En algún lugar del planeta existe una ciudad llamada Chocolate. Pero, ciertamente, Chocolate no estaría en algún lugar del planeta, al menos no en uno real. La cualidad de Chocolate, tal vez su superpoder, es que es móvil. Desde hace un año y medio Chocolate se mueve de sur a norte y se instala en cualquier ciudad, pueblo, plaza o casa donde haya alguien dispuesto a conocerla.
Ricky es un poeta oriundo de Chocolate y un día se encuentra con un extraterrestre llamado Astrox que comienza a manipularlo. El ser extraplanetario investiga la raza humana y es un curioso que se hace preguntas existenciales a las que Ricky intenta responder a través de la poesía. Cada poesía es una escena diferente de esta extravagante obra llamada “Chocolate yo no fui!” donde van interactuando el poeta, el extraterrestre y un artefacto llamado mp314. Al combo se suma la bella Amanita que acompaña los periplos con dulces melodías.
Ricky o Ricardo Salazar, de 29 años, es además un rosarino estudiante de Bellas Artes, músico y poeta que recorre junto con su compañera Amanita Badaracco el continente latinoamericano con “Chocolate yo no fui!”, una obra teatral “poética-performática, romántica e infantil, cuyo principal mensaje es No al miedo y sí al amor”, según describe el artista desde México. O mejor: desde Chocolate.
La idea de la obra comenzó hace varios años en Rosario donde, a partir de textos literarios, Ricky decidió hacer otro tipo de búsqueda agregando otros ingredientes, como la música, los títeres y dinámicas de tipo performance. Alrededor de la obra y sus personajes hay una filosofía vinculada a la conexión con la naturaleza, los mayas y místicas como abrazos al cosmos y el amor.
A partir del viaje por Latinoamérica que Ricky y “la Chapa”, su compañera de ruta y de vida, arrancaron en marzo del año pasado desde Tilcara –donde estuvieron cuatro meses antes de levantar vuelo–, decidieron llevar a todos los rincones posibles la puesta en escena. Así, empezando por el norte argentino, ya pasaron por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Centroamérica y México, donde hicieron norte para comenzar a volver.
En el transcurso, aprendieron técnicas de cerámica autóctona y editaron un pequeño libro de poesías realizado con material reciclado y de manera independiente. “Es una antología de lírica y poética de una selección de poemas de Chocolate yo no fui!, el cual vamos ofreciendo a lo largo de toda esta travesía”, cuenta Ricky. Todas las acciones que surgen del recorrido están enmarcadas en lo que consideran “un proyecto cultural autogestionado”.
El viaje, como suele ocurrir, trajo muchos amigos e intercambio de experiencias que se ven reflejadas en la obra teatral. Concluye Ricky, con más de 8 mil kilómetros en la mochila: “Estamos muy motivados de haber llegado hasta tan lejos, todo por tierra, en bus o a dedo, en barrilete o velero. Queremos volver con toda esta experiencia a nuestra tierra”.