“Hay mucho que hacer en el Estado, pero hay gente que quiere cambiar las cosas”, sostiene Marina Marsili. Contadora y doctora en economía, su trabajo, sin embargo, está focalizado lejos del mundo empresario y de las áreas de Hacienda del Estado.
Otro tanto ocurre con Noelia Radyna, cientista política y con una maestría en políticas públicas y desarrollo: ambas forman parte de la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos de Ministerio Público de la Acusación de Santa Fe (MPA) y su trabajo cotidiano es analizar, entender y desbaratar las organizaciones criminales complejas. En ese complicado trajín fueron acumulando una vasta experiencia, que convirtieron en conocimiento y plasmaron en un libro. “Crimen, Complejidad y Economía. ¿Cómo pensar una investigación criminal desde la integralidad”, es el nombre de la obra, acaso tan particular como extraña: es el primer “manual” sobre el tema escrito por dos personas ajenas a la abogacía.
La sola presencia de Marsili y Radyna, la primera como jefa de investigación y la segunda como analista, habla de un gran cambio de método en el MPA. Y, sobre todo, de enfoque. “La realidad es que hay una decisión de encarar esto. Es algo nuevo, a pesar de que históricamente estaba ahí. Forma parte de las dificultades que tiene el Estado”, sintetiza la primera al contarle a El Ciudadano cómo es el mundo de las organizaciones criminales complejas, ajeno al común de las personas sólo en apariencia, y qué se está haciendo para enfrentarlo.
“Tenemos experiencia en casos concretos, pero en el libro lo que buscamos es hacer un abordaje académico. Tratar de ir viendo cuáles eran las formas de abordaje de esas investigaciones complejas e ir encontrando las mejores prácticas para abordar la complejidad de las organizaciones criminales que investigamos. Que son complejas porque son grandes estructuras con diferentes actores que desempeñan distintos roles, con multiplicidad de víctimas, con distintas acciones”, explica Marsili.
Y, para dar una idea más llana, subraya cuál es la diferencia de cómo avanza el nuevo sistema “de una manera innovadora” respecto de lo que era la “vieja persecución penal” que ya no era eficaz: “No se investiga un homicidio o una estafa, sino que se analiza una estructura, cómo funciona la organización criminal y qué delitos son los que comete en un período”, define.
-¿Cómo surge la idea de volcar en un libro sus experiencias?
-Fue como una necesidad. Nosotras decimos siempre que somos dos bichos raros en el Poder Judicial: yo soy economista y mi compañera es cientista política. Ella está haciendo una maestría dentro del ámbito de las políticas públicas, y yo soy contadora, con un posgrado en administración y contabilidad pública, una diplomatura en criminalidad económica y un doctorado en economía.
Desde esos dos lugares no somos dos personajes usuales, y mucho de lo que hacemos, de lo que podemos aportar a las investigaciones, es difícil amalgamarlo con el resto. Y desde ese lugar pensamos en dejar escrito lo que hacemos. Cuando se empieza a investigar a las organizaciones criminales complejas, el punto de partida es que no hay dos iguales. Entonces hay que “meterse adentro” de cada una, conocerla, ver los distintos “servicios” que presta, las distintas formas de cometer ilícitos, las diferentes formas de lavar los activos… Entonces, cada vez que abordamos una investigación, lo que hacíamos era seguir aprendiendo mucho. A partir de todos esos estudios que teníamos surgió la necesidad de dar una vuelta más de tuerca. Y la pandemia ayudó… (se ríe). Entonces no es un abordaje netamente académico –porque lo hacemos desde la praxis– pero tampoco es un racconto de investigaciones criminales. De hecho no hablamos de eso, sino de tareas que se desarrollan para la investigación de las organizaciones criminales complejas. Y de tareas que no se desarrollan porque aún no contamos con las herramientas o las estructuras para hacerlo, y que sabemos que se necesitan desarrollar.
-Ustedes apuntan nuevos métodos, lo que implica una evolución en las formas de investigación. ¿Las organizaciones criminales también han evolucionado así?
