“Los trabajadores y el gremio vemos con enorme preocupación que el afán de lucro se impone sobre la salud de los trabajadores, quienes no sólo pueden contagiarse entre ellos o sus familias, sino que al tener contacto con los camioneros que transportan los granos desde los acopios pueden ayudar a que la enfermedad se propague a regiones que están libres o tienen controlada la pandemia”. La grave advertencia corrió por cuenta de Humberto Reynoso, secretario General de la seccional Rosario de la Unión de Recibidores de Granos. El dirigente sindical apuntó directo a la terminal de la firma Cargill en Alvear ante la aparición de casos positivos de covid-19 entre los trabajadores del sector, en lo que apunta como potencial causa el no acatamiento de los protocolos de seguridad sanitaria.
Reynoso trazó a El Ciudadano el complejo panorama por el que atraviesan: los trabajadores cumplen turnos las 24 horas los siete días de la semana en los puertos, a los que en cada jornada arriban más de mil camiones, por lo que –advirtió– todo relajamiento es potencialmente catastrófico. “Ahora los barcos nos tienen miedo a nosotros”, describió el titular de Urgara, marcando que se invirtió una situación que hace apenas unos pocos meses era exactamente la inversa: cuando la pandemia de coronavirus no se había desatado con circulación comunitaria, la clave era el resguardo ante la llegada de las naves de ultramar, ya que entonces el contagio venía, literalmente de afuera.
Ahora en Alvear tienen cinco casos positivos comprobados de covid-19 y 14 trabajadores en aislamiento preventivo a la espera de resultados, sobre una planta de entre 120 y 130 personas.
“La empresa ya hizo cambios de turno para llenar huecos, pero esa no es la solución”, advirtió Reynoso.
La seccional Rosario de Urgara llega hasta Arroyo Seco y tiene una delegación en San Lorenzo. “Es la mayor de país”, marcó el dirigente, para reforzar el alerta de lo que pude ocurrir si no se atienden con estricto cumplimiento los protocolos de seguridad. “Estamos velando por la salud de los compañeros”, insistió.
El gremio de Recibidores ya cursó cartas-documento a Cargill y formalizó presentaciones ante los ministerios de Trabajo y de Salud de la provincia. “Pero están desbordados”, admitió Reynoso. Y ante esa situación, resolvieron hacer pública la denuncia.
“Si la cadena de contagios se profundiza será responsabilidad de las autoridades tomar medidas para que esto no continúe”, advirtió el dirigente gremial, lanzando un llamado a Cargill y a todos los puertos a implementar sin fisuras los protocolos: “No podemos esperar a que ocurran muertes que podrían evitarse”, sostuvo.
La presentaciones también están firmadas por el prosecretario de Seguridad e Higiene de la comisión directiva nacional de Urgara, Osvaldo Guillen.
“Es una condición moral tratar de preservar la salud de la persona, del trabajador”, advirtió con gravedad Guillen, recordando que “si bien no hay nada escrito” todos los consejos de los asesores en epidemiología, los médicos y otros profesionales e investigadores que trabajan con los tres niveles del Estado para hacer frente a la pandemia es el distanciamiento, cuando no el aislamiento. Pero en Cargill, pese a los pedidos del gremio, se continúan mezclando trabajadores de diferentes turnos de acuerdo a la operatividad. “Nosotros –remarcó Guillen– habíamos pedido que se creara un quinto turno, como un backup, para que entrara en acción si se producían contagios. Y que cada turno se convirtiera en una burbuja”. La idea, explicó el prosecretario, era evitar contactos cruzados, y así potenciales contagios: no cuajó.
Y aunque Guillen admitió que empero “se lograron cosas”, como la instalación de mamparas de protección y adecuación de las instalaciones para aumentar la protección de los trabajadores, donde persisten las fallas es, paradójicamente, en la escala humana.
La parte más riesgosa, explicó a El Ciudadano, es en cuanto a los pescanteros, los trabajadores que hacen el control de la carga de cereal en barcos, y de los que están a cargo de la descarga de los camiones, donde operan distintas modalidades de turnos de trabajo y, con la consideración como actividad esencial, incluso pasaron de 8 horas a jornadas de 12. “El pico no llegó en mayo, no llegó en junio. Bueno, ahora tenemos el pico”, advirtió el dirigente sindical.