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Coronavirus: dudan sobre la efectividad de las barreras de plástico

En muchos casos los plásticos transparentes dificultan la circulación del aire en espacios cerrados y dan a las personas una falsa sensación de seguridad. Ante la preocupación por la posible circulación de la variante Delta en Argentina, expertos recomiendan reforzar medidas de cuidado

En Argentina los casos de covid-19 vienen en descenso hace varias semanas, en el marco de una enorme campaña de vacunación, y esta semana se llegó a la ocupación de unidades de terapia intensiva más baja desde octubre de 2020. Sin embargo, las alarmas están encendidas ante la confirmación de al menos cinco casos de variante Delta sin nexo epidemiológico conocido con viajeros internacionales en Ciudad de Buenos Aires.

Según los estudios realizados hasta el momento en el mundo, la variante en cuestión es bastante más contagiosa y está teniendo un fuerte impacto en muchos países a pesar de sus avanzados procesos de inoculación. La buena noticia es que los esquemas de vacunación completos funcionan porque la mayoría de los casos -y de los casos graves- se dan entre la población no vacunada.

En Argentina a pesar de la confirmación de casos con la variante Delta, todavía no hay predominancia de la misma. Si es que ocurre, se espera que sea recién dentro de dos a cuatro semanas. En este sentido, sostener y profundizar las medidas de cuidado sigue siendo fundamental, sobre todo, para proteger a aquellas personas que no pueden vacunarse -pacientes inmunosuprimidos-.

En este sentido, el periódico estadounidense The New York Times publicó un informe acerca de la efectividad de las barreras de plástico para evitar la diseminación del virus. Científicos de Estados Unidos e Inglaterra vienen haciendo estudios para probar sus efectos.

En términos generales se observó que las mismas solo son efectivas en casos muy puntuales. Esto se debe a que a medida que avanzaron las investigaciones sobre las formas de contagio en esta pandemia fue cobrando cada vez más fuerza el papel de los aerosoles, hasta que recién en la primera parte de este 2021 la Organización Mundial de la Salud lo reconoció.

Los aerosoles son partículas que quedan suspendidas en el aire cuando hablamos, gritamos, cantamos o simplemente respiramos. Las gotas más grandes caen más rápido al suelo, son las que expulsamos al toser o estornudar. Pero las microgotas son las que conforman estos aerosoles que quedan suspendidos en el aire, sobre todo en espacios cerrados.

A pesar de estas investigaciones, en muchos países los protocolos no han sido del todo actualizados y se siguen aplicando medidas que no previenen contagios de forma efectiva. Una de esas maneras es la instalación de barreras de plástico que en Argentina, y en Rosario, se pueden ver en taxis, comercios con atención al público, salones de belleza, entre otros.

Un pasaje del informe publicado en el medio norteamericano indica: «La intuición nos dice que un escudo de plástico protegería contra los gérmenes. Pero los científicos que estudian los aerosoles, el flujo de aire y la ventilación dicen que la mayor parte del tiempo las barreras no ayudan y probablemente brindan a la gente una falsa sensación de seguridad. Y a veces estas barreras pueden empeorar las cosas».

Y sigue: «Erigir barreras de plástico puede cambiar el flujo de aire en una habitación, interrumpir la ventilación normal y crear “zonas muertas”, donde las partículas virales de aerosol pueden acumularse y concentrarse mucho».

Hay, sin embargo, situaciones en la que estas instalaciones de plástico pueden servir: los casos en que una persona estornuda o tose, la barrera puede impedir que las grandes gotas expulsadas salpiquen a otra persona.

Al inicio de la emergencia global por coronavirus, en marzo de 2020, la OMS comunicó que las medidas de cuidado debían centrarse en la higiene de manos y objetos y la distancia de dos metros entre personas. Esto último fue porque en aquel entonces se creía que los contagios provenían de las gotas que se expulsan al toser o estornudar.

«La mayoría de los investigadores afirman que las pantallas probablemente ayuden en situaciones muy concretas. Un conductor de autobús, por ejemplo, blindado del público por una barrera que va del suelo al techo, probablemente esté protegido de inhalar gran parte de lo que exhalan los pasajeros. Un cajero de banco detrás de una pared de cristal o un empleado que registra a los pacientes en la consulta de un médico pueden estar protegidos, al menos en parte, por una barrera», explica la columnista de salud que escribió la nota, Tara Parker-Pope.

Sin embargo, los plásticos no detienen los aerosoles y son éstos los causantes de la gran mayoría de los contagios en el planeta.

Estudios realizados en escuelas en Estados Unidos en junio de este año asocian el uso de barreras de plástico en los pupitres a mayor riesgo de infección por coronavirus. Al mismo tiempo, investigaciones británicas consideraron que «la pantalla es más eficaz cuando la persona tose, porque las partículas más grandes tienen mayor impulso y golpean la barrera. Pero cuando una persona habla, la pantalla no atrapa las partículas exhaladas, que simplemente flotan a su alrededor».

