Los ecos, los sonidos, las palabras, las imágenes, los recuerdos que habitan en el profuso imaginario de Rody Bertol, uno de los grandes referentes de las escénicas rosarinas, reaparecen y se esfuman como ese momento liminal entre el día y la noche en Crepuscular, su nuevo trabajo, que tras una presentación en proceso en la Maratón Bertol, realizada en junio en el Teatro Municipal La Comedia, tendrá su estreno oficial este sábado, en La Orilla Infinita, donde seguirá en cartel hasta fines de noviembre.
Crepuscular es un viaje por distintos territorios existenciales que Bertol escribió y dirigió especialmente, porque es, al mismo tiempo, la celebración de su obra número 40, un número que se suma a una vasta producción que lleva más tres décadas al frente de Rosario Imagina.
“Crepuscular es una obra que nos llega al corazón porque propone recorrer territorios existenciales que todos, más tarde o más temprano, atravesamos”, adelanta el creador, que detalla, con su habitual profundidad poética, que la obra “cuenta pequeñas historias para hablar de grandes historias. Hay una trama inexorable que las une. Antes o después del momento más revelador, ¿el amanecer, no es acaso el instante más íntimo y profundo, un abismo, un crepúsculo? Algo nace y algo termina. La obra propone a cambio de esa incertidumbre el único afán posible: seguir buscando esa ilusión que le dé sentido al paso por este mundo”.
Crepuscular, título al que suman “como una luz en primavera”, acaso evocando un tiempo más esperanzador, “tiene la ligereza y la simpleza de una canción de amor y propone uno de los temas más inatrapables de la aventura humana: el deseo y sus laberintos”, plantea Bertol, a cargo de la dramaturgia y dirección general, al frente de un elenco que integran Lorena Salvaggio, Estela Argüello, Diego Bollero, Laura Fuster, Florencia Echeverría, Ignacio Niche Almeyda y Pamela Di Lorenzo, con edición de sonido de Ariel Sánchez, diseño de luces de Ignacio Almeyda, operación de luces y sonido de Nacho Chazarreta, asesoramiento de vestuario de Lorena Salvaggio, fotos de Laura Packer y prensa y difusión de Pamela Di Lorenzo.
Un lugar de tránsito
“Crepuscular es un lugar de tránsito, es un lugar donde se fusiona la aparición de la luz y se disipa la oscuridad y luego lo contrario, cuando la luz se esfuma y la oscuridad vuelve a aparecer. Es ese tiempo de trance, de espera; un momento que me resultó sumamente atractivo para poder metaforizar cómo en la vida también se dan esos momentos. La obra comienza con una frase que me resultó muy reveladora cuando apareció en la escritura, que dice: «Tengo una determinada edad en la que siento y me doy cuenta que ya no tengo mucho tiempo por delante. Por eso quiero que todo lo que haga de ahora en más lo pueda hacer tranquilo»”, planteó el creador acerca de ese disparador esencial que marca el pulso del recorrido que propone y da senito a la obra.
Más allá de esa singular aparición que marcó el pulso dramático de Crepuscular, la vida es presente constante. “Es verdad que en algún momento uno se da cuenta que quizás no tenga mucho tiempo por delante, y también es verdad que nadie sabe cuánto tiempo le queda en realidad. Pero hay determinadas edades donde uno ya comienza a tener una idea de ese azar del tiempo de otra manera”, sumó Bertol en relación con el significado de este material en su vasto recorrido y en el presente.
Respecto de lo que esta nueva propuesta transita en términos formales, destacó, en relación con algunos de sus momentos: “Es una obra en la que hay escenas, son historias que marcan momentos, siete historias breves para ahondar en una experiencia existencial en relación con ese momento que va y viene de la oscuridad a la luz. Hay un pasaje donde una mujer ve cómo se desmorona su pareja, su matrimonio, y un día decide salir, e incluso va contando los pasos hasta llegar al encuentro con otro hombre, otra posibilidad de ilusión que no se sabrá finalmente si se concreta o no. También hay otro cambio cuando a un personaje, en esa transición, le parece que es hermoso algo terrible que ha pasado. Sin embargo, él dice claramente: «Es hermoso que ya no me quieras ver más, es hermoso que me hayas olvidado y es hermoso que yo también te haya olvidado»”.
Respecto de su mirada personal sobre ese momento del día que puede ser, al mismo tiempo, idílico u horroroso por lo que puede generar en los sentimientos humanos, ahondó: “El crepúsculo, ese paso de la luz a la oscuridad y viceversa, estos dos cambios, me parecen uno de los espectáculos más maravillosos que tiene la naturaleza”.
