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Corea y Japón: el cierre de una etapa

En el Mundial Corea del Sur y Japón de 2002 el equipo argentino llegó como favorito. Estaba en la facultad y hacía cuatro años que vivía en Rosario, como la mayoría de mis amigas y amigos de la secundaria que se vinieron a estudiar desde Gálvez. Los partidos eran por la madrugada. Teníamos el tiempo y nos sobraba la energía, así que nos organizábamos para pasar de largo o quedarnos a dormir en algún lado. El equipo de Bielsa duró poco y no la fase de grupos, pero seguimos con los encuentros hasta la final.

En ese momento no me di cuenta. Me quedaba un año de facultad y la falta de plata se sentía fuerte. No importaba la carrera, la mayoría se la tuvo que rebuscar. En mi grupo no comprábamos todos los apuntes: nos los repartíamos, los resumíamos y después lo hacíamos circular. Y para ahorrar colectivos caminábamos todo el día. Si teníamos dos clases separadas, la compañera o el compañero que estaba más cerca nos dejaba quedarnos en su departamento. Estábamos sin un peso, pero juntos, y así vimos los partidos del Mundial. Era otra excusa para encontrarnos.

Con algunos amigos de la facultad hacíamos el programa “Mentes Baldías” y nos pagábamos el espacio en la radio A-Z. Creo que por esa época muchos de los estudiantes de Comunicación Social pasaron por ahí. Con esos amigos íbamos a los bares a hacer notas a las bandas o a los actores de teatro y después nos veíamos algún partido. Dejábamos preparadas un par de cervezas con pizzas “Del Tomate”, que eran fieles a su nombre: salvo algún que otro pedazo de mozzarella, todo era salsa.

Pasó el Mundial Corea y Japón y esos rituales quedaron atrás. Las reuniones se dilataron y los grupos se fueron diluyendo. A los otros mundiales los vi en mi trabajo o con algunas amigas y amigos, si lográbamos que nos coincidieran los horarios.

Para este mundial tengo pocas posibilidades de hacer reuniones como esas. A eso tenés que sumarle las agendas de las mamás y los papás. No sé si a otros grupos les pasó lo mismo o los partidos del mundial siguen siendo una excusa ineludible.

Con el trabajo vienen otras responsabilidades, me dijeron y me llevó un tiempo darme cuenta de que el Mundial de Corea y Japón fue el último de una etapa muy linda.

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