Incluso, detalla la nota, «un estudio publicado en 2014 descubrió que los separadores de los cubículos de las oficinas estaban entre los factores que podían haber contribuido a la transmisión de la enfermedad durante un brote de tuberculosis en Australia».

Los investigadores consultados hablaron de una analogía que se viene usando para graficar los aerosoles: pensar en el humo de los cigarrillos. En habitaciones cerradas, por más que uno se encuentre a metros de distancia de alguien que está fumando, en algún momento el olor a humo llega. Así funciona el covid 19 cuando no hay condiciones óptimas de ventilación.

Es por esto que dispositivos como plásticos para separar a vendedores de clientes, por ejemplo, son muy poco efectivos. En cambio, sí se conoce la eficacia del uso correcto de mascarillas y la ventilación cruzada para interiores.

Ante el fuerte incremento de contagios y hospitalizaciones por la variante Delta en varios distritos de Norteamérica, científicos especializados en el comportamiento de los aerosoles plantean que «las escuelas y los lugares de trabajo deberían centrarse en animar a los trabajadores y a los estudiantes que cumplan los requisitos a vacunarse, mejorar la ventilación, añadir máquinas de filtrado de aire HEPA cuando sea necesario e imponer requisitos de mascarilla, todas ellas maneras probadas de reducir la transmisión del virus».

Ventilar, campaña nacional

En marzo de este año el gobierno nacional lanzó la campaña Ventilar, poniéndose a tono con el mayoritario acuerdo en la comunidad científica internacional sobre la vía aérea como principal fuente de contagio.

El Ministerio de Salud de la Nación emitió entonces una guía de recomendaciones que reconocía la importancia de los aerosoles en los contagios. En la misma aclaró que aparte de las medidas ya incorporadas hace un año -distancia de dos metros, uso de barbijo bien ajustado e higiene de manos- es fundamental la ventilación de los espacios. Las medidas se complementan para reducir significativamente el riesgo de contagio y, en este marco, el enorme avance de la vacunación en mayores de 18 años ayuda a que los contagios sigan en descenso.

En Rosario, el Municipio se ocupó de informar y concientizar a encargados de comercios y también a taxistas sobre la importancia de mantener ventanas, puertas o ventanillas abiertas, sin importar las bajas temperaturas. Aunque muchos aún reniegan de la incorporación de las mismas, muchos se hicieron eco de estas recomendaciones que ayudan a preservar la salud colectiva.

Conocer que las partículas infectadas pueden quedar suspendidas en el aire, sobre todo, en espacios cerrados pone en duda prácticas que aún hoy están muy extendidas, por ejemplo llevar barbijo puesto en un espacio cerrado solo cuando entra alguien, como pasa en los negocios o en ascensores.

Si una persona permanece sin barbijo en un lugar cerrado, el virus puede estar suspendido en el aire y llegar a ocupar todo el espacio. Así, si otra persona ingresa a ese lugar puede infectarse. Es la situación que se puede dar en negocios, bares, restaurantes, gimnasios, lugares de trabajo o  automóviles cuando no hay ventilación cruzada.

¿Por qué usar barbijo es efectivo?

El sitio Chequeado.com lo sintetiza de esta manera: sirven, las mascarillas sirven fundamentalmente «para emitir (y respirar) la menor cantidad posible de aeorosoles y gotas de saliva al aire. Se ha probado que los barbijos bien ajustados a la cara -tapando la boca y la nariz- ayudan a disminuir el riesgo de contagio. Aunque los que mejor filtran las partículas son los barbijos quirúrgicos, los barbijos caseros son muy útiles siempre y cuando tengan varias capas (al menos dos) de tela. Si son de friselina, tela simple, bordado simple o gasa, no sirven para nada».

«La distancia también contribuye a que los aerosoles lleguen con menor carga viral, porque a medida que se alejan de su fuente (la persona contagiada) disminuye la cantidad de partículas de virus, que se dispersan por el ambiente», continúa.

¿Por qué es efectivo ventilar?

Renovar aire potencialmente «contaminado» con aire limpio del exterior, demostró ser una de las medidas más importantes para combatir la propagación del virus. Es una manera de disminuir de forma notable la potencial carga viral. «No respires el aire de otro», sintetizaron muchos científicos argentinos los últimos meses en sus comunicaciones públicas.

«La ventilación natural consiste en abrir puertas y ventanas de manera cruzada, constante y distribuida, para lograr una mayor renovación de aire por periodo de tiempo. Lo que buscamos es que se genere corriente de aire, que genera el movimiento de las partículas suspendidas. ¿Cómo saber si está ventilando correctamente? Se te tienen que mover el pelo y los papeles», indica también Chequeado.

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