Y evocando una lógica muy propia del teatro, expresó: “Siento que es como si un reóstato gigantesco fuera y viniera marcando esos cambios en la naturaleza. Es una obra que habla sobre el deseo como el mayor laberinto de la aventura humana. Y los personajes van testimoniando, van confesando brevemente lo que sienten, lo que les pasa, pero he intentado que sea muy contundente el relato de esas historias que los atraviesan”.
Carrera a telón abierto: Rody Bertol, al frente de la primera maratón teatral de La Comedia
El Pirandello que no fue
“En lo personal, siento que es una obra donde he podido transitar una serie de territorios existenciales y siento también que todo está en cómo nació. Yo empiezo a escribir una obra, armo el elenco, una obra en principio muy dialógica, que tenía pasajes muy pirandellianos, dado que Pirandello es un autor que me debo a mí mismo, y sentí que era el momento para encararlo. Era todo muy extenso, iba leyendo y pensando mucho, y llevaba al mismo tiempo un cuadernito en el que, en los recreos de ese otro proceso de escritura principal, escribía algo así como poemas aunque no eran poemas en su lógica formal. Eran en cada caso unos cuatro o cinco renglones en los que escribía una y otra vez ideas, sentimientos, recuerdos. Así fue pasando el tiempo de ese proceso de escritura de la obra, empecé a probarla pero no pasaba nada, no me movilizaba, y me preguntaba «cómo hago para dirigir esto»”, confesó sobre ese singular proceso de escritura y descubrimiento.
Y profundizó: “Hasta que una tarde vi el cuadernito, me puse a leerlo y dije: «Pero es esto lo que quiero hacer, es esto lo que me sale, es esto lo que me aparece». Así fue que me puse a pensar cómo hacer esos otros textos, los fui incorporando en el contexto de un relato, de una confesión, del testimonio de una persona, y así apareció Crepuscular”.
Cuarenta obras
“Cuando pienso en la obra número 40 no me pega por el lado de lo que representa lo numérico, asociado también, más o menos, a la cantidad de años que estoy vinculado con el teatro. Fue todo un proceso; pensaba que no importaba tanto el número, la cantidad, que no necesitaba saberlo. Hasta que un día estaba en casa, solo, y me volvieron esas preguntas y pensé si en realidad tenía sentido saberlo, confirmarlo, y creo que no lo tiene, pero en definitiva acepté que quería ver cómo venía el recorrido, aunque no sepa hacia dónde va en este momento”, expresó Bertol.
Y respecto de ese momento de repaso, detalló: “Me llama un colega y yo le comento: «Estuve contando y tengo posta 40 obras que he montado en todos estos años». Y él me respondió que eso era «toda mi vida», entonces empecé a lagrimear, pero después entendí que mi vida es más que eso y ojalá tenga para muchas obras más, las que sean o las que se puedan. No quiero la nostalgia ni el festejo de nada. Ahí entendí que acá no termina, pero sí empiezo a ver, como dice el poema de Borges, «Límites», que hay algunas cosas de las que me empiezo a despedir, y otras cosas que empiezo a disfrutar de otra manera. Por eso ese texto inicial dice también: «Quiero ricas comidas, buenos vinos y dormir a tu lado, debajo del ciprés». Sí siento que es una obra que cierra una etapa que nació con El arbolito rojo (2017); esta es la obra que más se acerca a una idea que está en un lugar muy querido y sobre el que he trabajado mucho, que son los afectos, sobre cuestiones muy personales que en definitiva nos tocan un poco a todos. Son breves historias de estas zonas intermedias, de estas zonas de trance. Yo creo que, como dice la canción, «la vida es corta, pero la noche es larga»».
“Hay otro texto que dice «quiero disfrutar de lo que hago y de lo que hice». Yo quiero eso y también descansar. No se trata sólo de disfrutar de lo que hago con este karma que tiene el teatro que sólo estás vigente si lo hacés, y si no lo hacés, olvido total. Hay otro poema final de Borges que dice: «Somos el olvido que seremos». Yo hice esto y lo quiero disfrutar en estas nuevas obras, va por ahí también eso de los números y de cierta idea que no es muy concreta, porque podés haber hecho 40 obras y fueron 40 barrabasadas; lo mismo pudiste haber estado 30 años haciendo un teatro que no significó nada para nadie. Yo siento que las circunstancias se me fueron dando y se me están dando, y a veces podés ir para un lado, y a veces podés ir para el otro. Lo cierto es que es una obra breve, honesta y que nos representa, sobre todo en un momento tan particular como éste, en el que somos muchos los que nos sentimos bastante solos”.
Para agendar
Crepuscular tendrá su estreno oficial este sábado, a las 21, en La Orilla Infinita (Colón 2148), donde continuará en cartel todos los sábados de septiembre, octubre y noviembre. Las entradas anticipadas, a precios populares, se encuentran disponibles en laorillainfinita.com.ar. IG @crepuscular.obra