Fue hace menos de un mes. El pasado 25 de abril Rosario Central perdía como local ante Estudiantes de La Plata por 1 a 0 y a dos fechas del cierre del torneo local complicaba al extremo su chance de avanzar a cuartos de final de la Copa de la Liga. Unos días antes, el equipo del Kily González venía de caer en su debut por Copa Sudamericana, como visitante de 12 de Octubre de Paraguay. La sumatoria de flojas producciones, con el agregado de falta de resultados, tenía en llamas al Mundo Canalla que reclamaba a gritos el fin de ciclo del DT.
Y cuando la crisis parecía terminal, se avecinaba el colapso, el equipo hizo “un click”. Tras la derrota con el Pincha, Central reaccionó. Hubo modificación de sistema y retoques nominales, es cierto. Pero principalmente apareció, por fin, una idea clara de juego que, con una elección de intérpretes apropiados para ejecutarla, generó un rotundo vuelco positivo en el funcionamiento colectivo. Y los de Arroyito resurgieron.
La receta, simple: un 4-4-2, con juego por las bandas, rápido retroceso tras la pérdida del balón y alta intensidad para tratar de recuperar el balón. Las inclusiones de Emmanuel Ojeda en el centro del campo, de Diego Zabala como volante derecho, y de Lucas Gamba como segundo punta, donde evidentemente más rinde, también fueron factor clave para entender la sustancial mejora del Central “post Pincha”.
La tarea de los marcadores de punta, para un equipo que apuesta a lastimar por los carriles, también fue relevante en esta levantada del equipo. En esa función se afirmaron en sus roles Damián Martínez y Lautaro Blanco. Pero, seguramente desde su experiencia, fue hasta ahora el ex Unión, Martínez, el que más se destacó.
La solvencia y serenidad que transmite Jorge Broun desde el arco, más la indiscutible jerarquía que aportan Emiliano Vecchio y Marco Ruben, también fueron importantes. Mucho más en este nuevo orden futbolístico. Aunque tanto Vecchio como Ruben, afectados por distintos inconvenientes físicos, no pudieron estar en todos los partidos del Central “post Pincha”.
Un poco de historia
De la mano de la mejora de funcionamiento, llegaron los resultados. Tras la caída ante Estudiantes, los auriazules consiguieron dos victorias resonantes, ambas en el Gigante. Una por Sudamericana, frente a San Lorenzo, 2-0. La otra por la Copa de la Liga, nada menos que ante Newell’s, el Clásico rival, por un contundente 3 a 0. En su tercer partido en 8 días, el canalla empató 1-1 visitando a Huachipato de Chile por Sudamericana jugando más de 80 minutos con un hombre menos por la expulsión de Luca Martínez Dupuy.
El único tropezón de esta nueva etapa llegó en la última fecha de la Copa de la Liga. Central necesitaba una victoria en su visita a Platense para tratar de meterse en los cuartos de final del torneo. Pero fracasó en el intento. Con un flojísimo segundo tiempo, en el que se desarticuló como equipo, el de Arroyito terminó goleado 4 a 1 por el Calamar.
Pero volvió a reaccionar, y consiguió dos triunfos consecutivos por Sudamericana. A partir de muy buenos rendimientos individuales, que lógicamente repercutieron a favor del funcionamiento colectivo, Central primero derrotó a San Lorenzo como visitante (2-1), y luego aplastó a Huachipato 5-0 haciendo de local en cancha de Banfield.
Los números del cambio
El Central “post Pincha” disputó 6 partidos, de los que ganó 4, empató 1 y perdió el restante; hizo 14 goles y recibió 6. Sobre 18 puntos en juego cosechó 13, lo que representa un 72,22 por ciento de eficacia. Ese porcentaje está muy encima del general en el ciclo de Kily como técnico de Central, que en 31 partidos alcanza el 48,38 por ciento de eficacia. Ni hablar respecto del porcentual obtenido hasta la derrota con Estudiantes, que es del 42,66 por ciento.
El máximo goleador de esta fructífera etapa es Lucas Gamba, con 3 conquistas. Lo siguen Emiliano Vecchio y Luca Martínez Dupuy, con 2 tantos cada uno. Mientras que Diego Zabala, Marco Ruben, Nicolás Ferreyra, Facundo Almada y Damián Martínez facturaron uno cada uno. A esto hay que agregar dos goles en contra, obra de: Federico Gattoni de San Lorenzo y Joaquín Gutiérrez de Huachipato.
Los nombres del cambio
¿Y las presencias? Los inamovibles en estos seis partidos fueron siete jugadores: el arquero Jorge Broun; los laterales Damián Martínez y Lautaro Blanco; los volantes Emmanuel Ojeda, Diego Zabala y Luciano Ferreyra; y el delantero Lucas Gamba.
Los zagueros alternaron: Facundo Almada y Joaquín Laso fueron titulares en 4 juegos cada uno, mientras que Gastón Ávila y Nicolás Ferreyra estuvieron 2 veces cada uno desde el arranque. Hoy flota la sensación de que la dupla titular la componen Almada y Ávila. Pero los experimentados Laso y Fosa Ferreyra meten presión desde el banco.
Los otros 2 que alternaron fueron Emiliano Vecchio y Marco Ruben, pero por cuestiones de fuerza mayor. De otra forma hubieran estado siempre desde el inicio. Vecchio que protagonizó 3 partidos no siempre estuvo a disposición del Kily porque padeció Covid. Mientras que MR9, también titular en 3 juegos, sufrió una molestia muscular que lo tuvo a mal traer. Cuando no estuvo Vecchio, lo reemplazó Rodrigo Villagra. Mientras que las espaldas de Ruben fueron bien cubiertas por el juvenil Luca Martínez Dupuy.
Rosario Central cerrará el semestre el miércoles que viene recibiendo, en estadio a confirmar, a 12 de Octubre de Paraguay por la última fecha de la fase de grupos de Sudamericana. Si gana ese partido, el canalla se asegurará el primer lugar de la zona A y obtendrá el derecho a disputar los octavos de final de la competencia, programados para fines de julio próximo.
A diferencia de lo que ocurría hace un mes atrás, cuando el ciclo Kily se encontraba en supuesta crisis terminal, hoy existen argumentos futbolísticos sólidos para respaldar las posibilidades de Central de ganar su grupo. Ratificar lo que viene realizando en los últimos juegos, esa será una de las claves para cerrar el semestre logrando un objetivo que, antes del inicio de la competencia, asomaba inalcanzable.