La espiritualidad como base para el progreso personal es esencial, así como al comenzar la construcción de una vivienda es importante disponerse a la preparación del terreno: limpiarlo profundamente y edificar con seguridad para no tener que lamentarse en el futuro por grietas, humedades o problemas de desnivel.
Muchas veces es necesario demoler lo que está construido (ir dejando de lado creencias, tendencias, malas costumbres, etcétera).
En cada experiencia el progreso pasa por etapas parecidas. Lo mejor no siempre es lo más fácil, al igual que edificar una nueva vida.
Para eso es esencial la actitud para un cambio y calidad del pensamiento.
Mary Baker Eddy, una de las gestoras del periodismo norteamericano a principios del siglo XX, como fundadora del The Christian Science Monitor, a la edad de 87 años dejó el ejemplo en su propia vida, pues siendo muy joven tuvo que empezar de cero. Ante la viudez y maternidad a los 23 años, su hijo fue arrebatado por la familia por considerarla poco apta para desempeñarse en el rol de madre a causa de su salud precaria.
Sin embargo, con humildad estuvo dispuesta a no verse víctima de las circunstancias.
Con fe removió los escombros de la injusticia, demostró fuerza ante la adversidad y sacó de raíz los espinos de la falta de valoración, frustración y desesperanza.
La altura espiritual que logró en todo ese tiempo fue de gran ayuda para enfrentar cada obstáculo y para demostrar que la salud es un estado de la mente y no del estado corporal.
No le resultó sencillo. Como una casa en reformas, tuvo que eliminar lo que no era útil para dar lugar a la construcción de una nueva vida.
En la arquitectura se aprecia que los modelos han ido cambiando. La construcción en siglos pasados fue en la mayoría de un solo piso. Mientras que hoy sobre un mismo terreno se edifican altos rascacielos. Esto muestra que el pensamiento se ha ido expandiendo y elevando.
En lugar de perder el eje en la vida es alentador comenzar a construirla sobre cimientos sólidos, no permitiendo que el vacío, la confusión o la desesperanza hagan perder la oportunidad de edificar a mayor altura, teniendo oportunidad de espiritualizar el pensamiento y llevarlo a otra perspectiva.
Por ejemplo, éste es un aspecto importante: a medida que un artefacto de iluminación esté colocado más alto, mayor luz se aprecia en todo el ambiente. Paralelamente, a medida que el pensamiento se espiritualiza, mejor salud y calidad de vida de demuestra.
La queja constante
Recientemente, escuché el relato del doctor Enrique Luis De Rosa (su cuenta de Twitter es @enriquederosa), en el programa televisivo de Baby Etchecopar, “El Ángel de la medianoche”, cuando perdió la vista temporalmente y lo único que deseaba en la vida era poder ver “algo” por lo menos. Cuando después de un tiempo recuperó la visión, se dejó llevar por las angustias de siempre, olvidándose y no dando gracias por tener la dicha de “ver” y de estar sano. Él mismo reconoció que en lugar de valorar y estar feliz por ese resultado, se dejó llevar por los reclamos cotidianos. No obstante, esa vuelta a la normalidad originó que desarrollara un sistema de resiliencia, esencial para salir de esas situaciones y toma de conciencia.
La gratitud es uno de los puntales para una vida productiva y feliz. En todo proceso de crecimiento y progreso, el pensamiento juega un rol importante, así como las emociones y la conducta.
Cuando se logra cambiar la manera de contemplarse a uno mismo y a los demás, podemos construir sobre cimientos sólidos.
Todos tenemos ideales y la posibilidad de edificar cada experiencia sobre una base firme. Antes de que un arquitecto lleve a cabo los planos de una casa primeramente la hemos construido en nuestro pensamiento, en la superficie mental. Y así como la hayamos delineado será la casa donde habitaremos.
Hoy mismo es posible comenzar a edificar una nueva casa (una nueva manera de pensar y proceder).
Esta iniciativa puede traer un cambio positivo en tu vida. ¿Estás dispuesto a comenzar la obra?