Un chico que no llega a los 30 años tipea en la notebook de espalda a un ventanal ovalado del edificio Socios del Hipódromo de Rosario. Atrás suyo el sol de un otoño caluroso pega en el predio del centro de la ciudad donde todos los fines de semana suelen correr caballos y apuestas. Si empezara una carrera en este instante la vista sería privilegiada. Si no, también. Por el elegante edificio de principios de siglo XX van y vienen personas con credenciales colgadas al cuello. Afuera hay equipos de trabajo por todos lados. No preparan un festival de música o un evento deportivo multitudinario, no organizan la llegada de artistas internacionales, no hay un casamiento ni mesas montadas haciendo juego con el piso de azulejos blancos y negros. Todo el mundo tiene barbijo o tapaboca. Hay quienes incluso llevan la cara cubierta por completo con máscaras de acrílico. Cada persona es una pieza en la organización del primer Centro de Aislamiento de Rosario para pacientes leves con diagnóstico de Covid-19. Están a la espera y en alerta para el momento en que la Secretaría de Salud municipal defina la apertura. Cuando eso suceda, en 6 horas tendrán todo listo para recibir a las y los primeros pacientes.
Las camas están listas y son 1200. Forman fila en salones, bares y pabellones de los predios del Hipódromo y la ex Sociedad Rural. Cada una tiene encima un tupper grande, toallas, sábanas, frazadas y almohadas. Están distribuidas para abarcar 4 grupos de población. En el Hipódromo estarán las mujeres de hasta 60 años con sus hijos e hijas menores de 14 años y las mujeres de más de 60 años, en salones separados. A la ex Rural irán los varones de 15 a 60 años y varones mayores de 60 años, también en pabellones distintos. La organización contempla a las personas con otras identidades sexuales que podrán estar en los pabellones de acuerdo a su identidad de género y su comodidad.
Cada salón de camas tiene televisores y un espacio aislado por un blíndex transparente donde estará el personal de enfermería y seguridad. Afuera hay baños con duchas y vestuarios, el comedor y las zonas de entretenimiento con mesas de ping pong, metegol, juegos de sapo y de mesa. Tanto en la Rural como en el Hipódromo hay una pantalla gigante afuera para pasar películas al aire libre. Todos los contenidos de esparcimiento son pensados por las áreas de Comunicación y Cultura del municipio y tendrán horarios específicos. “Se puede ampliar a más camas si es necesario”, explica Diego Sebben, subdirector del Hipódromo a cargo del recorrido por las instalaciones del que fue parte El Ciudadano.
Lugar estratégico
El Hipódromo y la Ex Rural fueron elegidos para el primer Centro de Aislamiento de Rosario por varios motivos. El predio tiene una ubicación estratégica. Por un lado, está en el centro de la ciudad con acceso a hospitales cercanos y a dos cuadras de las principales avenidas, Oroño y Francia. Al mismo tiempo, es un lugar despoblado, sin casas cerca. Cuando el Centro de Aislamiento abra sus puertas se cerrarán los accesos de Oroño y Francia a la calle Dante Alighieri, quedando toda la zona aislada por completo. Sólo podrán entrar las 230 personas habilitadas para trabajar en la logística de funcionamiento y pacientes con diagnóstico positivo de Covid-19. Las y los infectados no podrán llegar por sus propios medios, sino que irán en un transporte especial derivados de los centros de salud y hospitales a partir del diagnóstico y la disposición de profesionales de la salud.
El Centro de Aislamiento es para alojar a pacientes positivos de Covid-19 en buen estado de salud que no puedan realizar el aislamiento en sus casas. Está pensando para dar respuesta a brotes en los barrios más precarios de la ciudad donde condiciones de hacinamiento o convivencia no permitan cumplir la cuarentena sin riesgo de contagio a otras personas. Es para quienes entran en la calificación de pacientes leves, que suelen tener síntomas de fiebre y tos seca, o asintomáticos. La semana pasada el Ministerio de Salud nacional agregó a los síntomas la falta de olfato o gusto.
