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Conociendo La Toma por dentro

El juez Marcelo Quaglia, quien tiene en sus manos una sentencia de desalojo del edificio de Tucumán 1349, recorrió ayer las tres plantas y registró todo lo que se hace donde funcionó el Tigre y que hoy administra la cooperativa de sus ex empleados.

El juez Marcelo Quaglia, titular del juzgado Civil y Comercial Nº 14, realizó ayer una inspección en el Centro Cultural La Toma, ubicado en Tucumán 1349, para corroborar “la utilidad y función social” que la cooperativa que allí funciona  le da al inmueble del ex híper Tigre, donde sus miembros trabajaron hasta su cierre. La recorrida responde a una invitación lanzada en el marco de la resistencia a una “nueva amenaza de desalojo”, cuya sentencia está en manos del magistrado, y está “firme” desde hace tres años, pese a que con anterioridad la expropiación del edificio fue aprobada por ley provincial por partida doble: una norma en 2004 y otra en 2009. Antes de que se concretara la medida judicial, los representantes de la Cooperativa de Trabajadores en Lucha, habían presentado un escrito ante el letrado, donde reseñaron la historia que desde hace 15 años brinda espacio a múltiples organizaciones sociales y donde funciona un mercado popular y un comedor universitario.

El magistrado llegó puntual, a las 15.30, al lugar, donde fue recibido por referentes del Centro Cultural La Toma y de la multitud de emprendimientos que allí tinen sede y actividades. Casi dos horas después, sólo había terminado de registrar el “uso social” del primer piso: le faltaban la planta baja, donde entre otros funciona el Mercado Popular y el subsuelo, donde está la galería de arte y la Asociación Argentina de Actores tiene su sede gremial, y funciona un teatro.

“Mientras algunos vivos especularon con la evolución de la quiebra, queríamos que el juez venga a hacer un inventario social. Además, dos leyes avalan el proyecto de los trabajadores”, dijo Carlos Ghioldi, uno de los referentes de La Toma.

El dirigente resaltó que el lugar tiene estatus de utilidad pública: “Además de preservar el trabajo, pensamos en los compañeros de otros sectores populares, regeneramos la solidaridad de los trabajadores, y así se creó el Comedor universitario, la galería de arte de Humanidades, la Asociación Argentina de Actores, los talleres de microemprendimientos de la Municipalidad, la Mesa de Jubilados, y finalmente el Mercado Popular”.

“El lugar nunca fue la recuperación de una empresa –distinguió Ghioldi–. Siempre fue un establecimiento puesto a funcionar en manos obreras, es decir, con un criterio distinto, no con la voracidad de lucro y la búsqueda de rentabilidad que caracteriza a los empresarios, sino anteponiendo la solidaridad, valores que tienen que ver con lo colectivo, con el compartir y ayudarnos entre sectores populares. Lo que vino a hacer el juez, es constatar cómo a lo largo de estos 15 años, 30 organizaciones populares, instituciones como la universidad o la Economía Social de la Municipalidad, han desarrollado y construido un espacio de producción, de solidaridad, de divulgación de ideas, de divulgación de cultura, mientras otros creen que es un lugar que sólo sirve para especular”.

La historia de la puesta en funcionamiento de la cooperativa, fue en julio de 2001, cuando los trabajadores del ex supermercado Tigre decidieron hacerse cargo del establecimiento después de varios meses sin cobrar sus salarios y que no les hicieran los aportes. A partir de ese momento, el espacio nuclear una serie de proyectos cooperativos que dieron respuestas a la profunda crisis que atravesó nuestro país.

Ahora, el espacio se abrió a un debate que lo tien como protagonista, sobre sobre los alcances y el significado de un bien público.

Una muestra entre muchas

Juan Pablo Ferrero es integrante del Movimiento de Acción Solidaria (MAS), una organización independiente, sin inclinación político partidaria ni bandera religiosa, autofinanciada y autogestionada, que está entre la treintena que funciona en La Toma.

A través de las distintas actividades que realiza el Movimento, se apuesta a la inclusión social. Es decir, realizan recorridas solidarias dos veces por semana por lugares ya previamente establecidos de la ciudad a repartir bandejas de comida, abrigos, juguetes y útiles, entre otras actividades solidarias.

“Trabajamos en varias zonas, en la Terminal de Ómnibus, en el Patio de la Madera, el Hospital Centenario, en las peatonales: San Martín y Córdoba, la zona del bajo y avenida Pellegrini”, especificó el joven.

Ferrero agregó, que también realizan apoyo escolar en la zona sur de la ciudad y en la parroquia Nuestra Señora del Carmen.

“El sustento económico lo recibimos de donaciones de particulares, hacemos fiestas para recaudar dinero, y donaciones de la gente, como por ejemplo, útiles escolares, ropa y alimentos no perecederos”, explicó Ferrero.

Y concluyó: “La organización está conformada, principalmente, por estudiantes. Somos alrededor de 120 personas, y de manera activa, somos cera de 60, que todas las semanas dedican una gran parte de su tiempo a la organización. Nuestro objetivo es la inclusión social, respaldada siempre en la solidaridad y en el respeto”.

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