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Corrupción y juego clandestino: aprietes, el famoso Cachete Díaz y los cien mil dólares de coima

"Que no me nombre porque me arruina", asegura el abogado del empresario Peiti que le dijo el fiscal Ponce Asahad en un encuentro a fin de julio, luego de allanamientos en los que parte de los sospechosos de integrar una banda de extorsionadores y vinculados con el juego clandestino quedaron detenido

Cerca de la 1.20 del 11 de julio de 2019 un edificio de Servando Bayo al 1000 fue baleado por dos hombres que llegaron en una moto. Uno de ellos se bajó y escribió un graffiti en rojo que decía: «Leo pagá”. Después ambos motociclistas gritaron «Leo» y dispararon cinco balazos. Según fuentes de la investigación el Leo en cuestión era Leonardo Peiti, quien después de ese ataque dijo que la banda de Los Monos lo había amenazado y le pedía 400 mil dólares. Pero esa versión luego fue desmentida por su abogado en declaraciones públicas.

En ese edificio de calle Servando Bayo se encontraba la oficina de un testigo reservado en la causa por asociación ilícita contra Esteban Alvarado, Rodrigo Ortigala, y un mes antes la hermana de ese testigo, Mariana, quien luego resultó baleada en la puerta de su casa en Funes, denunció un apriete en el mismo lugar. Esta vez, contra Alvarado.

Cinco tiros y un mensaje mafioso atribuido a Los Monos

Peiti fue sometido el viernes pasado a una audiencia donde fue imputado como partícipe de una banda delictiva dedicada a la extorsión y organizada por Maximiliano «Cachete» Díaz (alfil de Ariel «Guille» Cantero, líder de la banda de Los Monos). Díaz está acusado de organizar una balacera contra el casino City Center en el que fue asesinado el gerente de un banco de la localidad de Las Parejas, Enrique Encino. Pero en esa audiencia Peiti dijo que le pagaba coimas al fiscal Gustavo Ponce Asahad circunstancia en la que participaba su superior Patricio Serjal.

Peiti contó que desde diciembre de 2018 tenía vínculo con la Fiscalía y hacía pagos periódicos de entre 4 y 5 mil dólares por mes para protección y obtener información que lo vinculara con alguna investigación. En ese momento, Peiti tenía una causa en trámite por juego clandestino en Melincué.

En esa declaración dijo que sufrió un atentado al edificio de calle Servando Bayo donde le tiraron un montón de tiros y se asustó. Le contó el problema a Ponce Asahad y le dijo que le gustaría tener una reunión con su jefe para ver cómo solucionaban el tema. Según el relato, se encontró con Patricio Serjal en un bar de Oroño y Mendoza, le preguntó cómo era el tema y le dijo: “Mirá te aconsejo que no denuncies porque no están dadas las garantías de hoy por hoy denunciar, tratá de seguir dilatándolo y manejate con Gustavo por el tema de la cuota y por todos esto problemas anda comunicándoselo a él”. Peiti dijo que todas las amenazas que tuvo se las comunicó a Ponce Asahad.

El arrepentido dijo que luego tuvo una charla con Cachete en un bar de Río de Janeiro y Mendoza y a partir de allí se terminaron las amenazas. En esa oportunidad, Peiti le dijo que tenía contactos con el MPA, al dudar de que las amenazas vinieran de su parte. Aseguró que su interlocutor le infundía temor y miedo, pero no puede afirmar que sea él quien lo amenazaba o le tiró los tiros. Contó que en los mensajes le decían que la próxima balacera era para la distribuidora (que fue allanada a finales de julio en el marco de la investigación).

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Relató que como había intercambiado mensajes con Cachete, éste lo contactó para que le hiciera el favor de conseguir información de la situación de Hernán Horacio Quinteros (quien había sido detenido junto con Claudio Ricaldez el 9 de enero pasado y la Fiscalía sospecha que iban a cometer un atentado el ataque al casino City Center que finalmente se concretó dos días después). Entonces llamó a Coqui –el empleado que trabajaba con Ponce Asahad, Nelson Ugolini– y le mandó la información que necesitaba, le hizo una captura de pantalla y se la reenvió a Cachete.

Los 100 mil dólares

Peiti era el blanco una investigación en trámite en Melincué que data de fines de 2018. En diciembre de ese año, según su testimonio, lo contactó Ponce Asahad para ofrecerle protección a cambio de una cuota mensual. Pero este año Peiti era investigado por la Agencia de Criminalidad Organizada de la Fiscalía y el Organismo de investigaciones, en cuyas oficinas se presentó Patricio Serjal y tuvo detalles del avance de la investigación. Al día siguiente, el jefe de los fiscales de Rosario fue con Ponce Asahad a ese organismo. Según Peiti, este último le contó que había una detalla investigación en su contra y que destruyera los teléfonos. Al otro día «se perdió» la intervención telefónica. Además contó que le pidió 100 mil dólares para que no prosperara la investigación.

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Peiti se negó a esa suma, según contó, y el mediodía del 9 de julio se encontraron. Contó que Ponce le dijo que había hablado con Patricio. “Me parece que lo de la plata esa fue idea de Patricio, se fue al carajo”, dice haber escuchado del entonces fiscal de la Unidad Covid. Entonces cerraron en 10 mil, que le entregó a las 18 de ese día y le dijo que se quedara tranquilo. “Veré como te puedo ayudar o si me entero de algo te iré diciendo”, asegura que le dijo Ponce Asahad.

El lunes siguiente Peiti se enteró que al ex jefe policial Alejandro «Pipi» Torrisi lo habían metido preso. Al día siguiente se fue al Centro de Justicia Penal con el abogado Alberto Tortajada para pedirle explicaciones a Ponce Asahad. El interlocutor fue el abogado, según contó, quien le dijo que Ponce Asahad no entendía nada de lo que había pasado y que lo vio muy asustado.

Luis Rossini es uno de los abogados de Peiti y también declaró en la causa. Contó que luego del allanamiento en la casa de su cliente, a fines de julio, Peiti estaba en Buenos Aires y lo llamó para avisarle y a partir de allí el abogado tomó conocimiento de la causa, según aseguró. Peiti le pidió que hablara con Ponce Asahad para ver qué opinaba, porque le había estado pagando, le dijo que era un fiscal que colabora con él y le pasó el contacto, relató.

Rossini dijo que le mandó un par de audios que no respondió y luego Ponce lo llamó por whatsapp y él le devolvió la comunicación. Quedaron en encontrarse en Rosario la noche del 23 de julio en una cochera junto al restaurante Ceviche, ubicado en Jujuy entre Alvear y Santiago, donde charlaron por 10 minutos.

Añadió el abogado haberle dicho que Leo le pidió que hablara con él y Ponce le dijo: «Leo podría haber resuelto y no lo quiso resolver». Le dijo que no tenía información del caso y que no lo mencionara para nada ni a su empleado, ni a su jefe ni a nadie, según Rossini. Y le agregó que seguramente iba a quedar detenido. La charla continuó y le dijo: «Si en 15 días queda detenido nosotros le vamos a dar una mano, lo vamos ayudar, tiene nuestro compromiso». Y le repitió que «no lo nombre porque lo arruina». Para añadir: “Y si me nombra yo tengo un montón de cosas de él que voy a hablar”, contó Rossini en la declaración. La secuencia del encuentro en la cochera quedó grabada en las cámaras de seguridad al igual que el encuentro que tuvo Peiti el 9 de julio, cuando le entregó 10 mil dólares, según declaró.

Imputaron al fiscal Gustavo Ponce Asahad y quedó preso por tres meses

 

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