-La evolución no es sólo nuestra: el Ministerio Público de la Acusación nace así. Y las organizaciones criminales venían evolucionando de manera previa, mucho tiempo antes del nacimiento del MPA. El problema principal de las organizaciones criminales es que, cuando logran perdurar en el tiempo, es que logran tener una estructura y una fortaleza, lo que hace mucho más difícil la persecución penal. Y antes, como se investigaban los delitos de a uno –la lógica del caso por caso– lo que sucedía era que se abordaba un homicidio, por ejemplo. Entonces se iba en esa dirección y se resolvía el homicidio, pero la organización criminal no se desarticulaba, sino que continuaba intacta. Lo que hacía era destinar recursos para las defensas, para el sostenimiento de las familias de los detenidos, pero la organización no se veía vulnerada. Hoy se empieza a perseguir esto.
-Muchas organizaciones criminales del pasado hicieron un pasaje a la economía legal. ¿Está pasando con las actuales?
-Hay personas asociadas a hechos delictivos que hoy se encuentran insertas en la sociedad, en el mercado. Con ellas se llegó tarde. El problema de no investigar en forma oportuna a esas estructuras es que una vez que logran lavar activos, es muy difícil poder retrotraerse a los origines ilícitos. Y cuando el Estado llega tarde –no sólo pasa en la Argentina sino en todo el mundo– se dificulta la tarea. Pasó en Italia con el “Mani Pulite”, por ejemplo: hubo casos en que las organizaciones ya estaban establecidas en la sociedad.
-¿El fin de las organizaciones delictivas es dejar de delinquir?
-Depende. No hay una regla; hay organizaciones que se puede interpretar que, llegado un momento, hay una resolución de dejar de delinquir. Y hay otras que estructuran un campo de negocios, pero con el objetivo de profundizar la acción delictiva. Esto ya tiene que ver con campos que no abordamos, como es la sociología, la antropología… Que deberíamos incluirlos, porque desde la economía no encontramos una explicación. En la economía los agentes racionales operan de una manera, que es la reducción de riesgos. Pero también hay agentes que aumentan sus riesgos de mercado, como representa continuar delinquiendo.
-¿Las disputas violentas en definitiva son económicas?
-En general las disputas de las organizaciones criminales tiene un trasfondo económico, lo que representa un problema si no se lo analiza. En verdad son mercados “criminales” que operan dentro del mercado donde operan las economías familiares, las economías industriales, las economías de servicios. El mercado es uno solo, y cuando se habla del “mercado criminal” parece algo ajeno. Esto no es así: la economía criminal es parte del mercado, y funciona de la misma manera que dos empresarios compitiendo en un marco de legalidad. Lo que pasa es que se ve agravada al cometerse actos criminales. La disputa que en el mercado se ve con distintos precios, entre organizaciones criminales se agrava por el uso de tiratiros, amenazas, distintos tipos de coerción, por endilgarle a la otra organización criminal distintos tipos de delitos, como modos de quitarlos del mercado.
-¿Se emparentan mecanismos y formas organizativas ilegales con las de otras estructuras legales que han existido a lo largo de la historia?
-El estudio de las organizaciones habla de “multiplicidad de existencia de estructuras organizacionales”. Pero se ven vasos conectores que explican el funcionamiento: por ejemplo un holding empresarial o una estructura piramidal a la vieja usanza, como economías muy ligadas a las familias, y después lo más moderno, que son las redes. Ahora se está viendo mucho: organizaciones que funcionan a través de redes y otras que tienen una estructura vertical (con una persona que está arriba e imparte las órdenes) y distintas redes para la comisión de algunos de los tipos de delitos. Pero sí se ve que se replican estructuras organizacionales. Aunque hay una cosa que las diferencia: “expectativas racionales de los agentes económicos”. Cuando se habla de empresarios, se trata de maximizar las ganancias, el resultante o la reinversión. Pero en las organizaciones criminales se apunta más al disfrute del producido, no tanto a maximizar los beneficios. Es decir: poder disfrutar de los bienes sin que sean descubiertos los orígenes. Ahí el comportamiento, desde el campo de la economía, no sería tan lineal.
-¿Y cuentan, como otras organizaciones, son staff de asesores, expertos en determinadas áreas como para facilitarles el desempeño?
-Vemos que cuando perduran en el tiempo, las organizaciones criminales se van haciendo cada vez más sólidas. Y cuando ocurre, empiezan a verse asesores profesionales, y muchos: abogados, contadores, escribanos, asesores tributarios. Y empiezan también los lazos con el poder político, con la Justicia, con el poder policial. Y todo hace que sea más difícil la persecución penal.