Jonatan Cristaldo vive un momento de paz que estaba esperando. El delantero encontró en el Parque el apoyo que necesitaba frente a situaciones extrafutbolísticas complicadas y dejó atrás problemas físicos que no le permitían rendir en plenitud. Y ahora, con todo aclarado, disfruta del momento y por eso apostó en quedarse en Newell’s a pesar de una oferta de Junior de Colombia que era irresistible desde lo económico.
Se lo nota tranquilo al Churry. Por eso en una nota con ekl programa Sello de Fútbol, que se emite por Somos Rosario, se animó a hablar de todo: su presente futbolístico, el volver a disfrutar dentro de una cancha, e incluso no le escapó a hablar de la denuncia de violencia de género que finalmente quedó descartada y un problema de depresión que lo hizo pensar en dejar el fútbol.
—¿De dónde salió el apodo Churry?
—Mi abuelo nos ponía apodos a todos. Él era mío churrasco y no me gustaba porque me cargaban mucho en la escuela. Entonces les pedí a mis amigos que me digan Churry y me quedó. Hoy nadie me dice Jonatan, me resulta raro, hasta mi familia me dice Churry.
—Tuvieron un inicio ideal y vos anotaste el gol de la victoria, más no se puede pedir.
—Estoy muy contento por el rendimiento del equipo, dejamos muy buena imagen después de un semestre que estuvimos en deuda con la gente. Suma mucho dar vuelta un partido, da ganas de seguir. Me fui feliz.
—El gol fue sólo empujar la pelota, pero el mérito es estar atento al rebote.
—A veces esos goles que son fáciles te ponen nervioso, porque pensás que la pelota puede tener efecto o algo y si lo errás te quieren matar. Me gusta pensar a donde va a caer la pelota o hasta llamarla, es la intuición del delantero. Me quedé llamándola y vino, son goles de nueve. Somos muy fuertes en pelota parada, por eso hay que estar atentos en estas jugadas. Son jugadas de mucha ansiedad, pelotas terribles porque parecen que no llegan nunca.
—Al partido le faltó el público para que sea pletórico.
—(Sonríe) Con gente todavía estaríamos gritando el gol. Tuve la suerte y la desgracia de jugar con Newell’s en contra, me falta sentir ese empuje que hay de local y espero poder lograrlo pronto, disfrutar de esos hinchas que apoyan siempre.
—¿Hiciste algún análisis de lo que pasó el semestre pasado?
—El semestre pasado fue muy atípico. Llegué con una molestia y tuve que esperar para debutar, hubo un cambio de entrenador que costó, tuvimos muchos lesionados, el covid también complicó. No salieron las cosas. Y el otro día, cuando nos hicieron el primer gol, por un rato pasó lo mismo. Pero lo revertimos, con juego y con garra, el semestre pasado eso no pasaba. Viene bien haber levantado el partido porque hay muchos pibes y esto te hace crecer.
—¿Te gusta jugar por afuera?
—Me estoy adaptando al esquema. Es una posición a la que le estoy agarrando cariño. Hoy corro menos que en el torneo pasado, pero con más intensidad, recuperamos y estamos cerca del área rival. Ya no tengo que correr 70 metros.
—Y se empieza a gestar una sociedad con Scocco.
—Todos saben la calidad de Nacho, es fácil jugar con tipos así. Nos vamos encontrando de a poco. Está en gran nivel y tiene unas ganas bárbaras de seguir y luchar, siente mucho la camiseta, eso se nota.
—¿Por qué te quedaste a pesar de la oferta económica superior de Junior?
—Me quedé porque estoy muy bien en el club y en la ciudad. Llegar a Newell’s no es fácil. Y siempre me sentí muy querido y apoyado por Cristian (D’Amico) y la gente del club. Eso fue fundamental. Todos me hicieron sentir bien por mi tema personal y es importante. No todo es económico. Cuando aparecieron ofertas pensé: “¿Me tengo que ir justo ahora?”. Tuve charlas con Bernardi, Gamboa, D’Amico, el tano Vella, que me conocía de Vélez, me hicieron trabajo de hormiga. Pero la realidad es que decidí quedarme porque estoy muy bien acá.
—¿Te entusiasma el proyecto?
—Sin dudas. Todos queremos competir, salir campeón y jugar copas. Confío mucho en el proyecto y está dando frutos. Va sólo un partido pero venimos bien.
—¿Se puede decir que dejar atrás lo extrafutbolístico fue decisivo para recuperar tu nivel?
—Yo tuve un momento muy difícil hace unos años, sufrí depresión, me tiraba en la cama y no tenía ganas de hacer nada. Fue muy duro. Es una enfermedad que se trata día a día, peor que eso no hay nada. Por suerte pude salir, con el apoyo de mi familia. Por eso, cuando surgió la denuncia por violencia de género, que ya quedó descartada y se aclaró todo, personalmente lo tomé con calma, porque ya había pasado por algo peor, que era la depresión.
—Muchas veces no se saben esos problemas que tienen los futbolistas como esta depresión a la que hacés referencia, ¿te sentiste contenido?
—Al principio me costó, pero mucho más por mis viejos, por la gente que me quiere, porque ellos saben cómo soy y es lo que realmente importa. Hasta dejé el fútbol por seis meses por la depresión. Por suerte lo superé, pasé a ser otra persona y disfrutar la vida, mis hijos, mi padre, amigos.
—Muchas veces la gente se cree que el futbolista consagrado la pasa bien, que la plata le resuelve la vida, y no es tan así…
—La plata te ayuda a estar mejor pero no te hace feliz. Por la depresión estaba tirado en una cama sufriendo, no quería salir, no quería jugar. Muchos piensan que el futbolista entrena dos horas, si está soltero piensan que estas con siete mujeres, andas en BMW o Mercedes, pero la cosa no pasa por ahí. Hay muchas presiones y responsabilidades. No somos ejemplo de nada, pero a veces la gente nos toma como ejemplo y hay que demostrar tranquilidad. No podés salir a cenar o a pasear, está tu familia en el medio, tus hijos. Vas a un restaurante y te pueden felicitar o también insultar, y la pasas mal, y tu familia peor. Me molesta mucho cuando te insultan con mis hijos en el medio, es muy complicado.
—¿Estás pendiente de lo que dicen los hinchas?
—Yo estoy acostumbrado, pero mis viejos no, mis amigos no. La gente te insulta si te perdés un gol, en Twitter o Instagram, pero es el momento, no me vuelvo loco. Así es el fútbol, es la manera en que vivimos los argentinos, en otros países no pasa esto. En general en Sudamérica está instalado el modo “termo”, somos pasionales. El hincha sufre, pero debe entender que nosotros también. No es lo mismo la semana para entrenar si ganaste o perdiste. Hay pibes que lo sufren mucho.
—¿Tus viejos siguen los partidos de Newell’s o prefieren no sufrir?
—Sí, olvídate, me siguen siempre. Mis viejos son los únicos que me mandan mensajes cuando perdemos o juego mal. Cuando quedamos eliminado de la Sudamericana el primer mensaje era de mi viejo, eso es incondicional. En cambio, el otro día estaba que explotaba el teléfono (risas).
—Hablaste de la pasión de los hinchas, y justo en Rosario vas a vivir el partido más referencial de esa forma de vivir: el Clásico.
—Es el que todos te nombran, que hay que ganarlo. Lamentablemente me perdí el último y lo sufrí de afuera. Ojalá me toque con mis hijos poder vivir el banderazo y la felicidad de la gente. Y ganarlo.