“Mi hijo era un buen chico, tenía un corazón enorme. No lo mataron por un ajuste de cuentas. Quiero limpiar el nombre de mi hijo, no quiero que sea uno más”, dijo entre lágrimas, Yanina, la mamá de Alejandro Gabriel Ramúa, que el viernes 19 de agosto pasado cerca de las 20, un motociclista le disparó y una de las balas le dio en el pecho, a la altura del corazón y otro en la espalda. Estaba en la puerta de su casa, en avenida del Rosario al 400 bis, en el barrio Saladillos, de zona sur. Alcanzó a caminar unos pasos para entrar y murió.
“Mi hijo se quiso independizar. Tenía 22 años y hacía dos meses que compartía la casa con Fernando, un vecino que es portuario y vive con su hijo de seis años, en avenida del Rosario y Lituania. Le dio un lugar allí y tenía un lavadero de autos. Cuando terminó de trabajar, el nene se sentó arriba del tambor de agua y Alejandro en una mesa. Escuchó una ráfaga de tiros, atinó a agarrar al nene para protegerlo y una de las balas le dio en el pecho. Murió adentro de la casa. Fernando estaba adentro con otras personas y le dijo: «Me quema el pecho»”, explicó Yanina.
Según contó la mamá de Alejandro, la noche anterior a la muerte de su hijo, quemaron un Renault 9 que estaba estacionado en la vereda donde vivía Alejandro, en la zona sur. “El auto no era de mi hijo, era de Fernando”, aclaró.
El joven había salido con mucho esfuerzo del infierno de las drogas y era, según cuentan los vecinos, solidario, no tenía problemas con nadie y creen que la bala era para otro.
“El sueño de Alejandro era seguir jugando al fútbol en su club, Tablada. El jueves pasado, un día antes de que lo mataran, me contó que se iba a operar de la rodilla y me preguntó: «Ma, ¿me vas a cuidar?». Quería conseguir un buen trabajo”, contó la mujer.
“Mi hijo no tenía problemas con nadie. No estaba metido en ninguna mafia ni fue un ajuste de cuentas. Estaba estudiando panificación y había empezado a ir a la iglesia. Era un buen chico”, aseguró la mujer.
A una semana del crimen, la familia de Alejandro se concentró este viernes a las 10.30 en el Centro de Justicia Penal -de Mitre al 2800- para exigir justicia. “No están averiguando nada. Fui el martes pasado, me presenté con mi ex marido, el papá de Alejandro, y mi hijo mayor. Todavía no citaron ni al dueño de la casa”, cerró Yanina.