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Crisis en el Mediterráneo: ONG vuelve a rescatar migrantes

La organización no gubernamental SOS Mediterráneo, en colaboración con Médicos Sin Fronteras, vuelve al mar siete meses después de la inmovilización de su buque Aquarius para socorrer a los migrantes naufragados en el Mediterráneo central

La organización no gubernamental SOS Mediterráneo, en colaboración con Médicos Sin Fronteras (MSF), vuelve al mar siete meses después de la inmovilización de su buque Aquarius para socorrer a los migrantes naufragados en el Mediterráneo central, pese a la negativa de los puertos europeos a aceptar a los barcos humanitarios.

El barco Ocean Viking se dirige desde el 18 de julio con bandera noruega “hacia el Mediterráneo para liderar una nueva campaña de búsqueda y rescate en el Mediterráneo central” –la ruta marítima migratoria más mortífera–, anunció SOS Mediterráneo en un comunicado.

“El barco patrullará en el Mediterráneo central, ahí de donde proviene el mayor número de llamadas de auxilio, pero sin entrar jamás en las aguas territoriales libias”, precisó a la AFP Frédéric Penard, director de operaciones de la ONG.

“Nuestra presencia en el mar es para salvar vidas, esperamos que los Estados van a comprendernos y unirse a nosotros, pues no hay otra solución en el Mediterráneo central”, insistió, para añadir: “Decir que son los barcos de salvamento los que incitan las travesías es falso. Incluso sin barcos, las salidas continúan y se reportan numerosos naufragios”.

Al menos 426 personas murieron intentando atravesar el mar Mediterráneo desde principios de año, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). El último naufragio conocido frente a las costas de Túnez, causó 60 muertos.

Al cabo de casi tres años en el mar, el Aquarius, que rescató a 30.000 migrantes, tuvo que cesar sus actividades en diciembre de 2018, tras ser privado de su bandera de Gibraltar y después de Panamá.

El Ocean Viking que toma el relevo, de 69 metros de eslora, fue construido en 1986 para asistencia de plataformas petroleras.

Más de una treintena de personas irán a bordo. La capacidad de acogida no fue precisada pero se trata de un barco “concebido para permanecer estable en el mar”, señaló SOS Mediterráneo.

Cada día en el mar cuesta 14.000 euros, según la ONG que hace un llamamiento a donativos.

La nueva campaña comenzará casi un mes después del arresto del Sea Watch 3, barco fletado por la ONG alemana Sea Watch, y de su capitana Carola Rackete en Sicilia, un aviso de las autoridades italianas a los barcos humanitarios a los que acusa de ayudar a la inmigración ilegal.

“Compartir la carga”

Desde principios de julio, el barco alemán Alan Kurdi socorrió a más de un centenar de personas que condujo hasta Malta.

Italia denuncia una ausencia del “reparto de la carga” en la Unión Europea (UE), que la deja sola en primera línea de la acogida de migrantes.

“Basta de las decisiones tomadas solamente en París y Berlín. Italia ya no está dispuesta a aceptar a todos los inmigrantes que llegan a Europa”, declaró el domingo el ministro italiano del Interior de extrema derecha, Matteo Salvini.

Europa parece incapaz de llegar a un acuerdo. Una nueva reunión de ministros del Interior y de Relaciones Exteriores de una quincena de países europeos está prevista el lunes en París.

Desde que “la UE confiara a las autoridades libias la coordinación de los rescates en el mar, esta coordinación es caótica, no se comunican las llamadas. Necesitábamos una verdadera capacidad de búsqueda”, explicó Frédéric Penard.

MSF denuncia por su parte que los responsables europeos miran hacia otro lado en esta crisis humanitaria.

“Ya que dejaron de liderar operaciones de rescate, que dejen a las oenegés salvar vidas sin interferir ni acosarlas. Y que les dejen desembarcar a los socorridos dándoles una asistencia”, reclama Sam Turner, jefe de MSF de las misiones en el mar y en Libia.

Las ONG insisten también en la dramática situación de los campos de retención en Libia, presa de un conflicto. Uno de estos campos fue blanco de un bombardeo el mes pasado cerca de Trípoli que se cobró 60 vidas. Los migrantes son además víctimas de torturas, extorsión, trabajos forzados o explotación sexual.

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