En el marco de una investigación que busca reconstruir el proceso de formación de movimientos contra la violencia institucional o antirrepresivos en democracia se lanzó la campaña “Memorias del territorio”, una iniciativa que se propone recopilar imágenes de intervenciones públicas –desde los años 80 hasta nuestros días– para conformar un “archivo vivo” que contenga las distintas estéticas de ese tipo de protestas.
Para ello, los organizadores lanzaron una convocatoria de fotos que registren cualquier movida relacionada a esa temática, es decir, imágenes de marchas y movilizaciones, pero también de murales, altares, afiches, pintadas, stencils, pegatinas, graffitis, banderas o cualquier otra “marca” que se haya inscripto en el espacio público.
“El proyecto en el que se enmarca esta convocatoria tiene como propósito reconstruir el proceso de formación y consolidación del movimiento contra la violencia institucional y también su ligazón con el movimiento de Derechos Humanos: cruces, préstamos, aprendizajes y distinciones”, explicó Marilé Di Filippo, una de las investigadoras a cargo de la iniciativa que surgió de un convenio firmado a mediados de 2020 entre la Red de Investigaciones en Derechos Humanos del Conicet y Memoria Abierta.
Uno de los objetivos del proyecto que lleva el nombre de “Genealogía del movimiento contra la violencia institucional / movimiento antirrepresivo” y que en una primera etapa está destinado a Rosario y a la ciudad y provincia de Buenos Aires, es la producción de archivos documentales que den cuenta de esas memorias de lucha, sus diversidades, estilos y lenguajes.
Convocatoria
En ese marco, en el mes de agosto se lanzó en Rosario la campaña Memorias del territorio, una convocatoria “abierta, federal y participativa” que busca construir un registro colectivo de las huellas en el espacio público de todo el país de las luchas contra la violencia institucional.
Quienes quieran participar pueden enviar el material fotográfico al mail memoriasdelterritorio2021@gmail.com y deben acompañar la imagen con información adicional: la fecha en que fue tomada la foto, el nombre de quién la sacó, la dirección de dónde fue tomada y una breve descripción de la misma relacionada a quién conmemora, en qué fecha fue desarrollada la iniciativa y quiénes se involucraron en la misma.
Con el envío de la imagen y sus datos también deberán autorizar a que las mismas sean usadas por las instituciones convocantes, según aclaran en la iniciativa que aún no tiene fecha de cierre.
Archivo vivo
“El propósito es poder armar un archivo documental común”, señaló Di Filippo tras enumerar distintas expresiones culturales llevadas a cabo para visibilizar casos de violencia institucional que abarcan desde murales hasta performance, siempre en su registro fotográfico.
La investigadora aclaró que se trata de un archivo vivo porque “no está fosilizado, sino que late a la par de lo que va ocurriendo”.
En ese sentido destacó que las imágenes pueden ser tanto de fotógrafos profesionales como de familiares de víctimas o de cualquier persona o agrupación que haya registrado esa marca. “Es un archivo vivo en tanto y en cuanto pretende recoger toda esa variedad de imágenes y de visualidades que van tomando distintos sujetos sociales, ya sean individuales o colectivos”, dijo.
También diferenció las marcas permanentes de otras más efímeras por el tipo de materialidades que suponen. “Efímeras en el sentido de que dependen de la condición de los cuerpos ahí presentes o que tienen una materialidad débil en la medida en que el paso del tiempo o de cualquier efecto climático o cualquier cosa las puede borrar”, explicó.
“Hay otras más permanentes como los murales que perduran durante mucho tiempo. Pero de todos modos hablamos de archivo vivo por esos motivos, porque es colectivo, lo conforman todos aquellos que comparten sus imágenes y a su vez es un archivo sobre cosas que sucedieron en el pasado muy reciente y otras que nos están sucediendo ahora”, refirió tras destacar que en principio el objetivo es “recuperar todas esas estéticas de la protesta o la denuncia contra la violencia institucional”.
Por último destacó que es un archivo vivo porque “permite darle vida a historias de lucha que por ahí no se conocen” y de esa manera “poner en relación unos casos con otros”.
Reconstruir la lucha
En relación al proyecto general sobre una genealogía del movimiento contra la violencia institucional, la investigadora Eugenia Cozzi explicó que buscan reconstruir los activismos y las militancias que surgen para denunciar prácticas por parte de la Policía en contextos ya democráticos.
En ese sentido aclaró que más allá de los conceptos que están en discusión, es decir, si se habla de gatillo fácil, o de violencia policial, o de violencia institucional o de movimiento antirrepresivo, una particularidad de las organizaciones es que se constituyen a partir de casos, a través de los cuales se van construyendo distintos momentos del activismo.
“Lo que nos interesa revelar es la forma de hacer política para denunciar los casos de violencia institucional. Es un campo significativamente heterogéneo porque las prácticas de la Policía son diferentes en cada lugar y porque las formas de organizarse y de militar también son diferentes”, explicó Cozzi.
“Además esto ocurre en contextos particulares que también varían a lo largo del tiempo. No es lo mismo organizarse contra la violencia policial en los años 90 que con posterioridad”, graficó.
“Lo que nos interesa es poder reconstruir esta genealogía con todas sus complejidades”, dijo y nombró la discusión sobre políticas de seguridad, sobre construcción del enemigo, del peligro y de los antecedentes de las víctimas, “para poder pensar cuáles son los vínculos que se van tejiendo con los organismos históricos de derechos humanos y con el movimiento más amplio de derechos humanos”. Y concluyo: “Toda esa complejidad es lo que nos interesa reconstruir como historia reciente”.