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Coti dice que escribe canciones, no éxitos

El cantautor rosarino Coti Sorokin habla de su elogiado disco "Lo dije por boca de otro", en el que recopila 12 temas propios, que fueron estrenados y popularicados por otros artistas de toda iberoamérica. Lo presenta el viernes en el Broadway.

 

Por Miguel Passarini

“Volver a Rosario es un poco volver al pago, encontrarme con caras conocidas, amigos, parientes; viví y estudié música en Rosario, es un lugar que reconozco como propio”, dice Cori Sorokin, hoy ciudadano del mundo (nació en Rosario en 1973, actualmente reside en España), quien regresa a su ciudad natal para mostrar mañana, a las 21.30 en el Broadway (San Lorenzo 1223), el resultado de una tarea compleja: volver a retomar como propias aquellas canciones que compuso para grandes artistas de Iberoamérica y que este año, atendiendo la demanda del público pero también el deseo personal, recopiló en el singular disco Lo dije por boca de otro.
Son esas canciones que otros convirtieron en hits, y esos otros son Enrique Iglesias, Diego Torres, Julieta Venegas o Paulina Rubio. “Me gusta marcar la diferencia entre hit, que es algo que pasa, y una canción popular, porque eso hace que siempre esté vigente”, aclaró el cantautor que en el disco reunió temas que en “boca de otros” vendieron millones de copias como “Dónde están”, “Color esperanza” (convertida en suceso planetario por Diego Torres),  “Te quise tanto”, o una bella versión de “Andar conmigo”, que en el disco comparte con su coterráneo Fito Páez. Así, doce temas muy escuchados adquieren una nueva dimensión, esa que responde a un orden personal e incluso oculto detrás de la máscara del éxito y los rankings.
—Alguien podría pensar que grabar un disco con canciones tan exitosas es algo simple; sin embargo, tal vez sea complejo complejo versionar canciones tuyas que otros las volvieron hits…
—Es el disco que más me costó, fue un proceso de mucho tiempo, fue algo difícil de concretar, mucha energía, sobre todo por el desafío que implicaba meterse con esos temas que son tan conocidos, pero yo tenía que hacer mi versión y justificar un disco: debían ser versiones artísticamente coherentes, porque son canciones de distintas etapas de mi vida, diferentes momentos artísticos y para diferentes proyectos. Encontrar una versión que yo sintiera cercana de cada una de esas canciones fue complicado, pero la historia tiene un final feliz.
—¿Cómo hacés para desdoblarte en estos roles de cantautor y compositor para otros artistas?
—Desde hace muchos años, casi desde que empecé mi carrera solista (2001), también tengo mi lugar como cantante, que es el eje principal de mi vida artística: constantemente, hago mis discos y mis conciertos; de algún modo me puedo dar este otro lujo de colaborar con la gente con la que tengo afinidad y lo hago realmente por gusto, más allá de que en algún momento lo haya hecho por necesidad, pero eso es algo que quedó en el pasado. Con los artistas a los que les compongo una canción, tengo que tener una afinidad musical o personal, y está bueno sentir la atracción de gente que quizás no tenga nada que ver con mi música, porque eso se vuelve una experiencia muy rica.
—¿Qué te pasa cuando una de esas canciones que ponés “en boca de otro” se convierte en un hit?
—Está bueno, pero tengo claro que escribo canciones, no éxitos; es muy difícil saber lo que va a pasar con una canción, más allá de lo sincero que uno pueda ser, del deseo de saciar el papel en blanco, de decir aquello que uno desea, porque todo eso es como la piedra filosofal de la creatividad. Creo que uno busca hacer canciones populares, que no es lo mismo que hacer hits.
—¿Cuál sería esa diferencia?
—Los hits pueden ser éxitos de una temporada que dura tres o cuatro meses y después desaparecen, en cambio las canciones populares, como pasa con muchas de éstas, tienen muchos años y siguen vigentes, las enseñan en los colegios o las siguen pasando en las radios y los artistas las seguimos cantando; es un fenómeno contrario al de la música comercial que es puro consumo. La música popular es como esos muebles bien hechos: son para toda la vida.
—¿Por qué fueron estas doce canciones y no otras?
—Fue algo natural; busqué acercar ese repertorio de canciones hacia mí, y en ese proceso se fueron tamizando: están aquellas con las que me sentía más a gusto, con las que había una coherencia; siempre busqué que el disco pareciera uno más de mis trabajos, que tuviera una concordancia estética y de sonido con mi búsqueda personal. Por supuesto hay muchas más, no sé si en algún momento haré otro volumen, por el momento tengo ganas de grabar canciones nuevas.
—Hay canciones conocidas, pero parecía imposible versionar “Color esperanza”, que Diego Torres hizo propia. ¿Cómo fue ese proceso?
—Cuando esa canción se volvió popular, yo estaba presentando un disco que también era exitoso. Y en ningún momento quise quedarme con un caballo prestado, más allá de que en el fondo el caballo quisiera venir conmigo (risas). De algún modo, siempre le pedía a la discográfica que no busquen hacer marketing con eso. Creo que ahora hice una versión de “Color esperanza” tomando la distancia necesaria, porque pasó el tiempo y la gente tiene ese tema asociado a la voz y la impronta de Diego. Fue la que más me costó, pero busqué hacer una versión para las nuevas generaciones, casi para chicos, que son los que ahora la cantan en el colegio. Eso me hace muy feliz.

La industria y los realities

Respecto del lugar para el que, en la actualidad, pareciera que va la industria musical, con la complejidad que implica grabar y vender discos en todo el mundo, Sorokin analizó: “No tengo una idea clara al respecto; siento que es la gran incógnita de los que nos dedicamos a esto. Al menos siento que vamos para algún lado; pero siempre pienso lo complejo que debe ser para los nuevos grupos o solistas que quieren darse a conocer, porque claramente la industria está en crisis y hay pocas posibilidades”. Finalmente, el músico habló del espacio generado por los realities que buscan nuevas figuras de la canción: “Concursos hubo siempre y algunos fueron y son muy malos; yo tuve una participación en La voz argentina y allí hay cantantes tremendos, grandes voces, personas que tienen talento real, es de lo más noble que hay en el rubro: músicos y cantantes de verdad, y no productos televisivos.

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