Un llamado a la familia de Cristian Enrique, quien fue secuestrado desde hace 20 días cuando cuatro hombres con ropas policiales se lo llevaron de la esquina de su casa en Cabín 9, dio cuenta de que había un cuerpo a la vera de la ruta provincial 14, cerca de la entrada a Soldini. Las fuerzas federales y perros de Bomberos fueron al lugar y este sábado hallaron un cadáver en un zanjón. La mamá y el papá de Cristian estuvieron toda la mañana en la morgue pero no lo pudieron reconocer. Ahora esperan la prueba de ADN, al igual que los funcionarios que investigan la desaparición de Cristian. Por su parte, el fiscal Luis Schiappa Pietra quedó a cargo del hallazgo del cuerpo, causa que está caratulada como homicidio.
“Desmiento totalmente la noticia de que reconocimos el cuerpo como el de Cristian. Estuve en la morgue toda la mañana y no lo pudimos confirmar por el grado de descomposición. No sabemos y no se va a saber hasta que no tengamos la prueba de ADN, que esperamos sea pronto”, dijo Carina, la madre de Cristian, y fue categórica: “Hasta que no tengamos los resultados no vamos a saber”.
“Sí, recibimos una llamada y por eso se activó todo. Fuimos al lugar donde decían que estaba el cuerpo y ahí estaba. Estuvimos donde hacían los rastrillajes desde las 4 hasta las 7 que lo llevaron a la morgue. Ahí no lo pudimos reconocer y ahora esperamos la prueba de ADN”, agregó la madre del albañil que está desaparecido desde el 23 de octubre pasado cuando un grupo de hombres, algunos con ropas policiales, lo hizo bajar de su auto y lo metió en un Chevrolet Corsa blanco sin patente.
Sobre la llamada algunos pesquisas que tienen relación con la causa por la desaparición del joven que está a cargo de la Unidad de Gravedad Institucional –integrada por los fiscales Matías Edery, Nicolás Foppiani, Miguel Moreno y Aníbal Vescovo– dieron a conocer que antes de las 21 de este viernes la familia de Cristian recibió una comunicación dando cuenta de que el cuerpo estaba en una zona cerca la entrada a localidad de Soldini.
Sobre el aviso a la familia, algunos investigadores relacionados con la pesquisa indicaron que del otro lado del teléfono una voz distorsionada dijo –antes de dar la ubicación– que lo habían asesinado “por bocón” y le advirtieron que “el tío se cuidara”, aunque esta versión no fue confirmada por fuentes oficiales.
El hallazgo
De acuerdo con la información, el cadáver fue hallado por los perros de la brigada canina de Bomberos en un zanjón, en la banquina oeste de la ruta, en avanzado estado de descomposición. Lo trasladaron al Instituto Médico Legal de Rosario (IML) para la autopsia, describieron fuentes judiciales.
“Es una zona con pastizales altos y muy oscura. En medio de los rastrillajes, los perros encontraron el cuerpo por la madrugada; contaba con un alto grado de descomposición”, describieron los voceros para agregar que en la zona trabajó personal de la Policía Federal, delegación Rosario, junto al Gabinete Criminalístico de la Gendarmería y los perros.
Investigadores agregaron que por las características de la escena el cadáver llevaba varios días en el lugar: “Hasta que no estén los resultados de la autopsia no vamos a determinar cuál fue la causa de la muerte como tampoco si ese fue el escenario donde se produjo el crimen”.
Los pesquisas de las fuerzas federales hicieron medidas desde las 21 hasta las 11 de este sábado a la vera de la ruta provincial 14, sobre el kilómetro 6 y a la altura de Soldini, y fueron muy cautos para brindar detalles la investigación. “Es un caso muy complejo y no podemos dar por sentado nada hasta que no estén todas las pruebas recolectadas”, describieron para agregar que la Unidad de Gravedad Institucional interviene en la causa por la desaparición de Cristian mientras que el fiscal Luis Schiappa Pietra se presentó en el lugar por el hallazgo del cuerpo para seguir la pesquisa, que se investigada como un homicidio.
El secuestro de Cristian
La mamá de Cristian reconstruyó en diálogo con El Ciudadano cómo se lo llevaron. Dijo que minutos antes de las tres de la tarde del martes 23 de octubre su hijo estaba dentro de su auto con la novia. Era en la esquina de Las Tacuaritas y El Ceibo, a metros de su casa de Cabín 9. La mujer agregó que tanto la novia de su hijo como vecinos del barrio le contaron que un Chevrolet Corsa blanco sin patente visible se les puso a la par. Adentro había cuatro hombres –afirmó– con chalecos antibalas en los se leía la sigla PDI (Policía de Investigaciones). Le dijeron a Cristian que saliera del auto y él obedeció sin ofrecer resistencia, siguió la madre. Así lo subieron al Chevrolet y se lo llevaron.
