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Coronavirus: las razones por las que Bélgica tiene el peor promedio de muertes por habitantes

La socióloga y referente sindical argentina Marta Scarpato vive hace años en Bélgica y relató el camino de la pandemia, con más de 9 mil víctimas en un país con 11 millones de habitantes

Especial para El Ciudadano

El Hospital Saint Pierre es la institución de salud más tradicional de Bruselas. En la Edad Media, mucho antes de que esta nación se llame Bélgica, en este mismo sitio ya funcionaba un leprosario. Ahora es el corazón de la batalla contra el coronavirus. En este lugar se internó en febrero al primer contagiado belga de covid-19, regresado de un viaje a Wuhan. Y aquí se atendió a miles de pacientes en estos meses. Por eso la visita de la primer ministra Sophie Wilmés para hacer un reconocimiento al personal sanitario por su esfuerzo. Aunque delante de las cámaras de TV, algo imprevisto sucede. La larga fila de enfermeros y enfermeras en el acceso, se da vuelta cuando ingresa la comitiva gubernamental, dándole la espalda en señal de protesta. La imagen recorre el mundo.

En el listado de países que peor resultado han tenido con la pandemia, suele ubicarse primero a Estados Unidos, Reino Unido y Brasil, por su cantidad total de víctimas. No obstante, es Bélgica con 9.364 muertes el que encabeza a nivel planetario el promedio de fallecimientos en relación a su población. Con 11,5 millones de habitantes, el covid-19 mató aquí a 78 de cada cien mil ciudadanos.

Las razones de un resultado

“A medida que avanzó el virus, la situación se tensó y los trabajadores de la salud se vieron cada vez más presionados. La bronca le llegó a la primer ministra, «que paga el pato» por otros. Hay que recordar que Bélgica tuvo varios años recortes en su política de salud, que supo ser excelente y que estuvo sin gobierno más de un año. Casi a fines de 2019, quien ocupaba el cargo, Charles Michel, tiró la toalla y se fue antes de tiempo. Asumió Wilmer y a los pocos meses llegó el virus”, explica la argentina Marta Scarpato, desde Bruselas.

Con la misma ternura de esas tías que aconsejan abrigarse cuando llega el frío, Marta manda largos audios de WhatsApp en la mañana del 25 de mayo. Saluda por el Día de la Patria, detalla cómo fue la batalla de Bélgica contra el coronavirus, y mientras tanto va regalando postales de su vida y la de Argentina.

Egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en 1976, hermana de un obrero que ese mismo año fue desaparecido por la última dictadura, Scarpato debió exiliarse en México. Allí estuvo hasta 1984 y luego regresó a la Argentina con la democracia. Luego volvió a vivir en tierras aztecas desde el 87 hasta el 96, año en que se mudó a Bruselas. Instalada allí, trabaja en la Internacional de la Educación, que nuclea a sindicatos docentes de todo el mundo, coordinando el área de Derechos Humanos. Y es la representante en Europa de la CTA de los Trabajadores.

Ahora, Scarpato responde sobre el impacto del coronavirus: “Acá funcionan las instituciones de la Unión Europea. Esta es una ciudad muy poderosa y Bélgica un país con una historia muy rica. Pero también, este país tiene ganadores y perdedores, como todos. En el último tiempo, hubo gente que se quedó sin trabajo. Y aunque tal vez haya tenido más prensa lo que pasa en Nueva York, aquí también hay quienes no reciben ayuda social, que viven en condiciones de hacinamiento, que viven en la calle o pensiones de muy bajo costo. Y no me gusta hablar de sectores vulnerables, prefiero hablar de vulnerabilizados”.

En el pelotón de los que tienen la ñata contra el vidrio en la que funciona políticamente como la capital de Europa, se acumulan sueños inconclusos con distinto origen. Scarpato lo detalla así: “Algunos provienen de la migración. Hubo una corriente que llegó desde Marruecos, Argelia o Túnez. Hay grupos de refugiados, gente que escapa del África Subsahariana, de Afganistán o Siria. Están en los parques o cerca de la estación, esperando a ver si pueden tener una residencia. Otros, de aquí buscan cruzar el canal y llegar a Inglaterra. Ese es un camino que algunos recorren. Desde viejas colonias británicas con habla inglesa, llegan desde Asia o África, con la intención de terminar en Londres. Es lo que hace el ser humano desde que el mundo existe, intenta buscar una mejor condición de vida para sí mismo y los suyos, aunque Europa y Bélgica ya no son la que eran en la segunda mitad del siglo XX, con un crecimiento que parecía imparable y programas de atención a los inmigrantes”.

