entraron a su casa, ataron a la mujer y la metieron debajo de la cama. “Los delincuentes sabían que el joven estaba a unos 50 metros en la zona donde ordeñaba, lo golpearon en la cabeza y lo ataron. Luego buscaron dinero y se llevaron unos 8 mil pesos que tenía la familia para comprar alimento a los animales”, le dijo a El Ciudadano una fuente de la Jefatura de Policía de Entre Ríos.
Julio era, para quienes lo conocían en Seguí, un pueblo de 3.800 habitantes, un joven sacrificado. “Desde hace un año, cuando murió el padre, Julio dejó de hacer la vida que lleva cualquier joven para dedicarse completamente al trabajo de campo y ayudar a su mamá”, contó a El Ciudadano Lourdes Sanabria, quien lo conoció hace cuatro años en una fiesta en Viale, otro pueblo cercano. “Le arrancaron la vida. Era un pibe muy laburador. Con frío, calor o lluvia, se embarraba hasta la nariz para ir a juntar las vacas y ordeñarlas con su mamá, que a pesar del problema de sus huesos trabajaba a la par de él”, contó entre lágrimas su amiga Lourdes. Aunque hacía unos meses que no se veían, se mensajeaban por whatsapp, se escribían por el Messenger o hablaban por teléfono. “Jamás olvidaré su hermosa sonrisa. Quiero que se haga justicia”, pide Lourdes.
“Cuando la madre del joven pudo desatarse llamó a uno de los vecinos para pedir ayuda. Julio estuvo tirado inconsciente en el piso durante una hora, hasta que llegó la Policía y la ambulancia”, informó una fuente desde la jefatura policial. El joven fue trasladado al hospital de Seguí. Luego lo llevaron al San Martín de Paraná donde fue operado por una grave lesión cerebral. Al morir la familia decidió donar sus órganos. El fiscal que lleva adelante la investigación es Gervasio Labriola y el hecho está caratulado como “homicidio calificado en situación de robo”.