El fiscal de Gravedad Institucional Matías Edery indicó en una entrevista radial que el viernes 2 de noviembre –a diez días de la desaparición del joven– personal de Prefectura realizó un requerimiento de información en la sede de la PDI (en Lamadrid al 500) ante la sospecha de que bien pudieron haber sido uniformados de esa fuerza quienes regresaron al barrio el día siguiente al megaoperativo para llevarse a este joven. Es que un día antes efectivos de esa fuerza llegaron al barrio en medio de una pesquisa por secuestro extorsivo.
“Buscaron los autos blancos de la fuerza y realizaron pericias para ver si había material humano relacionado con el joven. Hasta ahora no hay resultados. También relevaron las cámaras de seguridad”, explicó el funcionario judicial sobre la medida efectuada en la repartición policial.
Ese mismo viernes, las fuerzas federales hicieron un procedimiento en la vivienda del muchacho para recolectar ropas. Al lunes siguiente, la Policía Federal llevó a la Brigada Canina a un cañaveral a la altura de Uriburu y Las Palmeras, pero la medida tuvo resultado negativo.
Recompensa
La causa siguió con el pedido por la aparición casi constante tanto en las redes sociales como en los Tribunales de los familiares de Cristian y, el jueves pasado, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Santa Fe anunció que ofrecía, como recompensa, un millón de pesos a quien brindara datos útiles sobre el paradero de Cristian.
La información y los datos relativos a la causa deberán ser aportados en la sede del Centro de Asistencia Judicial de la ciudad de Rosario (CAJ), ubicado en Corrientes 2114.
Una causa compleja con múltiples hipótesis
A lo largo de estos días aparecieron diferentes versiones sobre el móvil de la desaparición de Cristian Enrique pero todas tienen un mismo eje: un secuestro extorsivo. El fiscal Matías Edery se refirió en declaraciones a la prensa sobre el trascendido de que el joven habría participado en el secuestro de un comerciante de la comunidad gitana. Edery confirmó que surgió esa versión y agregó que el nombre de Enrique no figura en el expediente federal. Se refería al caso de Colián Miguel, el patriarca de la colectividad, que fue secuestrado en el predio de su negocio de compraventa de vehículos en la zona de Arijón y Crespo. Dos autos, varios hombres a cara descubierta y armados, incluso con ametralladora, se lo llevaron en plena tarde el 3 de septiembre pasado después de meterle un culatazo en la cabeza a su hijo y tras recomendarle que juntara el dinero para el rescate: un millón de dólares.
Cuatro horas después, lo dejaron ir. La familia jura que no se pagó el rescate, pero en los mentideros del hampa se habla de un abono de cien mil dólares.
El 22 de octubre, un megaoperativo de la Justicia federal con auxilio de la Policía de Investigaciones provincial (PDI) dio por desbaratada la banda que secuestró a Miguel. Entre ellos cayó preso Gustavo “Bocha” Figueroa, conocido hombre de una de las bandas de Cabín 9, Los Cuatreros, aunque entre los sospechosos –hay al menos tres prófugos, incluido un veterano y conocido asaltante– también figuran integrantes de Los Stifler, otra gavilla de la zona que históricamente estuvo enfrentada con la anterior.
Al Bocha lo tabulan como alfil de la banda de Los Monos en el narcomenudeo. Pero, además, en forma paralela al operativo de la PDI la Prefectura hizo allanamientos el mismo día en otra causa, que tiene al menos un domicilio vinculado en el caso del secuestro. Al día siguiente de los allanamientos, la familia de Cristian Enrique, quien es pariente del Bocha Figueroa, denunció que se lo habían llevado cuatro hombres armados que se movilizaban en un auto blanco y vestían como policías de Cabín 9.
Una primera hipótesis es que Enrique pudo haber estado al volante de la VW Suran que secuestró al comerciante gitano, y que quienes se lo llevaron buscaban conocer dónde está guardado parte del rescate. En la causa federal, aseguran fuentes del caso, no está asentada esta sospecha sobre el muchacho.
Otra hipótesis es que la banda que secuestró al comerciante pudo haber concretado una represalia por razones aún no esclarecidas. Otro trascendido que manejan los investigadores es que el joven se esfumó el día después de los allanamientos ante la sospecha de que podía quedar detenido en la causa del secuestro.