El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) decidió que “Coco”, el perro que llegó con su dueño de Hungría y tenía su Certificado Veterinario Internacional (CVI) vencido, cumpla con las exigencias sanitarias para la importación, durante un periodo de 10 días de cuarentena y sea vacunado contra la rabia en instalaciones de la Aduana dentro del Aeropuerto Internacional de Ezeiza donde se encuentra desde que llegó al país.
Esta decisión se tomó en un trabajo articulado entre el Senasa y la Aduana, y en permanente diálogo con el dueño de la mascota.
Desde el organismo informaron que «la liberación al Territorio Nacional, sin la correspondiente documentación sanitaria oficial del Servicio Veterinario del país de origen, puede poner en riesgo la salud pública y a la población animal que tome contacto con el canino».
Por su parte, Franco, el dueño de «Coco», que decidió volver al país por la guerra en Ucrania, contó en declaraciones a C5N que «estoy muy contento ahora, después de todo lo que luchamos, lo que se movió toda la gente y la resolución del Senasa. Asumo mi error, no lo hice a propósito. No me di cuenta, fue algo que se me pasó. Lo que pedí fue que por favor lo dejen en el país, que haga la cuarentena aquí, porque este es mi país».
Franco explicó que, en su viaje de regreso, pasó por cuatro aeropuertos y nadie le advirtió que la vacuna antirrábica estaba vencida. «Nadie se percató. Estuvo mal por parte de todos, de la aerolínea y mía, porque si me avisaban antes de salir, me tomaba unos días y lo hacía. Yo vine a la Argentina a ver a mi hija. El más interesado en hacer las cosas bien era yo», agregó.
«Coco» pasó las últimas 48 horas «varado» en Ezeiza y su caso se volvió viral en redes con el hashtag #LiberenaCoco. Al final la historia tuvo final feliz.