 

Bélgica antes del covid

Con la protesta silenciosa en el St. Pierre, los sanitarios reclamaron por la falta de insumos durante la emergencia y contra un decreto que permite el ingreso a enfermería de personal sin capacitación. Luego del reclamo, Wilmès dialogó con ellos dentro del hospital y prometió dar soluciones. “Para entender lo que pasó con la primer ministra -reflexiona Scarpato- hay que explicar qué pasaba en Bélgica antes del coronavirus. Hace un año hubo elecciones generales y ningún partido logró mayoría. En el norte predominó la derecha neoliberal en lo económico, la extrema derecha en Flandes, los socialistas en el sur y en Bruselas estuvo parejo. Ganó el socialismo la alcaldía y los liberales las comunas. Acá nunca puede haber gobiernos monocolores, sino coaliciones. Resultó imposible formar gobierno y por más de un año, Bélgica siguió administrada por los mismos que ya estaban, gestionando “asuntos corrientes” y sin poder tomar decisiones de fondo. Quien venía gobernando era Charles Michel, uno de los gobiernos más neoliberales de Europa. Hizo desastre y medio con la salud y la educación pública, con los residencias para ancianos, con el medio ambiente. Él quedó hasta que se escapó a fines de 2019, con un importante cargo europeo. Ahí asume Wilmès´y a los dos meses llega la pandemia”.

Scarpato sintetiza además la cuestión sanitaria: “En medio de este lío cae el covid19. Una de las personas más descalificadas de este gobierno es la ministra de salud, una señora flamenca muy neoliberal, que desde que entró agarró la tijera grande y cortó. Es verdad que el sistema de salud belga era uno de los mejores de Europa, a tal punto los ingleses venían aquí a atenderse. Pero en el último tiempo, había perdido una cantidad enorme de personal y de recursos. La realidad fue demostrando ciertas carencias: la falta de enfermeras calificadas, la reducción drástica que se había hecho de personal, el haber pasado  enfermeros a ser empleados como de comercio, todas esas «maravillas» que inventa el neoliberalismo. También falta de insumos, como las mascarillas”.

Bélgica, multicultural desde siempre y globalizada como todas en los últimos años, deslocalizó la producción de barbijos y de los hisopos que se usan para hacer los test: “Se los empezó a comprar en China. En general, casi toda Europa llegó a la pandemia dependiendo de lo que pudiera comprar a los chinos en materia sanitaria”.

Los números de los geriátricos

A fines de marzo, cuando la curva empezaba a subir, la Sociedad Belga de Gerontología recomendó que los infectados en geriátricos muriesen allí para evitar colapsos en hospitales. Así, la mitad de las muertes que provocó el virus, se dieron en hogares de ancianos.

Scarpato señala: “Acá decidieron contar absolutamente todo. Como criterio de vigilancia epidemiológica, sumaron todos los casos que fallecían por neumonías atípicas, con enorme cantidad de víctimas en los geriátricos. Aquí lo que dicen es que contando con el mismo criterio en Italia, España o Alemania, los números finales de esos países serán mucho más altos”.

Hoy, Bélgica está en fase de desconfinamiento, con algo más de 57 mil contagios y unas 20 muertes diarias por el virus. Las escuelas discuten la cantidad de metros cuadrados por alumno y por docente que necesitarán para volver al dictado de clases. “Pienso que la comunidad educativa en el mundo no ha perdido el tiempo, como dicen algunos. No es que haya que recuperar lo perdido. Chicos y docentes han aprendido mucho, sobre lo que significa cuidar la vida”, señala Scarpato.

Para el final, Scarpato deja una reflexión: “La pandemia puso de manifiesto las debilidades del modelo económico adoptado en estos años, con gobiernos de distinto signo. Ha habido varios de derecha que alegremente aplicaron la austeridad, pero también gestiones socialistas “moderadas” que se dejaron embarcar en ese tipo de políticas. Esto es extensivo al resto de Europa y vemos las consecuencias. Terminamos padeciendo esta lógica de maximizar ganancias, hasta en el sistema sanitario, inclusive en un país que tenía una salud de excelencia, como este. Y cuando llegó la emergencia, como en aquel viejo cuento, una vez más que el rey estaba desnudo”.

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