Por Adrián Camerano- La Nueva Mañana
En los años del primer peronismo, Pedro Giuliani se enamoró de las sierras cordobesas. En rigor, como tantos otros. Aunque quizás más: acostumbrado a las llanuras infinitas de La Pampa, de seguro las modestas colinas del valle de Calamuchita le parecieron enormes, y el frondoso monte nativo, una selva inextricable.
Como tantos otros visitantes, don Pedro compró un terreno. En Villa Ciudad Parque, que si ahora es semirrural y tiene apenas 3.500 habitantes, allá por 1948 era más campo que otra cosa. La compra fue una ofrenda de amor: Giuliani le regaló el lote a Zulema Parisi, su esposa, tan enamorada de Pedro como de ese rincón serrano.
Pasaron los años, la vida llevó a los Giuliani por otros caminos y el pedazo de tierra ahí quedó, olvidado, como olvidaron lo suyo tantas familias porteñas que compraban en las sierras sin haberlas pisado, casi por catálogo. Hasta que medio siglo después de aquella compra amorosa, desembarcó en la zona un nieto de Giuliani: tras viajar con mochila por Latinoamérica toda, Pablo Riveros se acordó de ese lote familiar en la serranía cordobesa y decidió, junto con sus compañeros, destinarlo a la construcción de un proyecto sociocomunitario.
Diecisiete años más tarde, Riveros asumía la presidencia comunal de ese pueblo, y para cierto periodismo cultor de los estereotipos se convertía en “el primer intendente hippie” de Córdoba. Y apenas seis meses después, en este junio pandémico, cobraría notoriedad nacional por una de sus primeras políticas públicas: la producción de cannabis medicinal regulada y controlada desde el propio Estado.
Un Sur lleno de semillas
No es su culpa, por supuesto: uno nace dónde y cuándo puede. Pero es claro que Riveros vino al mundo en mal momento y lugar. Caballito, 1977: en el centro geográfico de la ciudad de Buenos Aires y durante el año más duro del genocidio perpetrado por la última dictadura cívico-militar. Como pudo, también, Pablo creció en aquella primera democracia alfonsinista, surfeó siendo adolescente el menemismo y adquirió ciertas inquietudes que lo llevaron, por ejemplo, a mochilear con amigos por toda Latinoamérica durante aquella segunda década infame.
Tras estadías prolongadas en Guatemala y México, pasada la crisis del 2001 Riveros recordó el lote de su abuelo Pedro y decidió volver al sitio de aquella infancia feliz. Colectivamente decidieron que las sierras era el lugar para instalar un proyecto sociocomunitario, que dieron en llamar Semilla del Sur y que se asentó en aquel terreno de don Pedro, donado a la incipiente organización.
“Semilla del Sur lleva 16 años, es una asociación civil y organización comunitaria mediante la cual, a partir del trabajo en todos estos años, fuimos construyendo instrumentos políticos que nos posibilitaron llegar a la comuna, como la Unión Vecinal de Villa Ciudad Parque, que es el partido político con el cual nos presentamos a elecciones”, relata Riveros a La Nueva Mañana.
A esta altura, Semilla del Sur es una referencia importante a nivel provincial si de medio ambiente y soberanía alimentaria hablamos. En estos años desarrollaron “todo un proceso social, comunitario, de defensa del ambiente y de fomento de la economía social y popular que nos fue dando una musculatura que le terminó dando mucha fuerza a la Unión Vecinal”, señala Riveros, que asumió en diciembre.
Se plantan
Quizás de modo imprevisto, sin buscarlo, por estos días Villa Ciudad Parque ocupa un espacio en la agenda periodística nacional. No es por sus enclaves turísticos ni por su aire serrano: la repercusión mediática viene dada por la ordenanza que fomenta el cultivo de cannabis sativa, para uso medicinal.
“El tema surge por una cuestión de salud pública y un interés sobre la consecuencia positiva del cannabis medicinal en ciertas enfermedades de vecinos y vecinas de nuestra localidad, que me toca gobernar. Siento que me tengo que hacer cargo de eso, y que no puedo dejar en la ilegalidad a madres de chicos y chicas, gente adulta mayor que tiene que salir a conseguir el aceite para mejorar la calidad de vida de sus familiares”, se explaya el presidente comunal. De acuerdo a la normativa ya aprobada, la comuna impulsará y desarrollará el cultivo comunitario de cannabis “con fines medicinales, terapéuticos, y de investigación científica”, y otorgará permisos a privados, que previamente deberán tener habilitación de la Anmat.
“El cannabis tiene legitimidad social y científica”
“La ordenanza tiene como objetivo generar un hecho político que ayude a abrir el debate. Porque el cannabis tiene una legitimidad social -mucha gente incluso lo usa con fines recreativos- y una legitimidad científica. Falta una legitimidad política, y queremos participar en que esto se logre”, explicó Riveros.
“Se trata de ampliación de derechos, de actividad económica regional, de trabajo. Y de qué comunidad queremos construir y cómo discutimos esto sin preconceptos”, completó.
A Villa Ciudad Parque la pandemia de coronavirus le pegó en la línea de flotación. Con el turismo como actividad principal, la economía local entró en un bajón quizás más pronunciado que el provincial o nacional. En ese marco, el cultivo de cannabis también abre una posibilidad de reactivación y de diversificación productiva, a través de la generación de mano de obra y de un turismo futuro atraído no solo por los paisajes bucólicos, sino por ese cultivo en particular.
Con producción y distribución controlada y regulada por el Estado, la iniciativa contempla también que los centros comunales de salud distribuyan aceite de cannabis de modo gratuito. Y se enmarca en un sueño mayor: la conformación de una empresa comunal de cultivos agroecológicos.
«Tenemos un predio destinado a la producción de alimentos desde el Estado comunal, intentando la formación de una empresa comunal de alimentos agroecológicos”, asegura Riveros.
Desafío
“Este no sería nuestro primer cultivo: tenemos un predio destinado a la producción de alimentos desde el Estado comunal, intentando la formación de una empresa comunal de alimentos agroecológicos”, señala Riveros y destaca también el emprendimiento productivo “Casa Común”, desarrollado y gestionado por organizaciones de la sociedad civil, con apoyo oficial.
Ahora, apenas pase la siempre efímera repercusión mediática, Riveros sabe que lo que viene es arduo: situar a Villa Ciudad Parque como la primera localidad del país en emitir permisos de cultivo de cannabis medicinal a laboratorios y privados.
Y poner manos a la tierra, construyendo otro modo posible de habitar el mundo.