El ingreso de las y los pacientes será por una zona especial donde les realizarán el chequeo médico y les darán una ubicación en alguna de las camas de los pabellones. Cada persona estará 14 días o hasta que el hisopado dé negativo. Habrá controles los días 3, 7, 10 y 14 para saber si siguen infectados o no. Sebben explica que no hay riesgos de re-contagio ya que las estadísticas son muy bajas en todo el mundo.
El edificio de Socios está aislado y sin contacto con las y los pacientes. Es el Centro de Operaciones donde harán todas las tareas de logística, desde la comida, la organización de la limpieza, la entrada de profesionales de la salud hasta la comunicación interna y externa. En total, en todo el predio trabajarán 230 personas. Formarán un círculo de cuidados de quienes estén en aislamiento.
Para entrar y salir de la zona de pacientes tanto profesionales de la salud como personal de logística deberán pasar por una “zona de transición”. Es un espacio ocupado por módulos con duchas y espacio para desinfección y guardado de la ropa que traen de afuera. Al entrar, cada persona debe cambiarse y ponerse la ropa indicada para estar en contacto con pacientes. Al salir, pasa por un pulverizador, se saca la ropa de trabajo y pasa a las duchas. La idea es reducir al máximo la circulación del virus. La comida, por ejemplo, entra lista en camiones. Los desechos se sacan a un pulmón especialmente armado donde son recogidos de manera automática, sin necesidad de que haya personal en contacto.
Hasta la lavandería fue pensada con un sistema a través del cual evitar contagios con una red especial donde se pone la ropa y se cierra con un precinto y una identificación. Este método ya había sido usado en los centros de evacuados montados por las inundaciones.
Donaciones
“Todo lo que ven acá viene de donaciones. Hubiese sido imposible armar algo así tan rápido”, explica Sebben mientras recorre uno de los pabellones de mujeres con 166 camas. Clubes, sanatorios, hoteles, fábricas, instituciones y organizaciones de distinto tipo pusieron camas, colchones, almohadas, sábanas, tuppers, sillas y todos los elementos necesarios para acondicionar el lugar. La fábrica Liliana, por ejemplo, hizo una matriz de máscaras de acrílico y donó estufas eléctricas para los pabellones de mujeres, que tuvieron que ser reacondicionados con un sistema eléctrico nuevo. En el sector de los varones ya había sistema de calefacción y aire acondicionado por las reformas y la restauración que se hizo del predio de la Ex Rural con fondos provinciales durante la gestión anterior.
Con una rutina diaria
El Centro de Aislamiento funcionará con horarios para darle a las personas una rutina diaria y garantizar la logística. De 8 a 10 será el desayuno, de 10 a 12 habrá recreación con televisores en los pabellones con una programación especial, salas de juego y pantallas ubicadas al aire libre. De 12 a 14 será el almuerzo, de 14 a 16 cada persona limpiará y ordenará el lugar donde duerme, de 16 a 18 será la merienda, de 18 a 20 de nuevo la recreación y de 20 a 22 la cena. A las 22 se apagan las luces de los pabellones para ir a dormir.
Antes lazaretos, ahora centros de aislamiento
No la primera vez que Rosario monta centros de aislamiento por enfermedades contagiosas. En la segunda mitad del siglo XIX se abrieron los primeros lazaretos. Eran lugares en las afueras de la ciudad para personas contagiadas de peste bubónica o cólera. A fines de ese siglo abrió el Carrasco, que hoy es un hospital pero durante décadas fue un lazareto. Durante el siglo XX fue el lugar que alojó a enfermos y enfermas de lepra y leptospirosis. Funcionó exclusivamente como lazareto hasta la década del 40 y después pasó a ser un policlínico con aislamiento. El geriátrico provincial Jorge Raúl Rodriguez también nació como lazareto y después se convirtió en un hospital.
Los equipos municipales tienen experiencia en centros similares con las inundaciones de 2003 y 2007 cuando se montaron centros de evacuación. “Si bien aprendimos mucho ahí era distinto. Había familias enteras que pasaban 3 o 4 días y no estaban enfermas. Esto requiere otra logística. Si bien se replicaron cosas hubo que pensar todo de nuevo. Nunca vivimos algo así”, concluye Sebben.