A dos meses exactos de la elección del 23 de octubre, Cristina de Kirchner empezará a bosquejar esta semana su campaña para octubre, convencida de que no es una utopía aspirar a una victoria que ronde el 60 por ciento de los votos.
“Podemos llegar al 60, podemos…”, repetía el viernes un operador K luego de pasar por Olivos a recibir una dosis potenciada de optimismo y antes de acatar el mandato presidencial de dedicar el fin de semana largo para la pausa y el descanso.
Aunque, al menos por ahora, ninguna voz oficial hará pública la pretensión K de aspirar al milagro del 60 por ciento, la presidenta pidió informes sobre cómo se votó en cada provincia y en los distritos más importantes, para evaluar cuánto podría mejorar su performance en octubre.
El 18 de septiembre próximo comienza oficialmente la campaña electoral que, a diferencia de las primarias que fue de 30 días con 20 de publicidad en radio y TV, será de 45 días con 35 jornadas de campaña en medios audiovisuales. Será más larga y más intensa.
En Casa Rosada trascendió que Cristina pretende reconfigurar su campaña, en particular los spots de TV con los que –aseguran– no quedó del todo conforme. A su vez, un dirigente con acceso a Olivos aseguró que planea retoques a la logística.
El rediseño, cuyo objetivo es confirmar la victoria del 14 de agosto pero sobre todo tratar de ampliar el 50 por ciento, se proyecta en varios frentes:
En la campaña de las primarias, Cristina prácticamente no salió de Casa Rosada: hizo visitas puntuales, muy escasas, pero en general prefirió las teleconferencias. Ese mecanismo se seguirá usando porque se comprobó útil y eficaz, pero la presidenta pidió informes sobre los destinos donde sería más importante su presencia, al tiempo que transmitió que pasadas las primarias, con candidatos definidos en todos los segmentos, sus eventuales “bajadas” al territorio serían más tranquilas. “Ahora es más fácil: ya hay un solo candidato por distrito, salvo aquellas provincias donde hay un candidato del PJ y otro aliado como Río Negro, y facilita la campaña de Cristina”, explicó un dirigente encargado de negociar con gobernadores e intendentes.
El imán de tratar de llegar al 60 por ciento implicaría, en ese sentido, un cambio en el estilo de campaña: hasta ahora, el despliegue y los viajes de un lado a otro, la presidenta se los delegó a Amado Boudou pero deslizó que para la general ella, en persona, se pondría al frente de la campaña “de cercanías”, según la figura que usó un funcionario. Antes de las primarias, en los 15 días de prohibición de actos de gobierno, visitó Pilar y Almirante Brown, pero para octubre podría redoblar esas presencias y hacer desembarcos en los territorios.
¿Por qué modificar una campaña que fue, si se la mide por el resultado en las urnas, exitosa? Ese interrogante, en gobierno, se responde con un simplismo contundente: “Lo que sirvió para el 50 quizá no sirva para el 55 o el 60 por ciento”. De todos modos no está claro si habrá un giro discursivo para seducir a otros votantes. Por ejemplo para atraer a sectores peronistas que votaron a Eduardo Duhalde pero que, se supone en Balcarce 50, en octubre buscarán otros destinos electorales.
Sin embargo, entre las presunciones no figura sólo alimentarse de lo que supone será la implosión de la candidatura del ex presidente interino sino también de Ricardo Alfonsín y de lo que dejó huérfano Proyecto Sur, aunque es menos del 1 por ciento. Hay, incluso, analistas K que sugieren que parte de los 500 mil votos que fueron a Jorge Altamira son sectores filo K que podrían encolumnarse detrás de la presidenta.
¿De dónde, sino, obtener otros 2 millones de votos para llegar al 60 por ciento? La invocación del número devuelve al plan K de los 60 puntos, la idea de que se trataría de un milagro electoral. El 14 de agosto tuvo 10,4 millones. Para llegar al 60 por ciento, debería rondar los 12,5 millones.
Entre las complicaciones para mejorar el score se cita que no estará el efecto primaria donde varios candidatos locales traccionaban para Cristina.